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Ivan Castillo Otero

12 pulgadas

Mad Cool 2018: más nubes que claros

Para esta tercera edición de Mad Cool, festival al que he acudido desde su nacimiento, había un cambio grande: el nuevo recinto. De la Caja Mágica (35.000 espectadores) se pasaba a Ifema (80.000). También crecía el número de escenarios. De primeras, no me hacía demasiada ilusión que aumentaran el aforo y los espacios. Estos eventos ya están suficientemente masificados y no veía bien masificar más lo que había funcionado bien hasta el momento.

El primer día empezó con cabreo. Una cola eterna fue el comité de bienvenida. Más de una hora bajo el intenso sol madrileño. Largo camino a pie desde la entrada a los escenarios. Antes de entrar al recinto había unos metros de piedras sueltas por las que había que ir al más puro estilo París-Roubaix. Una vez dentro, nuevas colas para todo. Comprar algo de cena y de bebida era un suplicio. Aparentemente, daba la sensación de que no había suficientes medios para tantas personas.

La vuelta a casa no fue más agradable. La organización puso dos líneas de autobuses al centro de Madrid (6 euros por los tres días de festival). Solo funcionaba bien la que iba a plaza Castilla. La de Colón, que es el que queda cerca de Cibeles (de donde parten casi todos los búhos), no. Por lo tanto, todos cogíamos el de plaza Castilla y luego allí subirse a un taxi (a esas horas no hay metro salvo el servicio especial a Nuevos Ministerios) era una batalla. La gente se tiraba a la carretera en plena Castellana para parar cualquiera que estuviera libre. Creo que no me equivoco si digo que había un sentimiento de desamparo.

En lo musical, gran concierto de Pearl Jam. Contundentes y muy comunicativos (esforzándose con el castellano). Sonaron “Release”, “Animal”, “Jeremy”, “Do the Evolution”, “Why Go”, “Black”, “Alive” o “Rearviewmirror”. Sin duda, son de lo mejor que dio la música en la década de los noventa. Ofrecen un espectáculo de alto nivel y no van solo a cumplir expediente (como sí hacen otras bandas contrastadas). Además, tengo que decir que entre tanto grupo del estilo de Tame Impala, agradecí muchísimo un solo de guitarra. Me gustaría destacar también a Kasabian. Hace años los vi en Bilbao y me encantaron. Los de Leicester son una bomba y en este Mad Cool me volvieron a encantar. Los momentos de mayor locura llegaron con “III Ray (The King)”, “Underdog”, “Club Foot”, “Empire” o “Fire”. El directo se me pasó volando. A altas horas de la madrugada, MGMT ofreció un recital algo irregular. Subía la intensidad con los clásicos y descendía drásticamente con los cortes de su referencia más reciente.

El segundo día, el viernes, empezó bien. La entrada al recinto mejoró mucho y todo iba más fluido en la zona gastronómica o en las barras. La nota negativa la puso Massive Attack. No tocaron por un supuesto solapamiento de sonido de otros escenarios. Según la organización, hicieron todo lo posible para enderezar la situación. Ojo al relato que se publicó el sábado.

Por otro lado, viví una de las situaciones más surrealistas de mi vida en un concierto. Resulta que en el segundo escenario más importante, llamado Madrid te abraza (patrocinio municipal), una amplia parcela del lado izquierdo está reservada para personas con pulseras VIP (una entrada que cuesta el doble de la común, aproximadamente, y que incluye ciertas comodidades). En mi opinión, elitismo cutre. ¿A dónde vamos a llegar? En fin. Empezó a tocar Franz Ferdinand y estaba el lado derecho repleto de gente bailando y cantando y el lado izquierdo al 10% de ocupación (siendo generosos). En teoría, abrirían la puerta para el público general (la plebe, que es como te hacen sentir) si no se llenaba. La gente se impacientó y comenzó a saltar la valla que rodeaba esta hermosa parcela. Un miembro del equipo de seguridad alcanzó a un chico y lo agredió de una manera brutal ante las protestas del respetable. A este individuo, muy excitado, se lo llevaron sus propios compañeros de seguridad. Incluso el cantante de Franz Ferdinand se quejó de que estuviera viendo ante él la explanada con un lado repleto y entregado y el otro desértico. Adjunto prueba visual de esta calamidad:

En lo que a los conciertos se refiere, Jack White ofreció un directo muy en su línea creativa que logró la máxima conexión con el público con el “Seven Nation Army” de White Stripes. Arctic Monkeys comenzaron fuerte con “Brianstorm”, “Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair” o “Teddy Picker”. La parte central del repertorio fue de interpretación lenta y aburrida y con un Alex Turner trasnochado, muy desmejorado, perdiendo el hilo de la letra y con un rollo algo rancio al más puro estilo Bertín Osborne. Recuperó el norte para el cierre con “Arabella” o “R U Mine”. No reconocí a los Arctic Monkeys activos, frescos y potentes que vi en el pasado. Franz Ferdinand ofreció un concierto solvente pero lejos de las tres veces anteriores que disfruté de ellos. Alex Kapranos puso toda la carne en el asador y las canciones estaban elegidas muy bien (“Do You Want To”, “The Dark of the Matinée”, “Always Ascending”, “No You Girls”, “Jacqueline”, “Ulysses”, “Take Me Out” o una alargada “This Fire”), pero no les vi con la chispa de antaño. Noté la falta de Nick McCarthy en la guitarra. Es una baja sensible.

El sábado fue el día que todo funcionó mejor. Desde la entrada al transporte pasando por las barras. Pese a ello, seguía la sensación de hacinamiento en muchos momentos. Con los últimos rayos de sol, salieron al escenario Kaleo, la banda islandesa de la aclamada “Way Down We Go”. Ofrecieron un concierto más que correcto con mención especial para “No Good” o “Broken Bones”. Sin tiempo casi para cenar, comenzaron Queens Of The Stone Age. Al igual que ocurriera con Franz Ferdinand, se quejaron por las ridículas zonas VIP y pidieron a la gente que saltara el cerco y entrara a la zona acotada. He leído opiniones diversas, pero para mi gusto estuvieron de maravilla. No al nivel de Pearl Jam, pero sí muy fieros y contundentes. El sonido fue ensordecedor y consiguieron poner patas arriba el recinto con “The Way You Used To Do”, “You Think I Ain’t Worth a Dollar, but I Feel Like a Millionaire”, “No One Knows”, “Go With the Flow” o “Song for the Dead”. Depeche Mode estuvieron a gran nivel. Es una banda con mayúsculas con un estilo inconfundible y fueron de lo mejor del festival. Es fantástico disfrutar en vivo de clásicos como “Precious”, “Personal Jesus”, “Enjoy the Silence” o “Just Can’t Get Enough”. No me canso de verlos. Sé que NIN han recibido grandes halagos, pero nunca fueron mi fuerte. Solo puedo decir que el personal disfrutó de lo lindo. Yo reservé fuerzas para Jet, uno de los conciertos que más ilusión me hacía ver de los tres días de festival. Cuando lo dejaron, pensé que jamás los vería. El destino me regaló esta oportunidad y mereció la pena. Son una banda de rock impresionante y en directo suenan como un tiro. Qué lujo poder escuchar “Last Chance”, “She’s a Genius”, “Rollover D.J.”, “Are You Gonna Be My Girl” o “Put Your Money Where Your Mouth Is”, una de mis favoritas.

Pasados los días, la sensación a la hora de hacer una valoración general es que hubo más nubes que claros. Mucho va a tener que gustar el cartel en mi entorno y a un servidor para que el año que viene nos acerquemos. Lo mejor fueron los grandes conciertos de los que pudimos disfrutar y la peor parte fue el caos organizativo. Cuando no fue la entrada, fue el transporte, los datáfonos o las barras. Terminé añorando la Caja Mágica.

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Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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