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Gregg Popovich: De la CIA a las canchas.

Su figura define a la perfección la palabra de entrenador. Es el jefe, pero también es el maestro, el confidente, el amigo, el padre, es todo lo que necesita ser un entrenador. Siempre encuentra la manera de llegar a los demás, a ese punto recóndito de su mente, donde es capaz de escucharte. Eso le convierte en uno de los mejores entrenadores y en el más especial. Con más de 1.000 victorias en su poder, 3º en lograrlo antes y 2º en porcentaje de victorias, atesora 3 galardones a entrenador del año.

La imagen que proyecta al exterior, su disciplina y su pasado militar, hacen que el apodo de sargento le venga como anillo al dedo. De carácter hosco y  semblante serio, es difícil verle sonreír. Frío en la distancia y cálido en la cercanía, su forma de ser le convierte en coleccionista de anécdotas. Sin pelos en la lengua, dice lo que piensa.

Al igual que el buen vino, el de Indiana y los Spurs, mejoran con el tiempo. Los éxitos de Pop, son los éxitos de los del Álamo y viceversa. Una convivencia perfecta, que dura ya más de 20 años.

La clave está en buscar el bien común. Cuidar los unos de los otros. Para tener un buen equipo, no es necesario tener a los mejores jugadores, basta con tener a aquellos que sean los mejores dejándose entrenar, que quieran aprender. Esos son ganadores. Una filosofía que ha cuajado a la perfección en una franquicia que se le conoce por ganar, más cerca del modelo universitario que del profesional. Con 5 títulos bajo el brazo desde la llegada de Pop, esta es la 20º campaña que disputarán los playoffs de manera consecutiva.

 

Pero, ¿Cómo empieza la relación Popovich-Spurs?

 

De padre serbio y madre de descendencia croata, el pequeño Greeg se crió en Merrillville (Indiana). Buen estudiante desde el principio, no tuvo problemas para graduarse en Merrillville High Scholl en 1966. Después daría el salto a la Universidad de la mano de las Fuerzas Aéreas (Air Force Academy), donde jugó 4 años al baloncesto. En aquel entonces ya se podía ver a un Popovich combativo. Sin ser un gran jugador, acabó siendo capitán y máximo anotador del equipo en su último año. Pero además, era inteligente e inquieto, una mezcla perfecta que le convirtieron en una rata de biblioteca. Sus raíces hicieron el resto, graduándose con una Licenciatura en Estudios Soviéticos.

Estamos en 1970 y a Pop le esperaban 5 años de servicio militar, donde viajaría por toda Europa Oriental y la vieja Unión Soviética, formando parte del equipo de las Fuerzas Armadas. Pero el conocimiento adquirido sobre la Unión Soviética, así como sus origines, no pasaron desapercibidos para la CIA. El de Merrillville, que tuvo entrenamiento sobre inteligencia, llegó a trasportar armas entre la frontera de Irán y Siria. Aunque su trabajo nada tuvo que ver con el de James Bond, según el propio Pop, al que no le gusta hablar demasiado del tema.

En sus 5 años de servicio, le dio tiempo de aprender muchas cosas, entre las que el vino ocupa un lugar preferente. Fue en el valle de Napa, donde dio sus primeros pasos en la materia. Junto a un amigo y en unas bodegas baratas y no muy frecuentadas, despertó el interés del entrenador. Después le siguieron varios cursos de enología y a día de hoy se le puede considerar un experto en vinos. Con más de 3000 botellas en la bodega de su casa, es uno de los propietarios de A to Z Winerkorks. Sin duda, un buen vino, puede ser una de las mejores formas para romper el hielo con él.

Pero sería en 1973, cuando tomaría una decisión que a la postre marcaría su futuro. Dejó de correr por las canchas para convertirse en asistente del gurú defensivo Hank Egan. Un sabelotodo, como él mismo ha reconocido, devoraba libros de todo tipo. Con el baloncesto como tema fetiche, quería encontrar el modo de hacer llegar a los demás su forma de ver el baloncesto. Su obsesión por la pelota naranja, le llevó a sacarse un Máster en Educación Física y Ciencias del Deporte, mientras trabajaba como asistente en Air Force Academy.
Tras 6 años al lado de Egan, había llegado el momento de que Popovich volara solo. La nave que debía pilotar sería la de Pomona-Pitzer, un programa que unía a 2 escuelas. Popo, como le llamaban en la Universidad, se instaló en un dormitorio de estudiantes junto a su mujer y sus dos hijos. Aunque la misión del entrenador no sería fácil. Sin apenas recursos, ni becas que poder ofrecer, debía confeccionar un equipo competitivo. Pero Pomona-Pitzer había escogido al hombre perfecto. Su experiencia en las Fuerzas Aéreas había perfeccionado, aun más, ese don de saber rodearse bien, de escoger a las personas adecuadas. A pesar de que los inicios no fueron fáciles, acabando la primera temporada con un balance 2-22, la confianza sobre el entrenador se mantuvo intacta. No era un proyecto que precisara resultados inmediatos, debía ser un trabajo a largo plazo. Esa confianza, unida al esfuerzo y buen hacer de Popo, le llevarían a ganar el título intercolegial de Southern California tras 68 años de frustraciones. Había conseguido hacer de un proyecto perdedor, uno campeón. El trabajo había sido impecable.

Pero para el actual entrenador de los Spurs, nunca es suficiente, quería más. Ese ansia de mejorar, le hizo tomarse un año sabático en Pomona-Pitzer y unirse como asistente a Larry Brown en Kansas State. Una experiencia enriquecedora, que sin duda iba a marcar su futuro. Tras un año al lado de Brown, el de Indiana volvía a  Pomona-Pitzer tal y como había prometido. Aunque esta vez, su estancia no se prolongaría por mucho tiempo. Larry Brown fue otra vez el culpable.

 

1ºEtapa en los Spurs

 

Tras asistirle en Kansas State, Larry Brown no dudó en llamar a Popovich para que este volviera a ser su mano derecha en el banquillo. Eso sí, esta vez, el escenario sería bien distinto. Ni más ni menos que la NBA.

Pero la impaciencia del propietario en aquel entonces, Red McCombs, cansado de la poca rentabilidad de la franquicia y de que los títulos no llegaran, decidió que la aventura durara tan solo 4 años. Su decisión no fue otra que cortar el “problema” de raíz y despedir a todo el cuerpo técnico.

A Popovich le había llegado el momento de despedirse de la que había sido su primera experiencia en la NBA. Pero no sería un adiós, más bien un hasta luego. Tras 2 años como asistente de Don Nelson en los Warriors, 1992-94, el de Indiana volvía a los Spurs, esta vez como General Manager.

 

2ºEtapa en los Spurs

 

Era 1994 y los Spurs cambiaban de manos. Peter Holt se hacía con el control de los de San Antonio y quería a Popovich con él. El tiempo se ha encargado de demostrar que no se equivocaba. Nada más aterrizar, Pop demostró que con él no valen las tonterías y una de las primeras cosas que hizo, fue traspasar a Dennis Rodman. Pero sería en 1996 cuando empezó a gestarse todo. Tras un mal arranque de temporada, el de East Chicago tomó la decisión de cesar al entonces entrenador Bob Hill y ponerse a él mismo como entrenador principal. Una decisión arriesgada que no caló en el aficionado y que vino acompañada de abucheos. Pero si algo le sobra a Pop, es carácter. Aunque aquella desastrosa campaña, tuvo su lado bueno. El haber quedado tan abajo en la clasificación, les daba la oportunidad de escoger a Tim Duncan en primera posición del draft de 1997 y marcar un punto de inflexión. Con la llegada del número 1 del draft, que se sumaba a la estrella David Robinson,  formaron las “torres gemelas”.
Un juego interior temible, que pronto empezaría a dar sus frutos. Aquella temporada, pasaron de no entrar en playoffs a llegar a Semifinales de Conferencia tras conseguir un balance de 56 victorias y 26 derrotas. Para entonces ya se podía ver el trabajo de Pop. Con un estilo marcado por los hombres que había tenido cerca, Popovich combinaba el movimiento sistemático de Bob Spear, junto a una excelente defensa heredada de Egan y Brown. Construyendo desde la defensa, con Avery Johnson como su extensión dentro del rectángulo de juego y las torres gemelas sembrando el pánico en la pintura, los de negro y plata se hacían con el anillo en 1999. Tres temporadas le bastaron a Popovich para demostrar de lo que era capaz. Pero aquello tan solo era la punta del iceberg. Los del Álamo no iban a ser algo efímero, habían llegado para quedarse.

En 2003, ya con Manu Ginobilli (pick 57º) y Tony Parker (pick 28º) en el equipo, los texanos lo volvían a hacer. Se proclamaron campeones de la NBA por segunda vez en la historia de la franquicia y con Gregg Popovich ganando el premio a entrenador del año. Pero a la vez que alzaban el trofeo de campeón, había llegado la hora de decir adiós a su estrella David Robinson. Un adiós que sembraba dudas sobre el futuro de la franquicia. Era época de transición y Pop tenía mucho trabajo por delante. Tim Duncan necesitaba unos buenos escuderos y unas elecciones 28º y 57º del draft no invitaban precisamente al optimismo. Pero Popovich daba su primera lección de como se debe llevar a cabo una transición. Como a él más le gusta, en silencio, sin hacer ruido. Había pasado de las “torres gemelas” al “big three” en un abrir y cerrar de ojos. El francés y el argentino serían los encargados de acompañar a Duncan en su camino hacía el título.

Un anillo que volvería a San Antonio en 2005 y 2007, consagrando a los Spurs como una de las mejores franquicias. 3 títulos en 5 años. Simplemente brutal. Sin ausentarse de los playoffs, sin bajar de la barrera de las 50 victorias (salvo en la 98/99 debido al lockout), los Spurs siempre han estado ahí.

Hubo que esperar algo más de tiempo para ver a los del Álamo alzar su 5º título, aunque tampoco demasiado. En 2014 se hacían con el que podía ser el último anillo del “big trhee”. Pero nunca se puede decir nunca con Pop. Con su tercer título a entrenador del año, (2003,2012 y 2014) y mientras los rumores de la retirada de Duncan y Ginobili sobrevolaban el AT&T Center, el entrenador ya tenía en marcha una nueva transición. Otra vez gestada sin que nadie se diera cuenta. Sacrificando lo personal por lo colectivo. Pop se había desprendido de uno de sus jugadores favoritos, George Hill, a cambio del que acabaría siendo el MVP de las finales del 2014, Kawhi Leonard. La transición ya había empezado y nadie se había dado cuenta.

En 2015, se le ponía la guinda al pastel con la incorporación de LaMarcus Aldridge en la Agencia Libre. Esta vez se pasaba del “big three” al binomio Kawhi-Aldrige, pero sin perder al trío de oro. El resultado no podía ser otro que el que estamos viendo. Unos Spurs que juegan a lo de siempre, pero lo hacen como nunca. Rompiendo todo tipo de registros, han batido el récord de victorias de la franquicia en una Regular Season.

A pesar de su edad, 67 años, a Gregg Popovich todavía le queda cuerda para rato. A partir del 2017 no solo se encargará de dirigir a la franquicia de Peter Holt, sino que también se encargará de llevar las riendas del combinado nacional de su país.

Solo él, sabe la parte de la historia que le queda por escribir.

 

Egoitz Arizmendi

Baloncesto y algo más.

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