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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Bouillabaisse” o sopa de sobre

La vida es esa ingrata de mala memoria que no hace distingos entre quienes viven de acuerdo a valores morales y quienes se pasan por el arco de triunfo la ética y el respeto al prójimo. La vida no tiene escáner para detectar quiénes son merecedores de medallas y quiénes de castigos; tremendamente obscena, otorga sus favores indiscriminadamente, y no atiende a razones.

Vivir de acuerdo con lo que dicta la conciencia, ayudar al prójimo y tener humanidad no suma más puntos que avasallar al débil, pasar por encima de los demás y hacer únicamente lo que conduzca al propio interés. A los hechos me remito. Ser “bueno” no tiene premio ni ser “malo” castigo. Por lo menos según la Ley de los hombres –y si hubiera o hubiese otra no nos enteraremos hasta después de muertos-. Me sacudo el maniqueísmo y entro a por uvas.

De la observación detenida de mi cotidianeidad saco la conclusión atrevida de que, en muchas circunstancias y ocasiones, pareciera que “da lo mismo” hacer las cosas bien o hacerlas mal, que la conciencia no está despierta todos los días, que el baremo moral varía según quien lo manipule y que, cuando menos te lo esperas, aparece el golpe de buena suerte inesperado e inmerecido. Por el contrario, semanas de cuidadosa labor y reconcentrado trabajo se van por el desagüe sin poderlo evitar y sin que dependa de la voluntad personal.

Un día cualquiera recibo un inmenso regalo y al siguiente llega un golpe fatal de mala suerte. Unos días me siento a la mesa y tengo ante mí una sabrosa y sensual “bouillabaisse” y otros un mísero plato con sopa de sobre. Y no he hecho nada especial ni para lo uno ni para lo otro.

Un sobresalto continuo, una sorpresa sin fin, salir a la calle ya resulta toda una aventura, en cualquier esquina puede aparecer el avatar de la felicidad o el de la desdicha; ir preparado para cualquier eventualidad es imposible, digamos más bien que mejor perfumarse de esa resiliencia dichosa de la que todo el mundo habla ahora. Como si no supiéramos –los que ya hemos vivido un montón de años- que hay que estar a las duras y a las maduras, que lo mismo que te da, te quita. Una cabrona, la vida.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2011
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