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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de voyage” Londres en seis días. (III)

 

 

Si te toca un sábado en Londres ya sabes que hay que ir a Notting Hill, al famoso mercado de Portobello Road.

Es, no sé, como una costumbre que se transmite de padres a hijos viajeros, pero en realidad –no nos engañemos- lo bonito de Notting Hill son sus casitas de colores, sus parquecitos invitadores a la pausa, sus habitantes de aquí y de allá, variopintos, peculiares, de esos que siempre apetece plasmar en una fotografía sin que se den cuenta. Pero por lo demás, un mercado del más puro estilo “brocante” a precios de lujo y muchas tiendas para turistas, demasiadas. Al final estamos haciendo lo mismo que tanto criticamos: ¿Ir a Londres a Liberty, Harrods o Primark? Noooo, pero a Portobello sí. Pues vale, Ya fuimos, que conste en acta.

 

Un agradable paseo en bus nos lleva a otro de los puntos míticos –e inevitables- de Londres. El famoso Big Ben y su Parlamento, la abadía donde se casa la realeza y las fotos de postal. ¿Es equiparable el Big Ben a la Torre Eiffel? ¿O a los cubos de Moneo? Suele ocurrir con demasiada frecuencia que los edificios emblemáticos o distintivos de una ciudad lo son por algo bien distinto a su belleza… Sentía una extrañeza sentada en el césped al lado del lugar, pensando que no había una belleza especial en el entorno, si acaso el mito, como los turistas que visitan la Place Vendôme de Paris y se fotografían delante del Hotel Ritz porque de allí salieron los amantes en su último viaje.

 

Me ocurre con demasiada frecuencia en las urbes turísticas: que voy huyendo inconscientemente de la aglomeración de mochilas y pantalón corto, de cámaras fotográficas y grupos organizados. Busco el rincón, la callecita, el espacio diferente, el txoko que me extasíe unos instantes… y, la verdad sea dicha, nadie podría afirmar que en esta parte de Londres se pueda satisfacer mi deseo.

 

Así que, por proximidad geográfica y porque estaba previsto, nos dimos un paseíto hasta Trafalgar Square (emblemática y anodina plaza otra vez, aunque atiborrada de gente) y nos sentamos en uno de sus bancos de piedra, bien lejos de la fuente y las ráfagas de viento, a realizar la ingesta preceptiva del mediodía adquirida en un Tesco que ofrece ensaladas frescas y sushi y maki sin conservantes. (Algún consuelo teníamos que tener).

 

 

Era el sábado en el que correspondía a la Reina y su gente presidir un desfile militar con gran aparato de ruido y aviones cruzando el cielo y soltando humo rojo y azul. La marabunta se arremolinaba en los aledaños del Palacio y el Parque como si una ola de fuerte resaca los atrajera a todos hacia allí, así que, en dirección opuesta había menos aglomeración. Qué triste consuelo, pero ¿para qué voy a una ciudad de ocho millones de habitantes, para estar sola? Tenía que recapacitar sobre ello y así se me fueron varias horas de la tarde, con la cabeza en otro sitio…

 

 El museo del día.- “The National Gallery”.

Es el equivalente al Museo del Prado o a un Louvre en importancia, aunque no albergue cuadros “tan” famosos como los anteriores.

Realizada con anterioridad la selección de las salas a visitar, redujimos las seis horas mínimas de visita a la mitad más o menos. Siglo XVIII y XIX, principios del XX y un poco de impresionismo. Los famosos “Girasoles” de Van Gogh son –en mi opinión- los menos bellos de la serie de cuadros que pintó con ese tema recurrente. El edificio es hermoso, las salas bien organizadas, el recorrido puede hacerse agradable y, curiosamente, ninguna aglomeración de gente. ¿Será porque es gratuito y apetece más visitar Museos donde hay que dejarse 20€ en la entrada?

 

Anécdota del día.- Entrar en el Museo más importante del Reino Unido y que no exista ningún control para acceder al mismo es, cuando menos, sorprendente. Ni Rayos X, ni bolsos inspeccionados, ni personal controlando el acceso de los visitantes…Nada de nada. Las preceptivas cámaras de circuito cerrado de televisión, eso sí, y nada más (aparentemente). Es decir, alguien con nefastas intenciones podría introducir en el recinto…cualquier cosa. Esta aparente ausencia de control, que contrasta fuertemente con las cámaras que inundan el Metro, las calles, las estaciones, como un “gran hermano” multitudinario, ya nos había llamado la atención en la Nacional Portrait Gallery y en la Tate Modern. ¿Por qué los británicos se sienten más seguros que los franceses, italianos, alemanes o españoles? Que alguien me lo diga…

 En fin.

 LaAlquimista

Fotos: C.Casado

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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