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Cecilia Casado

A partir de los 50

“El viaje de mi vida”

Vaya por delante que viajar me fascina, que siempre he dado preferencia a una semana “curioseando” otros paisajes a un sofá de cuero en el salón; que no me ha temblado el ánimo cuando ahorraba durante seis meses y luego dejaba la cartilla en mantillas pagándome una buena estancia en India o en Kenia o en Bali. Y que comprendo perfectamente a quien le parece una “tontería” los afanes de viajeros como yo –que no turistas- ya que no intento arrastrar a nadie a mis viajes.

El primer “viaje de mi vida” lo realicé con veintiún años y fue a Paris. En aquella época, recién ingresada en el mercado laboral –es decir, que tenía dinero para financiarlo-, sentí que vivía un sueño hecho realidad cuando pude, por fin, viajar a la ciudad que me había encandilado a través de la literatura y las películas durante toda mi vida. El segundo “viaje de mi vida” fue a los veintidós, recién casada, y consistió en un paseo en coche de mes y medio por la Europa Mediterránea hasta llegar a Ankara donde dimos media vuelta. Francia, Italia, Grecia y Turquía, atravesando a la vuelta la antigua Yugoslavia, me inocularon el virus eterno de la curiosidad, de conocer formas diferentes de vivir, de hablar con seres humanos de otro pensamiento, otra lengua, otras costumbres.

Y así han ido pasando los años, cuarenta para ser exactos, sin que haya cejado en mi empeño y placer de viajar y conocer lugares de este planeta que, ni uno solo, me ha decepcionado ni dejado de aportar la “sabiduría del viajero” que nada tiene que ver con el “conocimiento del turista”.

Una vez eché las cuentas de lo que podría tener ahorrado si no hubiera gastado el dinero de mi trabajo en gasolina o billetes de tren, de barco, de avión. Y llegué a la conclusión de que prefiero tener recuerdos imborrables, felices, exquisitos, en mi “cartilla” que dineros para “el día de mañana”. Mi “día de mañana” es hoy, ya ha llegado y quiero seguir viviéndolo y disfrutándolo con la tranquilidad de espíritu de saber que me preocupo únicamente de lo que pueda ocurrir hoy, aquí, ahora.

Así que, una vez más, estoy haciendo las maletas para siguiente “viaje de mi vida”. Esta vez va a ser un salto muy grande, la primera vez que voy a pisar una tierra del hemisferio Sur, en un viaje de dos semanas largas que me llevará a un país donde la magia, el misterio, la energía y la espiritualidad se juntan para asombrar al visitante y encandilar al viajero: Perú.

Me voy por mi cuenta y riesgo, viajaré sin una amiga o pareja al lado, SOLA y perfectamente acompañada de mi curiosidad, emoción y ganas de vivir. Una vez en Lima, se me ha ofrecido la inusitada oportunidad de juntarme a un grupo de siete personas para realizar un recorrido místico por los lugares emblemáticos del país Andino.                                                      

“¿Y no te da miedo viajar con personas desconocidas? – me preguntan algunos amigos intuyendo mi respuesta por el brillo de mis ojos.

No sólo no me da miedo, sino que es un aliciente para el viaje, conocer a otra gente, abrir mi mente, adaptar mis costumbres, experimentar.

Llevo un mes largo preparando mi cuerpo y mi espíritu para la experiencia, ordenando mi energía, calmando los últimos desasosiegos, pasando página del último amor, viendo cómo se cierra la última herida. Y sé que es el momento adecuado, que este “viaje de mi vida” ha aparecido en mi camino sin que yo llamara a ninguna puerta, una oportunidad que se me brindó sorpresivamente y que, sintiéndolo muy fuerte en mi interior, voy a aprovechar poniendo en ello toda mi energía, valor y esperanza.

Así que abriré un paréntesis para meterme en él. Un tiempo en el que sentiré el desierto y me dejaré bañar por el agua del mar; un tiempo en el que amaré el frío de las alturas y recibiré la energía de piedras milenarias. Todo esto desde el interior, con la emoción de propiciar el cambio y la seguridad de que mis canales de conciencia van a verse espoleados a dejarme “ver” lo que intuyo que todavía no alcanzo…

Será un viaje iniciático aunque no faltarán las fotos de los lugares de postal; llevaré el mini-ordenador que sustituye a los cuadernos “moleskyne” de otra época y mi cámara seguirá capturando imágenes menos nítidas que mis retinas,

Y aunque haya conexión wifi por doquier mi ánimo decidirá si la utilizo o dejo que las vivencias se aposenten en mi corazón antes de volverlas palabras y compartirlas.

Mi deseo es regresar y encontrar a mis seres queridos esperándome con una sonrisa entre los brazos abiertos.

LaAlquimista

*Acepto y solicito consejos para el viaje y cualquier testimonio de quien conozca el país que voy a visitar.

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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