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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Qué es ser espiritual?

 

 

Desde hace ya bastante tiempo me andaba rondando en la cabeza la necesidad de concretar una reflexión propia sobre “la gente espiritual”, dicho este término como resumen o compendio de toda tendencia a desapegarse de alguna manera de lo superfluo de nuestra sociedad y ahondar un poco –aunque tan sólo sea un poco- en los recovecos del espíritu, no precisamente con afán o tendencia a lo religioso, sino únicamente como búsqueda del camino hacia la personal trascendencia como seres humanoReleo el párrafo anterior y lo encuentro farragoso. ¿Es que no se explicarme con más claridad y sencillez?

También yo estoy “contaminada” por los aires “espirituales” de moda y su vocabulario particular. Posiblemente también me haya dejado encandilar por ciertos cantos de sirena que hablan de “ser mejor persona”, de buscar y encontrar, de sentir sin padecer, de subir un peldaño en la escala que sea y, eso sí, mirar a los demás desde arriba, como diciendo “yo soy espiritual y tú te has quedado en el camino”.

Dejaré claro que “espiritual” significa referido a la persona: “muy sensible y poco interesada en lo material”. Sin darle más vueltas. Sin buscarle tres pies al gato, he aquí una definición perfecta de lo que tendría que ser una persona espiritual y no lo que nos venden estos últimos tiempos.

Cursos y cursillos, Convivencias y Retiros, Meditaciones y toda una serie de propuestas para, teóricamente –y como si fuera una asignatura lectiva- acercarse a lo interno del ser humano, la esencia, el poso profundo donde anida el espíritu primigenio aplastado por la superficialidad de la sociedad en la que hemos crecido.

Cursos y Cursillos que cuestan un dineral, donde se presenta un “guru” revestido de un halo espiritual que nos va a enseñar –a quienes no sabemos nada de ello porque hasta ese momento hemos estado en la caverna con los ojos cerrados- a apartar el ego de nuestra vida, a dejar la mente en reposo mediante la meditación, a ser “mejores” de alguna manera, además de comer diferente, no beber alcohol, no fumar ni tomar drogas y acercarse –de veras o de mentirijillas- a un mundo paralelo de espiritualidad al alcance de unos pocos elegidos.

Luego puede resultar que algunas de estas personas no sepan vivir sin ir a los mejores restaurantes o comprarse ropa nueva continuamente; o puede resultar que esas personas que sólo leen libros “espirituales” y que tienen un discurso lanzado desde un peldaño más arriba, no se tomen el tiempo necesario de tratar al que tienen al lado con AMOR del sencillo, cotidiano, del que hay que arrimar el hombro en la práctica, porque se han quedado en la teoría intocable de lo que se llama “espiritualidad”.

Yo soy espiritual porque soy muy sensible a la indignidad, la falta de libertad y la ausencia de valores humanos. Soy espiritual porque no valoro apenas los bienes materiales. Pero no lo soy porque medite quince minutos todos los días y luego le niegue la palabra a quien me quiera hablar. Me niego a reconocer espiritualidad alguna en todos esos montajes de fin de semana a base de: “convivencia en silencio, meditación, comidas a base de alpiste, charlas magistrales por maestros titulados y sentirse mejor que los demás”.

La contradicción está servida en este tema. Basta con mirar alrededor y darse cuenta de que ningún “maestro” hace alarde de serlo y de que quienes cacarean sus caros y elitistas cursos no están precisamente siendo coherentes con la “espiritualidad” que venden.

Por el contrario, se puede ser sencillo como persona-humana, no dar lecciones al prójimo como si el prójimo formara parte de una sub-especie y admitir la propia ignorancia en tantos y tantos temas con un poco de sinceridad y humildad.

“Espirituales” somos legión…aunque no vendamos nada.

En fin.

LaAlquimista

-Fotografía: Alejandro Ashley

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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