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Cecilia Casado

A partir de los 50

Leer la prensa en el bar, una odisea cotidiana

En mis largos paseos urbanitas suelo parar a tomar café en aquellos sitios que tengo fichados por buenos y baratos. Que te den un cortado como Dios manda por un euro es algo que hay que agradecer, sobre todo pensar en que quien lo hace es una persona con el cerebro más grande que el bolsillo. Y digo esto porque, en ese mismo barcito en el que recalo de vez en cuando, me sorprendió –y me hizo sonreir- un letrero que aquí reproduzco, pidiendo a la clientela que no acapare los periódicos puestos a su disposición.

¡Qué tema tan peliagudo! Que llegas al bar de costumbre con ganas de echarle un vistazo a la prensa del día –versión papel- y buscas el periódico ese que lleva el lomo de madera para indicar que es privado del bar para uso de sus clientes. Allí está, en la mesa del señor con el cafelito. Y vas y te acercas y le dices: “¿Buenos días. Serás tan amable de pasarme la prensa cuando acabes con ella?”. Y te mira y te dice: “Claro”. Vale, pues a esperar. Pero el tiempo pasa, tú te acabas tu consumición y allí sigue el periódico, en manos del del café que lo lee con fruición y parsimonia. Y entonces te levantas, vuelves donde él y le dices (con sonrisa siempre): “¿Te queda mucho con el periódico?” y va el conciudadano de turno y te espeta: “Todavía no lo he TERMINADO”.

¡Pero, CÓMO, ¿lo vas a terminar!? Pues eso nos pone en hora u hora y media más, suponiendo que te leas incluso los anuncios por palabras (que también tienen su aquél). Y eso si no se te ocurre hacer el crucigrama y completar el jeroglífico… (Esto anterior no se lo digo, pero lo pienso)

Por eso me ha parecido tan bien que el bar Vizcacha, de la Avenida de Sancho el Sabio, haya colocado este letrerito bien a la vista de todos sus clientes. Y cuela, vaya que si cuela…

“Decreto Legislativo Periodístico”

Los periódicos que se facilitan gratuitamente a los clientes del bar son para OJEARLOS, no para aprenderlos de memoria.

Todo aquel que supere los diez minutos leyéndolos, deberá hacerlo en VOZ ALTA  para que las noticias lleguen al resto de la clientela.

LA AUTORIDAD COMPETENTE

¿Por qué es necesario aleccionar al personal en cosas elementales como si fuéramos críos de primaria? ¿Por qué hemos olvidado los mínimos de respeto y educación que en algún momento nos enseñaron nuestros educadores? La sociedad intenta –en su conjunto- recordar que hay que comportarse como seres civilizados (aunque la realidad demuestre la gran amnesia colectiva al respecto) y a mí me da por pensar que detrás de una persona que acapara un bien común se puede esconder un ser maleducado, insolidario e incluso poco digno de confianza.

Como los que se sientan en los respaldos de los bancos y ponen las patazas sucias en el asiento, como quienes se despatarran en el autobús como si fuera el sofá de su casa, como los que se toman uno con leche en la barra del bar y tiran al suelo el papel del azucarillo y la servilleta con la que –acaso- se han limpiado los morros. Eso sin contar a las que no tiran de la bomba en la cisterna de los baños públicos, las que desparraman desechos higiénicos por el suelo de esos mismos baños, las que tiran los pañales manchados de sus hijos en cualquier lado.

Y no quiero olvidarme de los que escupen por doquier -¡qué asco, maldita sea!-, ni de los padres de los niños que dejan perdido el parque de envoltorios de gusanitos y chuches varias, ni de los fumadores que lanzan las colillas –encendidas- como si fueran proyectiles, ni de los abueletes que se te cuelan en la caja del súper con el rollo de que “sólo llevo dos cosas” , ni de los plastas con perro que se piensan que la mierda de sus chuchos es abono para los jardines.

Pues lo dicho. Que a ver si pensamos un poquito más en los demás y se consiguen evitar esas pequeñas faltas de respeto hacia el prójimo que, qué duda cabe, son como una cinta sinfín o como una escalera de Moebius que todo el mundo mira pero nadie sabe darle significado.

Y mi aplauso para el bar Vizcacha que pone blanco sobre negro lo que tantos pensamos y no nos atrevemos a decirle al de al lado por miedo a que nos pegue un bufido.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


mayo 2015
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