>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Lo barato sale caro

  1. Las personas que ya no cumpliremos cincuenta años hemos heredado el “síndrome del ahorro” que nuestros padres padecieron como consecuencia de haber vivido en su infancia o juventud la desgracia de una guerra y una postguerra inacabable que les obligó a una austeridad pinchada en vena. De aquellos polvos vienen estos lodos y muchos siguen todavía poniendo en práctica el famoso “ahorro del perejil”.

    Pero los que nos hemos sacudido (o por lo menos hemos intentado sacudirnos) esas telarañas educacionales, sabemos perfectamente que hoy en día, lo barato sale caro.

    Vestirse con ropas de mala calidad y ver cómo al segundo lavado pierden color, textura y comienzan a deshilacharse, es una penosa experiencia que nos enseña algo. Calzar zapato de plástico con horma rígida y ver cómo al cabo de un par de semanas las suelas se van desgastando mientras que los pies van hinchándose va en el mismo saco que la experiencia anterior.

    Acudir a “profesionales” que rebajan sus honorarios de forma exagerada porque están ofreciendo los servicios de aprendices y utilizando al cliente como cobaya, también tiene consecuencias nefastas y no únicamente sobre el bolsillo. Ejemplos hay demasiados y es feo señalar con el dedo, pero puedo contar cómo acudí a una Clínica Dental donde me hicieron un presupuesto muy barato y al ponerme la anestesia me dejaron el párpado inmovilizado durante seis horas. Protesté y me indicaron que los odontólogos que trabajaban allí “estaban de prácticas”. Afortunadamente, al poco tiempo vi cómo echaban la persiana.

    O esos lugares de “estética” donde para mantener los precios bajos tirando a bajísimos es más que obvio que los productos utilizados son “de garrafón” y luego empieza el pelo a caerse a puñados o el tinte se desvanece en cuatro lavados o las uñas se apergaminan y el cutis pica en cuanto le da el sol, y eso sin contar los desmanes de los alumnos de esas Academias, también nos están enseñando una lección que no se puede dejar de aprender: que lo barato sale caro.

    Por no hablar de alimentos “frescos” que vienen de muy lejos, que no maduran ni en el árbol ni en el camión-frigorífico y que, al cabo de dos semanas dando vueltas por la cocina, acaban en la basura porque es que da asquito comérselos, la verdad, y total, como los compramos “muy baratos” pues no da tanto cargo de conciencia tirarlos.

    Es más barato también no pagar el seguro del hogar o el del coche si te atreves a tamaña osadía (nos quedaríamos asombrados de la ingente cantidad de propietarios de pisos y de coches que no los tienen asegurados) y el día que al abuelo se le cae la colilla encendida mientras da una cabezada y le pega fuego a todo el tinglado es cuando la gente se da cuenta del error cometido “por ahorrar”.

    También sale muy caro ir a comer fuera de casa a sitios que se anuncian con precios rompedores y que ofrecen –además de la dudosa higiene o calidad de los alimentos- la casi certeza de una digestión atropellada cuando no un cólico más que seguro. Me viene a la cabeza el pintxo-pote de cierto barrio donostiarra que ofrece en casi todos sus bares unas fritangas incomibles, congeladas, que vaya usted a saber de qué están hechas, aunque sepan rico como toda la comida-basura. Ahí también nos sale caro lo que hemos tomado por barato porque el colesterol se pone por las nubes en una única sesión y vaya usted a reclamar luego al maestro armero.

    Incluso algunas personas son de tipo “oferta 2×1”, te lo ofrecen casi todo a precio de ganga: comprensión aparente, cariño interesado, generosidad caducada: pura publicidad engañosa. Son personas fáciles de acceder, no suelen ser demasiado complicadas, están ahí al alcance de cualquiera que no rasque la etiqueta superficial; dan comodidad y aparente seguridad, pero no duran mucho en su aparente consistencia: a la primera de cambio que surja una crisis o un problema se caen al suelo y entonces se sospecha cuál es el verdadero precio que hemos tenido que pagar por algo que no valía apenas nada…

    Pues ahí queda la reflexión; cada vez que he tenido que tirar algo por inservible ha sido porque lo había pagado “barato” o me he creído que había encontrado el chollo del mes… o de mi vida.

    Que ya lo decía mi abuela: “nadie da duros a cuatro pesetas”.

    En fin.

    LaAlquimista

    Por si alguien desea contactar:

     apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2015
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031