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Cecilia Casado

A partir de los 50

La persona y el personaje

 

Con la falta de pudor y vergüenza que es habitual en la “prensa rosa” que se nutre de la carencia de esos mismos valores en la mayoría de los protagonistas de las “noticias” y en los propios lectores, se da la paradoja de que el común de los mortales se permita el desmán moral de pretender “conocer” a los personajes obviando a la persona que habita en ellos.

Así, recuerdo, que todo quisque tenía opinión sobre una famosísima duquesa hipertitulada –no sé en qué Universidades-, a la que criticaban por su forma de vestir, de vivir, de amar y de repartir sus dineros. Es un ejemplo ejemplar el que he puesto porque… ¡Qué atrevimiento más grande pretender conocer, más aún, criticar, juzgar e incluso condenar a otro ser humano sin haber compartido con él jamás el pan y la sal! Pero así somos de falaces, condición humana será, digo yo…

Salvando las distancias –que son abismales- me ha tocado últimamente bregar con un coletazo prejuicioso de este tema aplicado a mi humilde persona. Como resulta que llevo casi seis años firmando los artículos/post de este blog de mis entretelas como “LaAlquimista”, mucha gente ha creído entender que tras ese “alias” se oculta un personaje que tiene poco que ver con la Cecilia Casado que figura en la cabecera del blog.

¿De verdad hay quien crea sinceramente que me he inventado un personaje (o personajillo) para contar cuentos y lanzarlos al espacio cibernético tres veces por semana? ¿Realmente mis vivencias y experiencias parecen poco creíbles o directamente inventadas? Es cierto que es mucho lo que callo –por respeto a otras personas y a mí misma-, pero lo que cuento es uña y carne conmigo misma, con la mujer que figura en el D.N.I. con el mismo nombre y la misma foto que a veces deslizo en el blog…precisamente para hacerme más real si cabe.

Sigo la pista a algunos blogs famosos escritos por famosas de cualquier tipo: escritoras y políticas, e incluso celebrities de tres al cuarto o de muslo y pechuga completa. Y leyéndolos constato que la mayoría adolecen de la más mínima alusión íntima y personal a la esencia de quien escribe; es decir, cuentan cosas superficiales, aportan datos inicuos –o inocuos-, vamos, que no se mojan para nada; en definitiva, que son fieles a su personaje. Y eso vende mucho, claro está, para eso les pagan.

Hay otras blogueras (vaya nombrecito más feo, a ver si algún Marías o Pérez Reverte me lo traduce al español cuando tengan un momentito libre en su “corte” personal e intransferible), hay otras, digo, entre las que me encuentro, que captan lectores sencillos, sin alharacas añadidas, contando el día a día de una mujer normal y corriente, allá donde puedan verse identificadas otras mujeres normales y corrientes, sin photoshop del alma ni retoques indecentes en lo que hay por dentro.

Como me decía mi abuela querida: “Hija, a ti, quien te conozca que te compre” y tenía razón, porque para “comprar” hay que conocer, no vale elucubrar ni imaginar ni mucho menos idealizar o demonizar a la persona metiéndola en la piel de un mero personaje.

Soy tan real, me muestro tan real, que resulto difícilmente creíble… ¡Qué suerte la mía! A veces, es más fácil creer en las mentiras que en la sencilla realidad de la gente sencilla…

He querido contar –y seguir contando mientras pueda- las vicisitudes cotidianas de una mujer “adulta mayor”, de más de cincuenta años (concretamente ya he cumplido los 60) que sigue teniendo ganas de vivir, que se ve guapa ante el espejo porque los cánones de belleza que valora miran al otro lado del azogue, que sigue creyendo en la complicidad del amor a pesar de las “cicatrices de guerra” que ostenta en el Libro de Familia, que se levanta cada mañana dando gracias al Universo por todo lo que tiene en vez de condolerse por todo lo que le falta…

Me gustaría separar mi persona de ese personaje que parece que soy a veces, que cuando LaAlquimista dice una boutade o cuenta una estupidez es Cecilia Casado la que está metiendo la gamba hasta el fondo. Y si alguna vez atino en la diana o suelto una perla cultivada de las de verdad, que también se comprenda que, a veces, sólo a veces, el cantor, aunque sufra y llore, tiene razón.

Porque la auténtica persona que habita en el interior de cada uno no siempre se corresponde con las apariencias, hay que mirar bien, escudriñar con cariño y, para ello, también hay que mostrarse sin miedo, con generosidad. Quien poco se oculta, aunque se exponga, podrá recibir mucho amor, mucho más que quien vive pertrechado detrás de su “personaje”.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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