>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

¡Marchando, una de amigas!

 

Dicen que los hombres, cuando se casan, “desaparecen” del grupo de amigos, como si fueran abducidos por el “concepto pareja”; por la parte que me toca creo que es cierto porque cuando estuve casada (o emparejada) no había manera de que el hombre en cuestión se aireara de vez en cuando: siempre en casa, pegadito a la familia o a mí, aunque yo seguí saliendo con mis amigas de siempre, una vez a la semana, aquellos famosos “viernes femeninos” que eran más positivos que cualquier terapia psicológica que estuviera de moda.

Por lo que sé, por lo que veo y por lo que siento, las mujeres somos mucho más grupales que los hombres. ¿Cuándo se ha visto a un grupo de amigos, dándole al café en una terracita a la caída de la tarde en estos veranos suaves que tenemos por aquí? ¿Será que ellos sólo se juntan cuando hay partido o cena en la sociedad? Pero claro, no hablo yo de salir a dar saltos con la camiseta blanquiazul ni a ponerse el delantal para jugar a cocinillas…

Lo que hacemos las mujeres cuando nos juntamos con las amigas tiene bastante poco que ver con lo que los hombres suponen que hacemos las mujeres cuando nos juntamos con las amigas. Los topicazos al uso nos pintan como una especie de akelarre en el que se pone a parir a cuanto macho viviente anda por las cercanías; se sigue recurriendo al prejuicio de que hablamos únicamente de nuestras parejas…¡y no es cierto! Quizás la prepotencia masculina (cuando la hay) les hace creer que están presentes aun cuando están ausentes y…no, no, ya siento la decepción…¡pero no es así!

Las mujeres amigas, cuando se juntan, hablan de las cosas que les son importantes a cada una en su propia vida. De esta manera, habrá quien hable de su labor profesional, otra de su hijo pequeño que anda rarito en el cole y otra de su hijo mayor que hace lo mismo en la universidad. O de lo feliz que está la que se va a jubilar y le han regalado un perrillo, pasando por la que vive feliz como una lombriz con su pareja en casas separadas. Luego está la soltera que tiene ambiciones y no para y la soltera que vive tranquila, la divorciada que vive la vida con mayúsculas y, -siempre hay alguna-, la casada que la vive con minúsculas. Pero no hablamos del hombre como eje vital, sino de la VIDA tal y como se nos presenta a cada una.

Las amigas nos contamos cuitas, pesares y miedos; compartimos malos rollos y angustias y nos apoyamos como mosqueteras alrededor de la que pide ayuda. Porque ésa es otra: somos capaces de reconocer que necesitamos ayuda y de pedirla, no vamos por la vida con la sonrisa puesta como si no pasara nada mientras por dentro se nos desmonta el tinglado vital.

Cuando me falló la pareja, me apoyaron las amigas. Cuando me  falló la familia, las amigas siguieron estando ahí. Cuando me quedé sin trabajo, ellas fueron mi muleta. Cuando he estado enferma me han cuidado, cuando he sido feliz han venido a compartir conmigo, cuando había penas me prestaron el hombro y puedo viajar tranquilamente porque siempre hay alguna que cuida de mi perro; ahora que ando moderadamente feliz con mis cosas puedo devolverles de a poquitos todo lo que por mí han hecho.

Intuyo que mi futuro va a ser tan rico como mi presente porque me importa la amistad, porque he decidido no quedarme aislada conmigo misma y mis ya incipientes rarezas; la vida es muy larga o demasiado corta según las cartas que nos hayan tocado para jugar y ya va siendo hora de elegir bien, de hacer la apuesta adecuada.

Se puede tener familia o no tenerla –ahí no hay nada que hacer para modificar la realidad-, pero la amistad y sus maravillosas posibilidades –tanto para mujeres como para hombres- están ahí, al alcance de cualquier corazón, esperando únicamente a que demos el primer paso, sembremos una semillita y la reguemos poquito a poco: ¡siempre florece!

¡Va por las amigas! ¡Que no les pase nada malo, que vivan muchos años y…yo que lo vea!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


septiembre 2015
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930