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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexiones en Yucatán (II) “Cenar a las dos de la mañana”

 

“Cenar a las dos de la mañana.-“

El sábado pasado tuve la suerte de coincidir con la celebración de “La noche blanca”, ese evento que nació en París allá por los albores del siglo y que aúna artes, música, magia, teatro y casi cualquier expresión lúdica y/o artística que haga que el ciudadano se quiera quedar en la calle hasta la madrugada disfrutando de forma gratuita del acceso a exposiciones, museos y centros culturales. La fiesta está en la calle, en las plazas y se espera de la gente que participe para que sea un éxito y pueda volverse a celebrar la siguiente edición.

En Mérida, capital de Yucatán, la noche blanca me llevó a la galería de arte Noox, situada en una hacienda restaurada del centro de la capital, donde el ambiente de la noche nos envolvió generosa y calurosamente. El espacio de exposición, eficientemente gestionado por su directora, que da la casualidad que es mi hija Amanda Arruti, mostraba los paisajismos de Emilio Suárez Trejo, la obra de un artista ya bien reconocido por la fuerza de su plasticidad y conceptos visuales. Los visitantes nos demoramos por salas y jardines disfrutando de la música en directo y del nada desdeñable apoyo de bebidas y canapés.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al filo de la una de la mañana, con el cansancio del jet lag sobre la melena, hice un tímido amago a mis acompañantes para regresar a casa poniendo cara de adulta mayor cansada que se acababa de saltar el charco de un tirón.

Si dije, ya dije. – ¿A casa ahora? ¡Pero si tenemos que cenar! Y me miraron con la misma cara  que solía yo poner cuando alguna amiga pretendía escaquearse de la juerga sabatina y retirarse a casa  antes de tiempo, es decir, antes de que repartieran los periódicos por los bares.

Me tragué el cansancio y la justificación, de repente me pareció que era una tontería no apurar la noche aunque el cuerpo no me pase la itv en los próximos dos meses, así que dije que de acuerdo, faltaría más, pensando sibilinamente que con la hora tardía todos los espacios posibles de proveer condumio estarían ya más que atrancados hasta el día siguiente. ¡Cuánto error suponer que la vara de medir es la que tenemos en casa! Sé que en mi país hay sitios donde se puede reponer fuerzas las 24 horas del día pero son lugares, cómo decirlo, de muy baja calidad gastronómica y alto ambiente bullicioso.

El cogollo de la ciudad vibraba de música: mariachis, cantautores y guitarreros en grupo y las terrazas competían en asentar a los clientes que, pacientemente, esperaban su turno. Elegimos el lugar donde se comía bien, lleno de autóctonos, ni un turista a la vista, todos en los hoteles o lugares “típicos” o ya retirados a sus aposentos para el madrugón dominical para visitar la Ruta Puuc o acercarse al Caribe en una escapadita de ida y vuelta.

No hay nada como confraternizar con la gente de cada lugar para poder alcanzar el sabor auténtico de cada tierra. La gastronomía mexicana –tan maltratada cuando se intenta en España- incita al placer –lujurioso también- de la comida. Imprescindible para abrir boca guacamole con totopos y luego un abanico colorido de manjares cuyos nombres no tuve tiempo de aprender ya que me dediqué a degustarlos y dejé la teoría del conocimiento para otro día.

 

¿Cómo es posible que hubiera cientos de personas cenando por segunda vez a las dos de la mañana? Lo pregunté amparada en una impostada candidez y me respondieron que “el mexicano come cuando le da la gana” y no hay horarios ni convenios ni leyes que impidan que la gente disfrute del más básico de los placeres, de aquello por lo que media humanidad suspira y la otra media intenta aquilatar para que no le llamen “fofisano”

El postre y un “alfonsotrece” remataron el festín al filo de las cuatro de la mañana. Toda una maravilla dejarse llevar por los sentidos y por los amigos que quieren compartir su peculiar modus vivendi. El cuerpo lo resiste (casi) todo y la mente cuando está abierta, también.

Como decía Baroja: “los nacionalismos se curan viajando”. O como decía mi abuela: “donde fueres, haz lo que vieres”.

En fin.

http://yucatan.com.mx/multimedia/galerias/la-galeria-noox-azcorra-se-integra-exito-a-la-noche-blanca

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Foto: Amanda Arruti Galería Noox. Mérida. Yucatán

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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