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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexiones en Yucatán (III) “Todo el año al sol”

 

 

 

“Todo el año al sol”

De repente como que queda divino bañarse en las aguas del mar Caribe en Playa del Carmen un veinte de Diciembre, sacar el pareo y la crema solar y hacerle un corte de mangas al calendario, una especie de impune salto en el tiempo privilegio de unos pocos. Bajo las palmeras llenas de cocos sacar la típica foto para dar envidia en facebook y libar algo rico a precio de ídem porque la playa pública queda esquinada de la privada de cualquier beach club lleno de vigilantes, meseros, empleados que sudan el uniforme para que los privilegiados turistas (sólo turistas) puedan sumergirse en un remedo estival en pleno solsticio de invierno. Está bien para contarlo e incluso para vivirlo, aunque…

Mi memoria emocional y afectiva liga indisolublemente estas fechas a la bufanda y la txistorra, la foto se me antoja absurda frente a un gran árbol navideño con vestido de tiras y sandalias, yo quiero mi fresquito norteño, la lluvia y la bruma, el chocolate caliente con las amigas, el calor humano y amoroso como único arropo. ¡Qué fuerte anida en nosotros lo que se ha respirado durante lustros! Los jóvenes tienen una capacidad de adaptación virgen todavía, les faltan recuerdos, olores, sabores, abrazos perdidos y fotos de color sepia.

La vida se aposenta como en el fondo de los ríos, fluye en la superficie pero guarda recuerdos y piedras inamovibles en el lecho profundo al que nadie que no sea uno mismo se atreve a bucear con no poca prevención e incluso algo de temor.

Yucatán exuberante, cálido, destino vacacional todavía no borrado de la geografía lúdica por el miedo a lo desconocido, a los horrores que cuentan las noticias, Yucatán que conocí por primera vez hace ocho años en un viaje invernal buscando con mis hijas el calor como sucedáneo de cierta alegría que se nos estaba escapando por aquel entonces… ¿Quién me iba a decir que volvería una y otra vez, no ya como turista sino como madre y abuela que necesita el calor de los suyos?

 

 

 

Guardo al fondo de la maleta la ropa con la que hice el viaje desde Donostia: plumífero y todo lo que va debajo. Lo miro de vez en cuando y me recuerda que tengo otra vida en otro lugar, que mi estancia en tierras mexicanas se fundamenta en el amor familiar, que iría al fin del mundo por mis hijas, pero que no puedo evitar que se me escape un temblor cuando leo los periódicos de mi tierra y veo a “Engraxi” rodeada de gente comiendo talos con txistorra y bebiendo rica sidra.

Lo de Proust y la madalena será verdad o mentira o una solemne tontería, pero doy fe de que a partir de cierta edad las raíces se estiran…pero no se rompen como no sea a hachazos.

Son las ocho de la mañana y el calor empieza a enseñorearse de la vida. El cuerpo me pide quietud y agitarlo lo menos posible. ¿Dónde están mis caminatas kilométricas? Vida de bebés: dormir, comer, dormir y…con la fresca de la tarde comenzar la “jornada” hasta la madrugada o casi. El tiempo es UNO. Primavera, verano, otoño e invierno por el mismo precio. Acaba siendo algo así como “El día de la marmota”…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Fotos propiedad de la autora.

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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