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Cecilia Casado

A partir de los 50

Año Nuevo, la misma vida de siempre

 

He estado buscando febrilmente entre mis documentos el post que escribí hace un año en el que, previsiblemente, hablaría de la absurdez de los propósitos de Año Nuevo basada en cimientos de humo y autoengaño. Como no lo he encontrado –mejor así- no me va a quedar más remedio que reflexionar un rato a ver si se me ocurre algo acorde con el espíritu de la fecha, ése que analiza el año moribundo y recibe al nuevo lleno de proyectos, ilusiones con la obsolescencia programada para menos de tres meses.

Echar la vista atrás me cansa muchísimo; más que nada porque tengo memoria selectiva, es decir, que me acuerdo únicamente de lo que me conviene en cada momento, como las pulgas que sacan los nutrientes que necesitan en un visto y no visto y dejan correr la sangre innecesaria. Así que no haré un resumen del año 2015, en realidad a nadie le interesaría y sería un ejercicio de exposición emocional inane para todos.

Pero sí que puedo compartir algún deseo que tengo guardado como oro en paño en el inconsciente y que ahora, con la última hoja del calendario asoma la nariz, igual que un cachorrillo husmeando la vida.

No hace falta más felicidad para mis hijas porque ellas ya saben gestionar de forma positiva sus vidas, ni buena salud para mis amigos que ya se encargan ellos también de fastidiársela con una sonrisa de satisfacción en los labios.

Mis deseos son muy sencillos porque mi vida está tomando un derrotero imparable hacia cierta sencillez que jamás habría imaginado anhelar; además siempre me chirría ese dicho que advierte de que hay que tener cuidado con lo que se desea no vaya a ser que se cumpla… y se fastidie todo.

Que una amiga deseó encontrar novio y lo encontró, pero resultó que en vez de salirle rana le salió sapo y fue todavía peor. Que conozco a quien deseaba jubilarse ya de una vez para dedicarse a los quehaceres lúdicos de la clase pasiva y se le separó la hija con un bebé pequeño justo el día que firmó la “anticipada” y ahora anda todo el rato entre guarderías, paseos por el parque y pañales en vez de entre mojitos y soleadas playas levantinas. O está también quien deseó que le tocara la lotería y le tocó un buen pellizco y en vez de comprarse un coche rojo lo ha tenido que repartir entre sus hijos que, pobrecillos, bien que lo necesitaban. En definitiva, que mejor no hacer olas y dejar las cosas como están.

Y ahora me doy cuenta de que si pongo negro sobre blanco ese deseo que anida en lo más tranquilo de mi inconsciente igual se me cumple…con efectos secundarios, así que mejor me lo callo y que siga saliendo el sol por Antequera que es lo clásico.

Este nuevo año que comienza, de nuevo no iré al gimnasio, seguiré emperrada en no mejorar mi inglés, ni viajaré a NY, ni dejaré de beber vino o cervezas o de comer lo que más me gusta mientras pueda. Este nuevo año tampoco conseguiré que se instaure la paz mundial ni que dejen de morir seres humanos a manos de otros seres (in)humanos; ni veré que los políticos se convierten en adalides de la honestidad ni que los ricos tiendan una mano a los menos favorecidos. Por no ver ni tan siquiera veré a algunas personas que predican cerca de mí el amor con mayúsculas tenderme una mano amorosa para que sea verdad lo que cuentan.

Pero no importa. Lo único que me importa de verdad es seguir en pie con la mente en su sitio y la melena al viento. Que no es poco… Así que os deseo que no tengáis demasiados deseos.

En fin.

Feliz Año Nuevo y esas cosas.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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