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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Cambiar de charca”

 

Me consta que por la zona norte del mapa patrio las chicas y los chicos siempre hemos criticado las pocas facilidades para “ligar” o conocer gente que nos hemos brindado a nosotros mismos. Será porque nos tocó vivir tiempos grises, nos pesaba demasiado la educación religiosa, los tabúes, el entorno y el qué dirán. Aquellas chicas y chicos somos ahora mujeres y hombres adultos mayores, es decir, más cerca de los sesenta que de los cincuenta y, qué triste reconocer que poco ha cambiado la cosa.

Seguimos con el “sí, pero no” de tantas mujeres que desean y no se atreven y nos tropezamos con el “no, pero sí” de tantos hombres que se atreven y no desean. Es decir, el mismo batiburrillo incomprensible que le hizo a alguien decir que las mujeres somos de Venus y los hombres de Marte para definir la falta de entendimiento entre dos sexos que, buscando lo mismo, ponen líneas rojas invisibles a posibles acuerdos. (Acabo de darme cuenta de que mi lenguaje está siendo invadido por el espectro político del vociferador televisivo, pido disculpas).

Entonces llega mi amiga E. y dio el consejo del millón: – “Alqui, querida, hay que cambiar de charca”. Como es una chavala muy graciosa (lo de chavala lo digo porque frisa los cuarenta), le reímos el chiste en grupo, hicimos los coros y volvimos a brindar, pero, en el fondo, como que no nos lo creíamos demasiado…

Cambiar de charca” cuando las ranas de la nuestra no responden a nuestra llamada es el único método simple y contundente para conocer a alguna persona “diferente” o “nueva”. Llevamos toda la vida “croando” en el tono supuestamente adecuado y –hay que confesarlo- sin “vender una escoba” como no sea un sábado por la noche, en cuadrilla, con mucha juerga encima y bastante alcohol en las venas. Un desastre donde los haya.

Cambiar de charca” consiste en ir a sitios nuevos, modificar el decorado habitual, utilizar las posibilidades al alcance de la mano –o de la sonrisa- para que el horizonte deje de ser siempre del mismo tono aburrido. Basta con desplazarse unos pocos kilómetros hacia la derecha o la izquierda del mapa, cambiar de provincia o de país (nosotros que tenemos la frontera tan cerca); abrirnos a otros grupos de personas, dejar en paz el maldito y endogámico chovinismo vasco y probar con gente de “matrícula” diferente.

¡Con lo majos que son los cántabros y los leoneses, y los andaluces y los valencianos! Gente con menos prejuicios o más ganas de pasarlo bien, personas desinhibidas que no tienen visión de 360º como nosotros, que estamos “a todas”, a ver quién entra, quién sale, quién pasa por aquí o sonríe por allá.

Mujeres abiertas y hombres simpáticos los hay en todas partes, eso ya lo sabemos y no hace falta repetirlo, pero si eso es así ¿por qué en el ambiente habitual estamos todos tan constreñidos? ¿Por qué tanta cara larga que te acercas a un hombre en la barra de un pub y te mira como diciéndote: “¿qué se te ha perdido aquí, tía?”. Yo no sé lo que dicen las mujeres a esos hombres “intrépidos” que intentan el acercamiento…  A nosotras, a nuestro grupo se acercan pocos, será porque siempre hay alguna con el gesto torcido y el paso cambiado… o será porque ellos prefieren mirar en vez de hablar si son de “la tierra”, porque los de fuera, los de “otras charcas” llegan desinhibidos, pisando fuerte, contentos e incluso felices…sin saber lo que les espera.

Por eso, cuando “cambio de charca” en mis continuos movimientos viajeros, aprecio –y mucho- la espontaneidad de quienes me hablan, me saludan, quieren conocerme y saber de dónde vengo y adónde voy; en definitiva, pasar un rato agradable con alguien de otra cultura u otro país que también tiene ganas de aprender y curiosidad por descubrir.

Yo misma saco a pasear la amabilidad para sonreir, aceptar, preguntar, reir y brindar con ranas de otra charca que están felices y contentas de recibirme entre ellas. Aunque mi color verde sea diferente al suyo y porque tenemos más cosas que nos acercan que las que nos separan, aunque no sean más que las ganas de confraternizar amigablemente.

Y si no es posible “cambiar de charca” porque estamos amarrados a ésta, no pasa nada; es veranito, la ciudad está llena de foráneos, de seres humanos que nos visitan, que seguro estarán encantados de conocer a los que aquí chapoteamos, brindémosles la mano, regalemos sonrisas y, porqué no, invitémosles a compartir un poquito de nuestra charca con amabilidad. Seguro que todos salimos ganando y aprendemos mucho y nos divertimos más.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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