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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal. “La vida en dos actos”

 

Desde que atravesé el “ecuador” de la vida –menudo eufemismo- y fue un hecho que “ya no cumpliría los 50”, mi mente ha dado un giro de 360º y se ha posicionado otra vez en la casilla de salida aunque habiendo modificado al propio gusto y personal interés el tablero de juego.

Digamos que el vuelco comenzó en el año 2000 –por aquello de tener una fecha redonda sobre la que apoyarme; aquel año de infausto recuerdo me estrellé con mi moto frontalmente contra un auto que se saltó un STOP y estuve varios meses de baja. Además, el que creía “el hombre de mi vida” me traicionó arteramente (como se comenten todas las traiciones). Mi cuerpo reaccionó ante el sufrimiento que no sabía gestionar y formó un tumor en el pecho izquierdo que hubo de ser extirpado para comprobar que –bendita buena suerte- me iba a ser ofrecida otra oportunidad.

Me quedaban mis hijas y el trabajo, -valiosos puntales-, y los restos de mí misma, aunque no pasaron muchos años sin que la montaña laboral se llenara de grietas y me abocara indefectiblemente a una prejubilación forzosa. La vida patas arriba.

No fueron buenos tiempos, no lo fueron en verdad, pero como no tenía más que dos opciones –luchar o tirar la toalla- elegí la que me pareció emocionalmente más inteligente, la primera, porque tenía en mi corazón la responsabilidad de la vida de mis hijas. Así que hice lo que me tocaba hacer, es decir, reciclarme a mí misma. (Hay quien dice que se “reinventa”, pero me suena pretencioso)

Cumplidos los cincuenta años y con toda la vida por delante (toda la que me quedaba) miré hacia atrás UNA SOLA VEZ. Me ví a mí misma sin ser yo misma, acuciada por la presión familiar y social de “ser alguien” o “llegar a algo”. Años estériles de esfuerzo, trabajo y cansancio… ¿para qué? Para cumplir con el mandato educacional sin tener en cuenta mis verdaderos deseos, mis capacidades, mi voluntad y mi libertad. Como tantas otras mujeres (y tantos hombres) hice lo que se esperaba de mí que hiciera. Pero lo hice a mi manera, de forma que los resultados no fueron los marcados en la estadística al efecto. Estudié, trabajé, me casé, tuve hijos, me divorcié, di la nota, me peleé con mi pequeño mundo y acabé con cincuenta años con “una mano delante y otra detrás” emocionalmente. Perfecto. Ideal para volver a empezar. Fin del Primer Acto.

Swami Prajnanpad, un luminoso sabio hindú, definió las tareas de la vida de una manera tan simple, sencilla y rotunda que casi cuesta percibir su profundidad y nítida verdad: “hacer lo que tenemos que hacer, dar lo que tenemos para dar y recibir lo que nos toca recibir.” Simplemente eso.

Lo mejor de todo esto es que yo he vuelto a tropezarme con esta frase en un libro*, y también con el sentimiento de que llevo varios años haciendo justo lo que el sabio propugna; atisbos de íntima felicidad. Más que nada porque me doy cuenta de que nadie “inventa la pólvora” sino que hay una pequeña sabiduría dentro de cada uno de nosotros que nos indica el camino a seguir; otra cosa es que nos atrevamos a seguirlo.

En el Segundo Acto de mi vida estoy haciendo lo que tengo que hacer y no otra cosa: vivo tranquila, escucho a mi cuerpo, siento la Naturaleza, he dejado de perseguir cualquier meta. Doy y comparto lo que tengo para dar: mis palabras, mi tiempo, mis reflexiones, mi autocrítica. Y recibo lo que ahora me llega, que es tanto que jamás habría podido imaginarlo.

Leo por penúltima vez el libreto de mi vida y me doy cuenta de que lo que hice hasta los cincuenta no fue más que la preparación del terreno para lo que iba a sembrar después. Es decir, ahora.

En fin.

LaAlquimista

(*) “Vivir en el alma” Joan Garriga Bacardí

 

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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