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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿No querías caldo? Pues toma dos tazas…

 

El viernes escribí sobre cómo afrontar el duelo por la muerte de un ser amado y todo el fin de semana se ha alimentado el blog de diversas opiniones al respecto. En ese post indicaba mi poca y lejana percepción de la muerte y tal parece que el azar ha querido jugarme una paradójica mala pasada.

En dos días han fallecido dos personas muy queridas para mí: mi tío Gonzalo –hermano menor de mi padre- y María Teresa, mi maestra de yoga –y de la vida- durante más de treinta años.

Sábado y domingo revuelta por dentro, asaltada por nostalgias que buscan su lugar entre las emociones y los sentimientos vividos, un fin de semana viendo fotos en blanco y negro, recordando en soledad los encuentros con mi tío el dicharachero, buscándole en las cartulinas junto a mi padre, jóvenes ambos, unidos y queridos. Mi tío Gonzalo, marino él, guapo en su uniforme, alto, espigado, guitarrista aficionado, camillero en Lourdes, cristiano ferviente, padre de mis cinco primos a los que tan poco traté por la distancia entre su mar y el nuestro. Él ha fallecido en el Mediterráneo y su hermano –mi padre- lo hizo en el Cantábrico, siendo ambos de tierra adentro. Busco en mi corazón el recuerdo de mi tío y salen a borbotones todos los de mi padre. He estado callada y ausente, lejos de festejos, pensando, sintiendo, mirando al mar sin decir apenas nada.

Y luego María Teresa. Sin solución de continuidad se me amalgaman lágrimas y recuerdos, demasiada emoción para hacerla palabras ahora. Noticia luctuosa, triste, por haber sido unos años compartidos con mis hijas que también la conocieron y la quisieron. De ella no puedo hablar aquí en este momento.

Son casi las doce de la noche del domingo e intento elucidar si esto es casualidad o causalidad, si existe el azar o la inoportunidad de los hechos. ¿Por qué justo cuando he escrito sobre mi lejana relación con la muerte fallecen dos personas cercanas en mi corazón? ¿Debo darle una lectura especial a este hecho? ¿O no hay ningún significado oculto que deba descubrir?

Si fuera supersticiosa no saldría a la calle el lunes que se avecina; ni el martes ni el miércoles. Me quedaría quieta parada viéndolas venir, esperando a que pase la racha nefasta, sin darle vueltas a la cabeza y pensando en ver alguna película superficial o leer una novela de esas que tienen muchas palabras pero dicen muy poco.

Estoy pensativa, muy pensativa. Y triste. Las emociones me han asaltado este fin de semana y ni tan siquiera compartir con una buena amiga la comida del domingo para celebrar el aniversario de su maternidad ni la fiesta y el jolgorio del viernes para celebrar el aniversario de mi nacimiento han conseguido sobrevolar el halo de tristeza que me cayó encima el sábado a primerísima hora de la mañana.

No es mi intención seguir hablando de la muerte. Ahora lo que me preocupa más es si esta coincidencia tiene algún sentido o, como tanto y tanto en la vida, carece de la más mínima importancia. Que las cosas pasan porque sí, que no están interrelacionadas, que las alas de la mariposa en la esquina del mapamundi no mueven el aire ni a dos centímetros, que mis días tranquilos igual se han terminado, que la paz que me adornaba tiene que salir también volando, con los que se han ido, con Gonzalo y María Teresa, en pos de un sueño hacia la “estrellita cariñosa” que va a tener overbooking a este paso…

Ya es lunes y empieza la madrugada; el sueño ha huido de mi cuerpo y siento que va a ser una noche especial, de esas que se pueblan de pensamientos y reflexiones que, al día siguiente, marcan una pauta a seguir, rascan una muesca más allí donde quedan las señales en el alma o como se llame ese sitio que todos mencionan y tan pocos han ubicado en el gps del ser humano.

Mi tío Gonzalo tuvo cinco hijos y mi amiga María Teresa también. Ambos con una vida rica y plena, han fallecido rodeados de sus seres queridos. Mi abrazo y mi pensamiento amoroso para ellos…

Cecilia

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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