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Cecilia Casado

A partir de los 50

El cambio de horario como tomadura de pelo

Emplazo desde aquí mismo a cualquier erudito, científico o listillo a que sea capaz de demostrar irrefutablemente las  ventajas que avalen los bailes horarios –verano e invierno- a los que estamos sometidos impunemente.

La gente rebusca en Internet para esgrimir argumentos que callen la boca del interlocutor que “no tiene ni idea” del porqué de esta inteligente, productiva e imprescindible maniobra política. He dicho PO LÍ TI CA, así, separando las sílabas y pronunciando claramente.

Que si viene la cosa de las treguas que se asumían en la Guerra Mundial, que si el consumo energético o la biblia en verso, tanto da. El caso es que nos hurtan el sol en el tiempo de ocio, consiguen que entremos a trabajar a oscuras y salgamos a tientas, sin ganas de nada, ni de dar una vuelta porque ya está “de noche” –a las cinco de la tarde, hay que fastidiarse-, que nos hagan esto aquí, en el país del SOL, no tiene nombre. O sí lo tiene, pero mejor ni mencionarlo.

Personalmente me parece una cacicada más y su aceptación una prueba más de la borregada a la que pertenecemos. ¿Y si en vez de atrasar los relojes una hora a algún iluminado se le ocurriera proponer que los atrasásemos DOS? Total, ya puestos…

Aquí en el Norte todavía tendremos más luz que en el Este, por aquello de las vueltas naturales que da la Tierra; pero a partir del domingo mi barrio se va a quedar vacío mucho antes, los parques abandonados justo a la hora de la merienda, los ancianos y niños plegando velas hacia el refugio/cueva/televisivo. Sesenta minutos menos de aire, de luz, de respirar vida, de compartirnos.

Esto es un “toque de queda” en toda regla, a ver si no, nuestras mentes no dan para discernir si hay que esperar dos o tres horas más para cenar e irse a la cama, es la luz la que manda, es el Sol quien marca la pauta, en un mundo apocalíptico y a oscuras nadie puede ser feliz (creo que ya han hecho varias películas al respecto); nos iremos guareciendo en nuestras cavernas/centros comerciales, bajo luces fluorescentes o bombillas estroboscópicas, pero vida artificial al fin y al cabo.

Yo no quiero que me impongan el “horario de invierno” pero no sé dónde hay que firmar para pedirlo. Queda el recurso del pataleo –y bien que lo uso cada vez que lo siento necesario-, queda la reflexión más o menos filosófica, queda el humor, el chiste, la ironía y hasta la chanza abierta. Pero es poco lo que queda a cambio de todo lo que nos quitan.

Hoy estoy enfadada porque nos van a dar “una hora más” para sumirnos en la oscuridad del invierno mes y medio antes de que empiece oficialmente. Aquí todo se hace por “decreto-ley” y “para el bien de la ciudadanía” que viene a ser lo mismo que me enseñaron de pequeña de que “la letra con sangre entra” o “cuando seas padre comerás huevos”. Falacias, estupideces y agresiones a la libertad.

Pero ¡qué le vamos a hacer! Seguiremos replegando velas hacia casita en cuanto cierren los parques, dejaremos de disfrutar del paseo bucólico o melancólico porque las farolas no alumbran –ni protegen- lo mismo que la luz natural; mujeres y niños conectaremos el radar de detección de peligros depredadores una hora antes para que “no nos pase nada malo en un sitio oscuro”, nos concienciaremos de que esto es lo mejor y lo de más allá, lo que no nos permiten elegir, es lo peor.

Protegidos de forma paternalista por las mismas redes e hilos del “estado” que nos “cuida” y que nos quiere a la vez que nos esquilma, nos insulta y nos toma el pelo impunemente.

En fin.

LaAlquimista

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Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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