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Cecilia Casado

A partir de los 50

Viajar ¿para qué? (Un paseo por Berlín)

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Nací y llevo toda mi vida empadronada en una ciudad de provincias con muchas ínfulas de grandeza, Donostia-San Sebastián. Por ese motivo –que se lleva en la sangre y en la genética educacional- pensé muchas veces que “como aquí, en ningún sitio” y ese pequeño “catetismo ilustrado” me ha hecho desperdiciar no pocas oportunidades. No pude estudiar fuera porque mi familia no me lo permitió y cuando intenté desligarme de su férula y me fui a Madrid a buscarme la vida me sentí desamparada, perdidos los puntos de referencia, el horizonte del mar y la lluvia, los amigos en cualquier esquina, el runrún familiar que tan poco feliz me hacía, y volví, volví al “redil” donde mis padres diseñaron mi vida a su imagen y semejanza. Nada del otro mundo en los años 70.

Pero la curiosidad no me daba tregua y comencé a hacer pequeñas escapadas hasta que me fue dado hacerlas a lo grande (cada vez más lejanas), sabiendo que al regresar me haría siempre la misma pregunta: “viajar, ¿para qué?”. Mi padre nunca quiso “conocer mundo” y le horrorizaban las camas extrañas, las comidas a deshoras, las costumbres impredecibles. “Yo leo, hija mía, y la imaginación me lleva a todas partes sin necesidad de pasaporte” –me dijo no pocas veces cuando, a la vuelta de alguno de mis viajes por tierras lejanas y más o menos exóticas, le contaba mis peripecias e impresiones.

 

 

 

 

No sé, papá, igual tenías razón y esta locura que nos ha dado a todos últimamente (de veinte años para acá) de ir poniendo tachuelas rojas sobre el mapamundi, contando mil veces a oyentes o lectores indiferentes las andanzas propias, no sea más que la consecuencia de una especie de “huída hacia delante”, como si quisiéramos exorcizar la rutina concebida como plaga bíblica e imaginarnos en un mundo de realidad paralela, una especie de “Show de Truman” de andar por casa, donde nos miramos mientras nos miran sin llegar a ser capaces de vernos realmente.

 

 

Puedo ahora relatar mi experiencia en Berlín; que no comen pescado apenas y que en el transporte público no controlan si has pagado o no, allá tú y tu conciencia; que hace mucho frío en la calle y demasiado calor en los cafés, que la gente es amable y respetuosa y que hablan inglés como lo más natural del mundo, sin chovinismos estúpidos de que “aprendan ellos alemán”; que la gente arrastra los pies por los mismos empedrados aquí que allá, que hay alegría frente a una buena pinta de cerveza y que saben que son el punto de mira de toda Alemania, orgullosos de poder decir: “Berlín es pobre, perosexy” y que ni la orgullosa Munich conseguirá quitarles la capitalidad que ostentan.

 

 

He pisado las calles –algunas calles- de una ciudad que sigue redimiéndose de su pasado, evocándolo continuamente, sin ansias por olvidar aunque hayan pasado página. Lugares con nombre explícito: los restos del Muro de la Vergüenza pintados de vivos colores –East Side Gallery-, el paso entre Este y Oeste vigilado por los aliados, un ridículo Checkpoint Charlie con payasos disfrazados para foto turística, Monumento a los Judíos de Europa, la Topografía del Horror, el Museo Judío, el Reichstag y su visitada cúpula. Las ruinas de la iglesia Kaiser Whilhem, la Catedral y la Isla de los Museos,

la puerta de Brandeburgo y más museos y muchas plazas con edificios iguales entre sí y los parques, benditos parques, y el río y los lagos y los árboles y las piedras de la calle y, entre todo este maremagnum, las personas iguales aquí y allí, algunas con el ceño fruncido, la mayoría amables, respetuosas con el más débil, hacía siglos que no veía cómo se ofrece el asiento en el transporte público a las personas mayores, cómo se coge del brazo al que va inseguro, me siento como en una comunidad donde nadie me conoce y, sin embargo, confío en que me ayuden si me caigo al suelo en mitad de la calle, que me ayuden, no que me filmen con el smartphone, de repente siento como lo mejor del mundo compartir la mesa con desconocidos en cualquier cafetería o bar, que me miren y me sonrían, que acepten mis palabras sin pensar que les voy a pedir –o vender- algo, de repente gente abierta, amable, considerada, confiada…

 

Para eso viajo yo, para sentir un mundo diferente al pequeño mundo mío/nuestro de cada día donde se ve demasiado la envidia, el cotilleo y hace falta que pasen lustros y pruebas de fuego para poder decir que se tienen amigos. Cuando viajo hago amistades con naturalidad, cuento mi vida y me cuentan la suya y luego decidimos seguir adelante, mantener el contacto, visitarnos alguna vez –si vienes alPaís Vasco, ya sabes dónde está tu casa– (y luego resulta que vienen y yo voy) y que sea de verdad y no de boquilla…

 Viajar para volver a casa y recuperar tu cama y las “buenas” costumbres que no son mejores que otras sino subjetivamente valoradas; viajar para compartir un trocito de vida con gente que lleva velo o chilaba, escuchar idiomas incomprensibles de la pequeña Babel que es Berlín, entrar en un bar con la carta en Euskera o en Croata, comer kosher o halal sin poner muecas de asco, beber vino caliente y sopas hirviendo, salir a comer fuera porque la vida está en la calle no entre cuatro paredes y una pantalla de plasma, reir con el de al lado y enseñarle fotos de tus hijas y darte la mano con la misma sinceridad que si fuera un abrazo bien fuerte.

 

Viajar…para romper la cáscara frágil que nos envuelve, salir del ombliguismo, abrir la mente, conocer otras realidades, otras vidas que, al final, …¡son tan parecidas a la nuestra!

En fin.

**(Los monigotes de los semáforos son diferentes que aquí; éste es el de “pase”.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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