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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexión del lunes. “Interés”

 

Siempre he sido de llamar mucho a mis amigos, de organizar comidas y cenas, salidas y jolgorios varios. Con el paso del tiempo y unos cuantos batacazos he aprendido a elegir mejor a los destinatarios de mis deseos de socialización; es fácil darse cuenta de quién es aunque no siempre esté y de quién está de vez en cuando pero sin ser. Bueno, yo me entiendo y creo que el que hile fino también.

Por eso, porque le veo el plumero al más pintado a la primera de cambio una amiga de las que cuentan me hizo partícipe de una confidencia y me ha dado permiso para compartirla por aquello de que opiniones de desconocidos suelen ser de insospechado valor, a veces.

El caso es que se queja amargamente –y le comprendo y me duele por ella puesto que no se lo merece en absoluto- de que una persona de su entorno a quien aprecia tiene por costumbre –con todos, no solamente con ella así que no se lo puede tomar como algo personal- condicionar una cita, un encuentro a otros planes, eligiendo siempre el que mejor le conviene. Es decir, ante una propuesta de salir un sábado, casi seguro de que contestará que sí, pero dependiendo de si queda con tal o cual persona con la que también tiene previsto salir, un plato de segunda mesa total y absoluto.

A mí cuando me cuentan una cosa así me da la risa floja porque me conozco el paño ya que reconozco que he sido durante algún tiempo sujeto paciente de tal “ejercicio de libertad y sinceridad”. La persona que juega a dos barajas (o tres, vaya usted a saber) se las da de “sincera y de libre, ella no oculta nada, ella es como es, utiliza su libertad para elegir lo que más le conviene y el que se pique que se rasque.”

Una vez fui “malota” y cuando un tipo que me gustaba más que yo a él me dijo que -“bueno, depende, estoy pendiente de si viene a visitarme una amiga de fuera”, me comí el sapo con patatas –porque no me quedaba otro remedio- y cuando me volvió a llamar para quedar (puesto que parecía que hubiera por mi parte una disposición tácita) le contesté que “uy, qué ganas de verte, pero ya te diré algo porque igual me invitan al concierto del Kursaal y claro, como comprenderás…”. No me volvió a llamar –ni yo a él, faltaría plus- y tan sólo me acordé de él cuando mi amiga dolida me hacía partícipe de sus cuitas.

El ejemplo le sirvió de algo a mi amiga –o eso espero- y de paso le manifesté que buena cosa es que los amigos espurios se muestren como lo que son y que tan sólo está en nuestra mano la libertad de aceptarlos o dejar que corra el aire. A veces –y quiero pensar que, como a ellos- también nosotros hemos imitado ese comportamiento y utilizado o pretendido utilizar a “amigos o conocidos” como plan B, como rueda de repuesto o, simplemente, hemos salido con ellos por matar el rato y sin interés especial.

Siempre habrá alguien que esté convencido de que sus prioridades explícitas no ofenden o molestan a los demás; igual es porque son personas que miran el mundo a través de su ombligo, igual es porque son el peor ejemplo que se convierte en el mejor ejemplo o, simplemente, están ahí para que los demás crezcan un poco, reflexionen, hagan autocrítica y observen que la vida y las gentes no se mueve con un único y personal patrón.

Se nos va viendo el plumero a todos…lo queramos o no porque lo que no es amor, es interés.

En fin.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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