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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexión del lunes. “Sin hoguera por San Juan”

 

Este año he faltado al ritual de la hoguera de la víspera de San Juan. Ha sido un acto deseado y totalmente consciente, prescindir  de la “revisión anual”, un respiro, un alivio, no tener que cumplir con una costumbre “necesaria”, la de quemar en la hoguera lo inservible emocionalmente hablando, la de arrojar los trastos viejos de nuestra biografía, mohosos o apolillados por una pátina de rencor o resentimiento. Ese hito del veintitrés de Junio de todos los años, con deseos nuevos para sustituir a las frustraciones viejas.

Este año, no. Y eso que estoy en “mi otro mar” donde es tradición acendrada esta de las hogueras, los fuegos y el barullo pirotécnico.

Sin embargo, no he escrito mi lista de penas para que se consumieran en el fuego depurador; tampoco he cantado mis sueños en prosa ni en verso, porque algo ha cambiado este año…

 

La víspera de Sant Joan me fui a la Terra Alta, a Gandesa, respondiendo a la invitación de mi vieja amiga, la “arpía Becki” con la que hacía unos cuantos años que no intercambiábamos conjuros. En la terraza de la casa de una pareja amigos suyos – Esther y Paco- me acogieron con los brazos abiertos y escuché aquel mantra tan bonito de: “los amigos de mis amigos, son mis amigos” que tan olvidado tenemos en estos tiempos de desconfianza y falta de amabilidad con el prójimo desconocido.

 

Era una cena “de traje” y yo traje un par de cocas tradicionales, la amiga Carme llevó su tortilla especial de la casa y Antonio plasmó con su cámara el tiempo cálido –muy cálido- de compartir la amistad y una barbacoa de la que hasta mi perrillo probó la longaniza y un bufet lleno de viandas catalanas, de esas que a mí me gustan tanto. Ramón puso la nota filosófica cuando Becki le dejaba meter baza y nos tocó –por turnos- hablar y escuchar, para luego reir todos al unísono.

 

Pero no había hoguera… ni falta que nos hizo. Siete personas que no tenían “nada que quemar porque ya todo estaba purificado”. ¡Qué buena coincidencia!

 

Ahora me doy cuenta –después de la noche larga, el sueño corto con las campanas de fondo y el desayuno tardío con pa’tumaca amb pernil- de que creo que me enfrento a un “antes y un después” en esto de “quemar lo viejo para dejar sitio a lo nuevo”.  No digo que mi caminar se estanque –eso sería definitivo y poco placentero, al menos para mí- sino que me siento ligera de equipaje, como si ya el peso fuera leve y lo digo con la boca pequeña, quizás debería poner un tipo de letra más chica, que sí, que me siento en paz y tranquila y muy liberada de ciertas cargas que otros años tenía que arrojar a la hoguera de San Juan para ver si me sentía más liviana en mi caminar.

Y es que las cosas siempre llegan, para bien y para mal, a ver si esto me dura, la levedad o liviandad interna, ¿me atreveré a llamarle paz?.

 

Mi amiga Becki ha dado una vuelta de tuerca a su vida y se ha ido a vivir “al campo”, allá donde no hay tele ni lavavajillas. De hecho, hay muy poco de lo que siempre hemos creído imprescindible y, sin embargo, ahí la ví, guapa y FELIZ con mayúsculas. Menuda metamorfosis, vive con un precioso burro llamado Diamant, con una perra blanca, la “Queta” y su compañero que mira la vida en estos momentos con las mismas lentes con que las mira ella. Se les veía tranquilos, felices, mesurados, sin el típico mal rollo de las parejas que siempre andan a la gresca por ver quién destaca por encima del otro o quien manda más o…

 

Fue una noche “mágica” porque no hubo nada de mágico, ni esotérico, ni impostado. Una cena entre gente amiga, respetuosa, que me acogieron con cariño y cuidaron de mi perrillo Elur que, nada más entrar, husmeó la casa y decidió echarse a dormir toda la velada…¡debajo de la cama de la pareja anfitriona! Nada objetaron, me hicieron sentir cómoda, lo de “haz como en tu casa” tiene que ser sincero y real, así lo sentí yo.

Me preguntaron qué opino yo que opinan los vascos de los deseos independentistas de muchos catalanes y se me salió la brandada de bacalao de la boca de la risa, vamos, que les importa nuestra opinión, ya se sabe, catalanes y vascos, tan amigos siempre menos cuando la Real machacó al Barça en Anoeta…

Se habló del dolor, de la alegría, de lo que importa y de lo que no importa, alguien contó un chiste del siglo pasado, luego hicimos fotos haciendo el ganso, no nos emborrachamos más que lo justo, no hubo porros ni derivados – o por lo menos a mí no me pasaron ninguno-…sobraron comida y risas y palabras amables.

Y nada que quemar en ninguna hoguera de San Juan. Así que, como me gusta repetir: “felices los felices”. Gracias, chicos, ¡qué gusto hacer nuevos amigos! Mañana mismo os “ajunto” en el Facebook.

 (Hoy no hay “en fin” porque la historia acaba de empezar)

 LaAlquimista

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 Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 Fotografías: Cecilia Casado

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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