>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexión del lunes. “Blanca como la leche”

 

Vivo al borde del mar en invierno y en verano por lo que me es difícil desligarme de la cultura del “moreno” de playa. Además soy de la generación que iba de viaje de novios a Canarias buscando el sol que nunca fue pródigo en las tierras del norte. Pero tan sólo varios lustros después, la climatología ha dado otra vuelta de tuerca y nos tiene a todos achicharrados de febrero a noviembre por lo que lucir bronceado es poco menos que obligatorio en cualquier hoja del calendario.

Pero yo no olvido. Ni mi ADN, tampoco. Y siempre pregono a los cuatro vientos -por si sirve de ayuda a algún despistado- mi experiencia personal con los baños de sol.

Después de toda una vida tomando el sol cuanto me vino en gana, desarrollé una queratosis actínica en el rostro (consultar en Google); que tuve que visitar el Oncológico por primera vez en mi vida y pasar por tratamientos nada amables y por quirófano; que después de casi dos años peleando con el tema conseguí dejarlo en stand by –y toco madera y cruzo los dedos.

Me dijeron que no volviera a exponerme al sol de ninguna de las maneras. Las palabras exactas fueron: “si quieres ir a la playa que sea con burka” y he seguido las órdenes de mi oncóloga a rajatabla quien me explicó concienzudamente que el moreno de la piel no es sino el comienzo de quemaduras (y melanomas) ya que somos de raza BLANCA y así lo atestigua una epidermis de tal color. Que broncearse no es más que una moda de los últimos cuarenta años y que en otros países se sorprenden de  que busquemos la desintegración del ADN que producen los rayos UVA y de que lo aceptemos (y propiciemos) en aras de unos cánons de belleza arbitrarios y estúpidos. (Hasta hace pocos lustros el moreno de la piel era signo de “clase baja”)

Cuando miro mi cuerpo en el espejo me veo tal cual soy; con una piel suave y blanca, mayormente tersa en su conjunto (para qué vamos a hablar de los puntos conflictivos) y luminosa en lugares precisos. En estos cinco últimos años en que no he expuesto mi cuerpo al sol he experimentado un cambio radical en la epidermis. Si quiero consolarme, me digo que he rejuvenecido y si quiero alegrarme tomo nota de que he retrasado de una forma radical su envejecimiento y deterioro, pero llega el verano y estoy BLANCA, como me trajo mi madre al mundo.

Por todo lo anteriormente expuesto, ruego a quien me lea dedique dos minutos de su tiempo a reflexionar sobre si vale la pena correr riesgos –con terribles posibilidades de devenir en cáncer de piel- tan sólo para verse más guapos en el espejo o que los demás les halaguen. Ya sé que no es lo habitual escarmentar en cabeza ajena, pero no me duelen prendas en compartir mi experiencia y aconsejar por sobre todas las cosas no ponerse como lagartijas al sol, concienciarse de que lo mejor del sol es la sombra y si no queda más remedio que ir a la playa porque hay algo en nuestro interior que nos dice –todavía- que no vamos a estar guapas o guapos sin lucir moreno, pues protegerse con una crema factor 50+ -que no protege del todo, la protección al 100% NO EXISTE- amen de sombreros, gorras y sombrillas diversas. Sin olvidar que algunas cremas vienen ya con algo de “color” incluido…así que quien no se consuela es porque no quiere.

Porque más vale con pamela que con peluca…

En fin.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2017
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31