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Cecilia Casado

A partir de los 50

Cambrils

Llevo más de veinte años explicando a mis amigos dónde se ubica este pueblo tarraconense al que siempre llamo con el cariñoso nombre de “mi otro mar”. De repente, ya no hace falta situar coordenadas porque todo el mundo lo ubica en su gps emocional por culpa de un hecho luctuoso y triste. De repente, cada vez que digo “Cambrils” la gente se estremece, nos estremecemos todos sin tener que dar demasiadas explicaciones condimentando nuestro imaginario del miedo con escenas truculentas.

Cambrils y cualquier lugar del mapa habitado por seres humanos donde siempre habrá alguien con el alumbrado fundido y la intención de hacer daño en nombre de vaya usted a saber qué paranoia personal o colectiva.

Vuelvo ahora a Cambrils en este fin de agosto en el que gran parte del paí­s anda con prisas para lo que sea: empezar un nuevo curso, recuperar el ritmo laboral o simplemente seguir desesperándose ante la maquinaria de un Estado que quiere y no puede, o acaso sí­ pueda y no quiera, cómo voy a romperme la cabeza elucubrando sobre las neuronas ajenas.

Vuelvo a Cambrils para despedir el verano y los baños de mar, a recuperar el silencio perdido en la ciudad durante las semanas veraniegas de fiesta y multitudes. Piso de nuevo el Paseo Marí­timo y siento lo que ha cambiado, lo percibo a través de mis pies, de mis ojos, del corazón que ralentiza su marcha mientras se va entristeciendo…

La vida sigue, debe seguir en cualquier circunstancia, pero el miedo es acicate cuando los depredadores pueden acechar en la puerta de al lado y se inocula una paranoia inducida para que el colectivo, la masa que se mueve por impulsos y no por razonamientos, dé un paso atrás, un gran paso atrás, y se repliegue a la madriguera que considera segura. De todos los turistas que aman esta tierra aunque no sea más que por su arena dorada, ha habido muchos -demasiados- que han huido con el miedo entre las piernas. No sé si esto es precisamente el efecto buscado, que nos atemorice ser seres humanos, defender la dignidad de nuestras ideas y la vida que hemos construido para los nuestros.

El bar del paso a nivel está casi vacío, tan sólo los habituales del mus y las cañas con olivas siguen fieles a su sitio…porque no tienen otro. La piscina y el jardí­n están solitarios también, recibiéndome con un silencio que siento acogedor aunque esté electrizado de alguna manera.

Mis amigos cambrilenses respiran después del susto -a los que no les tocó vivirlo en primera persona- y de repente les siento un poco más cercanos, como sabiéndonos todos prisioneros en el mismo barco que flota a la deriva después de que el timón se ha roto en pedazos.

De repente, eso que creí­amos que sólo “les pasaba a los demás”, se ha acercado peligrosamente provocando una niebla colectiva que entristece los corazones de muchos y, desgraciadamente, nubla el entendimiento de algunos.

“Mi otro mar” se llama Cambrils y yo también soy Cambrils y Barcelona y Paris y Kabul y Alepo y Teherán y todas las ciudades donde -desde que el mundo es mundo- los seres humanos nos seguimos matando unos a otros por los mismos motivos de siempre: el odio al diferente, el nombre de cualquier dios y, sobre todo y por encima de todo, para seguir manteniendo el negocio suculento de los señores de la guerra, los respetables fabricantes de armas. Incluido este paí­s nuestro, faltarí­a más.

cambrils-atardecer

Una suave brisa mueve los árboles que acarician el barandado de mi terraza; hace calorcito rico, sin exageraciones. Llevo pegado el salitre del baño matutino en un mar limpio, acogedor desde este lado y tumba o limbo agonizante para quienes se adentran en él huyendo de la misma barbarie que hace pocos días visitó esta bonita localidad “dorada” y la tiñó de negro.

Me estremezco pisando las losas donde unos fueron asesinados y otros “abatidos”; no sé qué pensar, pero me temo que tendré que ponerlo en concordancia con lo que siento…

En fin.

LaAlquimista

https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

*** Cuadro de María Espinosa García. “Cambrils”

*** Fotografía: Atardecer desde mi terraza. C.Casado

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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