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Cecilia Casado

A partir de los 50

La limpieza de los lunes

 
Desde que vivo sola es que no ensucio apenas, -o será que me estoy volviendo miope-, pero el caso es que paso el dedo por los muebles y ni polvo encuentro; la lavadora que antes echaba chispas cada dos días tan sólo se pone en marcha una vez a la semana (tengo que calcular cuánto me ahorro en jabón y suavizante). Pero a pesar de estas apreciaciones puramente subjetivas sobre la higiene doméstica, como me gusta respirar aire poco viciado dedico los lunes a hacer limpieza.
Antes pasaba el aspirador por toda la casa y por la agenda, por si me sobra algún teléfono que no quiero para nada, pero desde que compré un robot limpiador dejo que haga de su capa un sayo. Cambio las sábanas de la cama, las toallas del baño y le doy un repaso a mi manera de encarar la vida –que siempre hay que hacer ajustes en esa maquinaria. Los cristales ni los toco, que hay muchos y grandes y ya se limpian, o así, con la lluvia; también dejo algunos asuntillos íntimos pendientes por si se lavan con la lluvia… o el paso del tiempo. Los cuartos de mis hijas los aireo con la brisa mañanera y los dejo como están: perfectos, preservados y llenos de amor; ellas lo agradecen cuando vuelven a dormir entre sus nostalgias.
La cocina que esté ordenada. El frigorífico limpio y sin ningún producto caducado –también algunas relaciones han ido a la “basura” emocional por estar “caducadas”, que los perecederos me gusta que perezcan en la plenitud de su sabor y frescura. (Entiéndaseme bien, por favor).
Los baños son mi “asignatura pendiente”; odio limpiarlos, lo odio, lo odio, lo odio… Menos mal que sólo utilizo uno de los dos que hay, que si no… Freud diría que sigo teniendo fijaciones escatológicas, me da igual, pero siempre he sido muy “fina” yo… pero llega un momento en la vida –casi siempre a partir de cierta edad- en que hay que enfrentarse con la propia porquería. (Iba a poner otra palabra, pero me ha parecido innecesario ser ordinaria). La vida nos salpica mucho barro, polvos viejos y telarañas antiguas, reproches del siglo pasado, rencores apestosos y resentimientos que es mejor que vayan directamente por el desagüe del inodoro previo bautizo con ese líquido de color verde que dicen que todo lo purifica. Y no tocarlos sin guantes, que pueden contagiar algo tóxico.
Mi “niña bonita” es el cuarto de estar porque, como su propio nombre indica, es donde estoy muchas horas al cabo del día, donde escribo entre plantas y músicas, mirando la ciudad y la mar al fondo, un espacio verde (ahora hay alfombra verde, lámpara verde, cuadro verde y muchas plantas con abundante clorofila) que me acoge, me protege y me da ánimos para seguir sintiendo que puedo llenar cada día mi vida de un nuevo sentido. Aquí agarro el plumero y voy limpiando –uno a uno- el polvo de los libros, de los recuerdos de mis viajes, de los marcos y sus fotos. Lo limpio, pero no solamente los lunes, sino cada día, porque hay espacios que deben ser preservados con buena energía y aire puro para que al respirarlo nos llene el cuerpo y el espíritu de buen temple.
De mi dormitorio no digo nada porque es un lugar “sagrado” y ya sabéis que lo sagrado merece devoción aparte.
Los lunes hago limpieza para quitarme alguna porquería que se me haya quedado pegada en el alma sin darme cuenta (o dándomela). Los lunes tomo pequeñas decisiones, repaso y corrijo el fin de semana al que siempre le hago algún tachón, y termino la jornada con una pequeña cena especial. Siempre me doy un premio cuando siento que hago bien mi trabajo, me compro unas flores, estreno una vela de olor o comienzo un nuevo libro. Es un día personal e incluso algo íntimo, ya saben mis amigos que no quedo los lunes porque los dedico a mis “limpiezas rituales”, mi forma perfecta de empezar bien la semana…
Y a los que se quejan porque es lunes y hay que volver al trabajo o a los afanes cotidianos…una colleja virtual, para que aprendan a pensar que no tener trabajo puede ser mucho peor que tenerlo o que vivir sin afanes es como atravesar un desierto que no acaba nunca. Por eso una vez más…
Felices los felices.
LaAlquimista
https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


octubre 2017
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