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Cecilia Casado

A partir de los 50

Cosas que sólo me pasan a mí. “El dietista loco”

 

Pues resulta que por fin me decidí a consultar a un experto en nutrición –según cuentan Diplomas en la pared de su consulta- para ver cómo era posible que, a pesar de no comer en exceso y de alimentarme de comida “no-basura”, mi estómago mantenía una tendencia a estar en estado de “embarazo psicológico” desde hace varios meses.

Primero acudí a la medicina tradicional (que no se diga, que Osakidetza trabaja muy bien en mi opinión) y no me hallaron nada anormal: analítica en orden y un ligero sobrepeso. Durante meses me dediqué a afinar el presupuesto en alimentación eligiendo productos biológicos, naturales –no transgénicos- y sin hormonas declaradas. Frutas de aire libre, verduras de la huerta de aquí al lado, nada de carne roja ni de ningún color, pescado del Cantábrico y huevos de gallina que corretea picoteando maíz. Fuera grasas saturadas, nada de pan, adiós a los hidratos de carbono y el alcohol con cuentagotas los fines de semana. Muchas tisanas, vida sana –más o menos- y paseos rápidos y cotidianos de un par de horitas.

Pero como mi perímetro ventral seguía en su sitio a pesar de mis esfuerzos infructuosos por disminuirlo, acabé yendo al Nutricionista/Dietista mencionado en el primer párrafo.

Cuando le conté el tipo de dieta que seguía y mi ritmo de vida me dijo, a bocajarro, que mi hígado no funcionaba bien aunque las transaminasas estuvieran en su sitio y que lo que me hacía falta era una “dieta de choque hiperproteica”.

 -¿Perdona…?

Sí, sí, a comer carne roja, queso duro y frutos secos a tutiplén. Ahí me quedé boquiabierta porque yo carne no como –en general- desde hace muchos años, no por convicciones éticas o de bolsillo sino porque me parece más natural la ingesta de otro tipo de proteínas. Insistió este señor en que dejara de comer fruta radicalmente y que le diera leña al mono con los filetes y el pollo, el fiambre, el queso duro, y todo aquello de lo que siempre he estado huyendo como de la peste. De postre, gelatina Diet y nada de azúcar sino edulcorante.

Me empecé a revolver en la silla de la consulta, aduciendo que el espartamo que llevan las sacarinas es cancerígeno, que los pollos están hormonados y moribundos antes de que los maten, que la fruta de siempre ha sido sanísima y que la gelatina Diet (con perdón de quien la fabrique) me parece una porquería total y absoluta.

Pero como había ido a su consulta a acatar órdenes y no a hacer lo que me diera la gana, -además de dejarle mis dineros- durante una semana, dejé de comer carbohidratos y fruta –que decía que hinchaba mucho- y me dediqué a la proteína pura y dura adornada con verdura y agua del grifo.

¡Qué tristeza para mi estómago y qué ansiedad para mi mente sustituir mis cerezas de media mañana por un trozo de queso! ¡Y el té de media tarde por un puñado de almendras! Pero el caso es que, pasada la primera semana, adelgacé 1.700kgs. de los cuales 1.350kgs. eran grasa pura y dura.

Resultados óptimos según él (por la pérdida de peso), pero desasosiego y mosqueo por mi parte, ya que mi MENTE rechaza la carne y reclama la fruta. Entonces me cambió la dieta –porque yo le supliqué que me hiciera un apaño- y ahora me ha prohibido los frutos secos y el queso, la ternera y el cerdo, el cordero y el conejo y tengo que comer POLLO  hormonado cuatro veces por semana y pescado sin aceite y muchos huevos (sólo la clara) y pocas ensaladas y nada de tomate y fruta una vez al día en pequeña cantidad. Y seguir con el edulcorante cancerígeno que engorda menos que la azúcar morena.

Antes de volverme loca ante tanta contradicción, me salió la vena de que no me da la gana reducir circunferencia a base de pillarme cáncer o destrozar mi organismo con la ingesta de alimentos a los que no estoy ni acostumbrada ni tengo la más mínima simpatía.

Este señor se enfadó conmigo (no sé por qué si no he dejado de pagarle lo estipulado) y dice que las dietas son como son y que si quiero comer lo que me da la gana que para qué voy donde él y… pues no tengo muy claro qué hacer: si pedirle perdón por comer sano o por haber recurrido a sus servicios que, visto lo visto, me han “servido” para aprender algo muy importante y ha sido comprobar que “las dietas personalizadas” salen del ordenador apretando el botón correspondiente a base de programas predeterminados y que ni la imaginación del dietista ni su buena voluntad juegan papel alguno en este tema. Ahora, eso sí, adelgazar, adelgazas, pero también lo harás si dejas de comer y para ese viaje no necesitaba yo tales alforjas.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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