>

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

Sobre algunas razones históricas para celebrar (mejor) el día 12 de octubre

Por Carlos Rilova Jericó

El año pasado, cuando este correo de la Historia apenas había empezado a ser publicado, hablaba yo, en dos diferentes artículos, tanto de la Diada independentista de 2012, preludio, al parecer, de la cadena humana de hace unas semanas a favor de la Independencia de Cataluña, como de eso que ha sido este sábado y se ha dado en llamar, por regla general, “Día de la Hispanidad” y que, a lo mejor, sería más idóneo nombrar “Día del Descubrimiento” por, entre otras razones, algunas que barajaba yo hace un año.

Supongo que a nadie le extrañará que en ese plazo, un año, no hayan desaparecido los motivos para hablar tanto de una cosa -la deriva independentista catalana, tan ligada por muchos de sus valedores a razones históricas más o menos espurias- como de la otra, todo eso del día de la Hispanidad o, como yo preferiría llamarlo, el día del Descubrimiento. De hecho, han cambiado tan poco que se puede hablar cómodamente de las dos, otra vez, en un mismo artículo.

En efecto, viendo las noticias y la agitación periodística de estos últimos días (con parlamentarios catalanes abandonando el hemiciclo barcelonés y grupos “ultras” hostigando a los independentistas catalanes con representación en ese “Parlament”), parece oportuno recordar que la mala explotación de un hecho tan capital para la Historia humana -no sólo de la variedad española- como el descubrimiento de América aquel lejano 12 de octubre -y lo que vino después-, sin duda ha alimentado mucho ese sentimiento de desapego que, hábilmente manejado por determinados políticos, se está convirtiendo en una reclamación de independencia en toda regla.

Eso de la mala explotación de ese hecho histórico que, se supone, se celebra cada 12 de octubre, es lo que se saca en conclusión, por ejemplo, cuando se lee un libro publicado por primera vez en 1924 para, al parecer, educar a las clases medias españolas de la fecha. Se titula “El Cano”, así, separando las dos palabras, en lugar de juntarlas como suele ser habitual. No es muy grande. Es, de hecho, un libro de bolsillo casi adelantado a la idea de libro de bolsillo que hará furor desde los años sesenta del siglo pasado. Sin embargo, su sola existencia dice mucho al historiador sobre algunas raíces históricas de las que ahora se estaría nutriendo el desapego independentista catalán.

Ese libro, “El Cano”, escrito por el agustino Celso García, habla de uno de los principales resultados del descubrimiento de 1492: la comprobación de la redondez de la Tierra, que fue uno de los caballos de batalla de Colón -ahora, al parecer, catalán de nacimiento- en su viaje a lo que después se llamará América, así como la exploración del Mar del Sur, descubierto el 25 de septiembre de 1513 por Núñez de Balboa. Hecho este último que seguramente no recordarán, porque es imposible recordar algo de lo que apenas se ha hablado cuando se cumplía su quinto centenario hace un par de semanas. Como así ha sido, salvo por algunas pocas referencias, algún telediario que hablaba de la Ruta Quetzal organizada por el BBVA… Una ausencia de menciones hoy día al descubrimiento del Pacífico que es todo un síntoma de la inutilidad funcional de libros como ese de “El Cano”, que se supone debía poner en valor la gran hazaña cosmográfica de ese navegante vasco.

En efecto, el historiador que lee ese libro -en este caso el que estas líneas escribe- constata así que en noventa años, desde 1924, no ha producido ningún resultado notable a ese respecto. Por ejemplo lograr que, a nivel mundial, se sepa que fueron navegantes y cosmógrafos como Elcano quienes disiparon las tinieblas mentales de esos europeos medievales despectivamente retratados -hasta la saciedad- en películas, novelas o cómics de origen anglosajón como bestias semianalfabetas, que se imaginaban la tierra plana.

Por supuesto, se han escrito más libros sobre la expedición de Magallanes-Elcano que corroboraba las teorías de Colón al igual, o más aún, que la expedición de Núñez de Balboa al descubrir un nuevo océano más allá de lo que se conocerá como “América”. Alguno de ellos sirvió de ilustración al artículo sobre el 12 de octubre del año pasado. Sin embargo, nada han conseguido a ese respecto ni ese, ni otros libros escritos en épocas de mayor apertura mental que la que se podía dar en períodos dictatoriales -como ocurre con el libro de Celso García, hecho durante la dictadura de Primo de Rivera, muy encelada con el tema, como lo demuestra el monumento “Art Decó” erigido en Guetaria (hoy Getaria)-, o con la obra que yo utilizaba como ilustración el año pasado, publicada en plena dictadura franquista.

En efecto, ni esos libros ni las menciones al asunto hechas, por ejemplo, en enciclopedias infantiles como la publicada en los años setenta por la editorial donostiarra Burulan en convenio con la Disney, o la editada por la casa bilbaína Fher sobre grandes viajes de exploración -hecha también en la prodigiosa década de los setenta-, han logrado hacer que Núñez de Balboa, Elcano, Magallanes… parezcan igual de deslumbrantes que sir Francis Drake o sir Walter Raleigh, a los que casi se ha hecho pasar -sin mucho fundamento, por supuesto- como los disipadores de la burricie medieval acerca de que la tierra era plana.

Un triste resultado teniendo en cuenta cómo murió ese navegante inglés, Raleigh, ejecutado por orden de Felipe III de España y de esas “Indias” descubiertas o cartografiadas por los aludidos Elcano, Magallanes…

Otro tanto parece haber ocurrido con esfuerzos menos didácticos pero, acaso, igual de voluntariosos, como la novela firmada por el oñatiarra Edward Rosset titulada “Los navegantes”.

Tal vez decir cosas así despertará iras, resentimientos… quién sabe, pero lo cierto es que a 12 de octubre de 2013, lo mismo que a 12 de octubre de 2012, lo único que se puede constatar desde la torre de marfil de los historiadores es lo mal que se ha contado, y se ha seguido contando -y divulgando- desde hace, por lo menos, noventa años, una gesta científica de primer orden -al nivel, salvando distancias, de las que ahora escriben esos astronautas tan traídos y llevados a las pantallas de cine- que en otras manos -británicas, por ejemplo- nos tendría hipnotizados desde hace muchas décadas.

¿Mejorarán las cosas en los próximos años, por ejemplo de aquí al quinto centenario de esa gesta, la circunnavegación de la Tierra, que remata científicamente, en 1522, lo que  supuso el Descubrimiento de América?.

Visto lo que ha ocurrido con Núñez de Balboa uno teme -quizás sea eso que llaman deformación profesional- que va a ser que no. Será una verdadera lástima. Sobre todo por lo que supondrá de fracaso para programas tan voluntariosos como el de la “Marca-España” que, ese, a diferencia de la gesta de Núñez de Balboa, sí que se ha publicitado en los medios de comunicación.

Así las cosas, nadie debería extrañarse de que también haya quien organice el próximo diciembre un congreso de Historia -aparentemente- para constatar que en 1714 “Catalunya” perdió su Guerra de Independencia (¡¿?!) contra España y la secesión pretendida por algunos catalanes desde 2012 tiene, por tanto, un gran fundamento histórico…

Así las cosas, ¿nos debería extrañar que algunos se dejen embarcar en esa aventura política antes que seguir haciendo votos para ser parte de un país que, a su vez, se deja hacer, tontamente, sombra por rivales fracasados -Inglaterra, por ejemplo, Francia…- que, sin embargo, han sabido dar la vuelta hábilmente a la ejecución de sir Walter Raleigh o a la derrota de Napoleón en 1814?.

Ustedes dirán…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


octubre 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031