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Carlos Rilova

El correo de la historia

“El Jueves” y sus historias de la Historia (otra vez)

Por Carlos Rilova Jericó

Van a decir que si es una manía personal mía. Vale, pues a lo mejor lo es. Si les parece mejor esa versión quédense con ella. Yo, personalmente, ya sé que si vuelvo otra vez en menos de seis meses a dar una pasada rasante -por así decir- sobre las páginas de la revista “El Jueves”, y más concretamente sobre las que firma en ella Pallarés, es por buenas razones de índole profesional. No por otra causa.

Sí, quienes siguen esta página quizás recordarán que el lunes 30 de septiembre de 2013 ya hablé de una y del otro. Esa vez fue a cuenta de la absurda versión de la Historia de España que Pallarés colocó en el número de “El Jueves” del miércoles 25 de septiembre de 2013.

Esta semana las pretensiones de Pallarés han ido aún más lejos en el número publicado el 12 de febrero de 2014 que, a juzgar por una de sus dos portadas, parece querer repetir el éxito de cierto secuestro judicial que, hace algunos años, tantos beneficios reportó a la revista, como cualquier buen escándalo que se precie.

Así es, esta vez Pallarés no se conformaba con explicarnos la que él cree es la verdadera Historia de España. Esta vez pretendía ilustrarnos sobre Historia económica más o menos mundial.

El título de la historieta ya venía provocando, cual pistolero del Salvaje Oeste. Era “Recordad El Álamo” en referencia a los tejanos que, el 23 de febrero de 1836, comenzaron a resistir un asedio del formidable ejército de planta napoleónica del general Santa Anna. La primera viñeta también provocaba, aludiendo a que los gálos nunca quisieron recordar su derrota en Alésia ante César (¿?). El objetivo de la historieta en cuestión era, pásmense, demostrar que la gente, en general, es idiota porque no se ha dado cuenta de que la crisis económica que venimos padeciendo desde 2007 era una crisis provocada por las cajas de ahorros, controladas no por banqueros profesionales, sino por cargos políticos electos en cada una de las autonomías que las habrían esquilmado a mayor gloria de sus bolsillos.

De esa nueva versión reduccionista de los hechos marca Pallarés, se pasaba a concluir en esa historieta que la ira popular, representada ahí inequívocamente por los manifestantes del barrio burgalés del Gamonal, que recientemente se han apuntado un tanto contra un representante de esa misma clase política objeto de las iras de Pallarés, debían ir no a protestar a las puertas de los bancos, sino al parlamento autonómico respectivo donde, siempre según Pallarés, estarían los únicos responsables del desaguisado. No, desde luego, decía el dibujante de “El Jueves”, ante unos bancos que él mismo reconocía, entre paréntesis, que no eran “ningunos corderitos” pero que él veía más víctimas que verdugos en esta crisis económica al haber tenido que hacerse cargo de unas cajas arruinadas por cierta clase política.

Hasta ahí llegaba la cosa, y la historieta acababa diciendo que el grito de guerra de las masas enfurecidas debía de ser que esta era una “crisis cajaria”, de las cajas de ahorros, y no bancaria, y, por tanto, que había que recordar lo que pasó durante 13 días en El Álamo como ejemplo, supongo, de resistencia frente a un poder ilegítimo y tiránico como el que en esas fechas representa en México el general Santa Anna.

La labor de instruir al público en materia de Historia económica reciente, sin embargo, la remataba en las páginas finales de ese mismo número el antiguo director de la revista “El Jueves”, Albert Monteys, contándonos -tras documentarse en Google, como él mismo reconocía- que la crisis actual provenía de la creación de dinero ficticio por parte del sistema financiero mundial. Lo mejor de todo era que este ilustre ilustrador no se resistía a su particular Síndrome de Tourette y acababa insultando a muchos de sus lectores diciendo en su respectiva historieta que una de las consecuencias de todo ese tinglado financiero a escala mundial era la existencia de tontos con una hipoteca que odiaban a los bancos por esa causa…

De acuerdo, estamos en una democracia mientras no se demuestre lo contrario. Hay Libertad de Expresión. Tanta que en “El Jueves” se dan dos versiones contradictorias sobre la Historia reciente de esta enésima crisis económica del mundo capitalista, aunque las dos sean de un nivel parecido. Dicho eso, hagan lo que les parezca con los 2, 50 euros que vale esta revista. Tírenlos por una alcantarilla, dénselos a una víctima de la crisis, o cómprense “El Jueves”, otra vez, si les da la gana. Pero, por favor, no saquen de él ningún argumento para usar en una conversación mínimamente seria. Antes que hacer eso echen, por ejemplo, un vistazo a los dos artículos que publicamos en este mismo correo de la Historia el 24 de septiembre de 2012, o, mejor, vayan corriendo a su librería de confianza -digital o no- y pidan un par de libros del economista canadiense John Kenneth Galbraith: “Historia de la Economía” y “La sociedad opulenta”.

No necesitan nada más -mucho menos uno de esos manuales pseudoeconómicos que, por desgracia, tanto se han vendido desde el año 2007- para saber realmente que la crisis económica que ha estado a punto de colapsar, por enésima vez, el sistema en el que vivimos, es producto de algo mucho más complicado que un puñado de políticos corruptos saqueando impunemente -de momento- cajas de ahorros.

Ese ha sido un negocio en el que -como les explicará J. K. Galbraith con más rigor y más fino sentido del humor que “El Jueves”- han concurrido -desde el siglo XVI al menos- enormes dosis de estupidez colectiva en distintos niveles de distintas sociedades desarrolladas en Europa y exportadas, manu militari, al resto del Mundo hasta formar lo que otro autor muy recomendable -Immanuel Wallerstein- llamaba “la economía-mundo”. Dosis de estupidez demostradas, por ejemplo, en la burbuja de los tulipanes que estalla en Holanda en 1637, o la de la Banca Law en 1720. Ambas más conocidas que el catarro. Al menos cuando la gente leía novelas como “El tulipán negro” de Dumas padre o “El jorobado (Enrique de Lagardère)” de otros dos eminentes escritores de folletines, Paul Féval padre e hijo.

Aprenderán en los libros de Galbraith que ustedes no son tontos con una hipoteca, sino gente que, atrapada en mecanismos de mercado creados y mantenidos por distintos consensos sociales desde hace siglos antes de que ustedes nacieran, ha tratado de comportarse lo más racionalmente posible, adquiriendo, al precio marcado, un bien imprescindible para poder seguir viviendo.

Aprenderán, tal vez, ante todo, que la crisis es producto de un sistema económico del que en 1981 se retiraron todos los controles y balances que evitasen un nuevo “Crack” de 1929, dando lugar a una cultura -es un decir- que desencadenó los peores instintos humanos de banqueros, políticos autonómicos y otros a los que no hubo más remedio que votar y que saquearon cajas de ahorros, fondos de pensiones, parques inmobiliarios y todo lo que se les puso por delante.

Aprenderán, en definitiva, en los libros de J. K. Galbraith, todo lo que necesitan saber sobre la Historia de la Economía que ha creado el mundo, férreamente real, que ahora nos rodea y de cuyas complicaciones no les van a sacar, desde luego, un par de dibujantes que pretenden sentar cátedra sobre Historia económica, probablemente sin haber leído a J. K. Galbraith, y que, oh paradoja, con trapisondas así se llenan de dinero los bolsillos cada semana. Algo que, asimismo, no les impide jugar a los autores malditos tipo Baudelaire aunque, todo lo más, parece que sólo llegan a ser una especie de Morlocks jugando a convertir cada semana a sus miles de incautos lectores en los Eloi de una mala adaptación de “La máquina del Tiempo” de H. G. Wells contándoles, por ejemplo, indocumentadas historias de la Historia económica reciente.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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