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Carlos Rilova

El correo de la historia

Adivinanzas históricas: ¿en qué se parecen el Atlético de Madrid, el Athletic de Bilbao y los Estados Unidos? (1776-1914)

Por Carlos Rilova Jericó

Seguramente no descubriré nada a los lectores de esta página que sean muy futboleros. O sí. Quién sabe. En cualquier caso espero que si pasa por aquí algún aficionado o aficionada que se sabe hasta el último detalle la Historia del club de sus amores, me disculpe por la sarta de obviedades que seguramente, en su opinión, estoy a punto de soltar. También les pido que tengan un poco de paciencia porque probablemente hay otros lectores que no sepan nada de eso y porque después de las obviedades vendrá algo tal vez no tan obvio, ni siquiera para los fanáticos del “Atléti”, del de Madrid. O del de Bilbao.

Como estamos en eso que llaman “la sociedad de la información” basta un golpe de ratón y una búsqueda bien dirigida para descubrir que los dos “Atlétis”, el madrileño y el bilbaíno, tienen un origen, o una raíz al menos, común.

Así es, el “Atléti” genuino es una escisión del Athletic de Bilbao poco después de que el club vasco iniciase su andadura. Dice la Historia más o menos oficial sobre el asunto que circula por ahí, que tras los primeros partidos celebrados en Madrid algunos de los integrantes del club, originalmente bilbaíno, se sintieron desplazados y fundaron un Athletic, pero de Madrid. Esto ocurrió allá por 1903, a comienzos del siglo XX, que es cuando el “football” -léase “fútbol”- se empieza a popularizar en toda Europa.

Esto explicaría lo que más llama la atención del historiador sobre estos dos equipos últimamente tan mencionados en los medios a causa de la “Champions”, la Liga española, etc…

Es decir, que ambos equipos, el “Atléti” y el Bilbao, tengan unas equipaciones tan parecidas. Sobre todo la camiseta a franjas -o barras- blancas y rojas que visten los dos clubes.

En el caso de los leones de San Mamés, es decir, del Athletic de Bilbao, no parece que la sabiduría popular haya buscado alguna explicación al origen de esa curiosa camiseta que comparten los dos equipos.

En el caso del club de los amores de Joaquín Sabina y otros muchos madrileños entusiastas de ese “Atléti”, el mote de colchoneros con el que se conoce al equipo y a su entusiasta afición parece haber sido un primer conato de explicación del porqué el Bilbao primero -y de rebote el “Atléti”- tenían una camiseta a franjas -o barras- blancas y rojas y no una a franjas -o barras- azules y blancas, verdes y blancas o grana y azul, o, simplemente, amarilla, azul o de otro único color. O de ninguno en absoluto, como el eterno rival, y sin embargo vecino, del “Atléti”, el Real Madrid, con el que se las va a ver en Lisboa. Es decir, por alguna razón, alguien habría decidido hacer las camisetas del “Atléti” de la misma tela a rayas con la que se hacía el forro de los colchones. De ahí lo de “colchoneros”…

Pues parece ser que la cosa no fue así. Al menos según un sesudo autor de novelas gráficas -así se llama hoy al escalón siguiente al tebeo de toda la vida, que luego se convirtió en cómic-, el señor Bryan Talbot.

Talbot es dueño de eso que suelen llamar un personalísimo estilo, tanto en el dibujo como en los guiones de sus historias, que le ha ganado una fama que algunos podrán discutir, pero está desde luego justificada por lo impactante de series como “El corazón del Imperio”, o la más reciente: “Grandville”.

Sin embargo, donde más lejos ha llevado Talbot su experimentación con el cómic para convertirlo en eso que ahora llaman “novela gráfica”, ha sido en “Alicia en Sunderland”, publicada entre nosotros por Mondadori.

Se trata de un libro de formato cercano al folio DIN A-4, que consta nada menos que de 321 páginas sin contar notas y bibliografía final.

Talbot demuestra en ellas, entre otras muchas cosas, conocer bien el Norte de España. Cosa que no es rara, pues su editor habitual en estas tierras es la empresa bilbaína Astiberri, para quienes ha tenido muy amables palabras por la buena traducción de la serie de “El corazón del imperio”. Así señala Talbot en la página 172 de esa magna obra, “Alicia en Sunderland”, que el “Athletic de Bilbao” y el Sunderland, el equipo de su ciudad, en torno a la que gira esta obra -como se puede deducir por su título- tienen un origen común debido a la presencia de trabajadores originarios de Sunderland en los astilleros bilbaínos a finales del siglo XIX, que habrían llevado todo eso -las franjas o barras rojas y blancas de las camisetas, los leones heráldicos en el escudo del club, el nuevo deporte, su nombre, etc…- a Bilbao en esas fechas…

Realmente tiene sentido esa alambicada explicación en un libro que es rico en explicaciones alambicadas, ya que Talbot trata de demostrar en él, sobre todo, que la idea de “Alicia en el País de las Maravillas” le sobrevino al señor Dodgson -más conocido como Lewis Carroll- no en Oxford sino en Sunderland.

Estaría así claro por los indicios -fehacientes, eso no se puede dudar- que nos da Talbot, que los tres clubes de fútbol -el Sunderland, el Bilbao y el “Atléti”- visten franjas -o barras- blancas y rojas: porque esa es la divisa de la ciudad de Sunderland, en el extremo norte de Gran Bretaña, casi al lado de la frontera escocesa.

Eso, sin embargo, no explica que dichas camisetas, y los clubes que las visten, tengan algo que ver con los Estados Unidos de Norteamérica, tal y como he dejado caer en el título de este nuevo correo de la Historia.

Efectivamente, para eso hace falta irse hasta las páginas 256 y 257 de “Alicia en Sunderland”.

Allí Talbot demuestra que esa divisa -las franjas rojas y blancas, más tres estrellas- eran el emblema de una noble  familia de esa parte de Inglaterra. Seguro que casi lo han adivinado. En efecto: los Washington, de quienes desciende el primer presidente oficial de los Estados Unidos de Norteamérica, que, aparte de dar la Libertad a las trece colonias rebeladas contra la metrópoli británica, liderando sus maltrechos ejércitos -tan dependientes de España y Francia para todo-, les facilitó el uso de esa divisa para crear tanto el escudo como la famosa bandera de barras -rojas y blancas…- y estrellas que hoy es la bandera de Estados Unidos…

Como les decía “Alicia en Sunderland” abunda en explicaciones alambicadas, llenas de sinuosidades, pero no se puede negar que la línea argumental de Talbot carezca de los más sólidos fundamentos de la investigación científica. Es decir, observar un fenómeno y trazar las conexiones entre unas cosas y otras. En este caso las camisetas de clubes de fútbol como el Sunderland, el Bilbao y el “Atléti” y… la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica. Aquella futura “Old Glory”, la “vieja gloria” del capitán William Driver, la de sólo trece estrellas, tras la cual las zarrapastrosas tropas del llamado “Ejército Continental de línea” ganaron su libertad frente a Gran Bretaña y pusieron los cimientos de los actuales Estados Unidos.

Algo logrado, curiosamente, como ya nos lo contaron las profesoras Mª Jesus y Begoña Cava, gracias a las ingentes cantidades de material de guerra enviado por España a los rebeldes yankees a través de la casa de comercio “Gardoqui e hijos”, radicada en Bilbao. Un detalle que, unido a todo lo demás dicho hasta aquí, supongo les hará reflexionar sobre los sinuosos y sorprendentes caminos por los que nos conducen, a veces, algunas adivinanzas históricas, como la que da título a este artículo. Piensen en ello viendo la “Champions” el próximo 24 de mayo. O cuando oigan la conocida música de “Barras y estrellas”, uno de los himnos nacionales norteamericanos.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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