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Carlos Rilova

El correo de la historia

La Historia del general Prim, nuestra Historia. Apuntes sobre una película del 62 Festival de cine de San Sebastián (1870-2014)

 

Por Carlos Rilova Jericó

¿Saben de dónde viene la palabra “albricias” que habrán oído o leído alguna vez?. Era el premio que se daba en la España de los siglos XVI, XVII… al mensajero que traía buenas noticias. De ahí acabó convirtiéndose en esa hoy anticuada expresión que se usa, ya sólo en broma, para celebrar una buena noticia.

Pues sí, eso, en broma por supuesto, es lo que yo hubiera dicho este jueves después de salir de una de las sedes del 62 Festival de cine de San Sebastián, el Teatro Victoria Eugenia, donde había visto una película producida por TVE “Prim. El asesinato de la calle del Turco” que, realmente, era para decir albricias. Porque es una buena noticia saber que en España, cuando se quiere, se puede gastar el dinero público en películas que están a la altura de las que producen grandes cadenas estatales de referencia internacional, como la BBC. Sí, “Prim. El asesinato de la calle del Turco” está a la altura de grandes producciones británicas sobre, por ejemplo, la historia de Jack el Destripador, que nos tragamos alegremente desde hace años.

También está a la altura de otras más recientes, ambientadas más o menos en la misma época, que tienen, o tuvieron, legiones de seguidores a la espera de su próxima entrega. Como la ya finalizada “Deadwood”. Esa serie de HBO sobre la población “del Oeste” que estará en 1876 en el ojo del huracán de la famosa batalla de Little Big Horn, donde las naciones cheyenne, sioux y otras aniquilaron, por última vez, a los ejércitos del hombre blanco antes de que éste los aniquilase a ellos.

De hecho, tal y como nos anunció al público asistente el delegado de TVE que presentó la película de Miguel Bardem, esa producción estaba a la altura de películas para la gran pantalla.

Sí, resultaba difícil ver “Prim. El asesinato de la calle del Turco” sin acordarse de películas para la gran pantalla que están ambientadas en la misma época -la segunda mitad del siglo XIX- y hablan de asuntos parecidos a los que se narran en ella.

Por ejemplo es difícil no acordarse de los primeros compases de “Gangs of New York” de Scorsese al ver el enfrentamiento en las calles de Madrid entre la Partida de la Porra, supuestamente controlada por el general Prim para dispersar a sus oponentes favorables al regreso de los Borbón en la persona del futuro Alfonso XII, y la propia partida del líder republicano Paúl y Angulo, que no simpatiza demasiado con esos métodos y trata de ponerles freno por medio de la bien conocida -en la época- ley del revólver.

Hablando de revólveres, muy presentes en “Prim. El asesinato de la calle del Turco” -como no podía ser menos en una película ambientada en 1870- muchas escenas de esta “TV movie” recuerdan a películas “del Oeste”. Sobre todo de esas que llaman “Western crepuscular” y tienen un gran hueco en la memoria de los aficionados al género. Sí, “Prim. El asesinato de la calle del Turco” recuerda a “Forajidos de leyenda”. Especialmente cuando llegan a la estación de tren de Madrid los sicarios contratados para eliminar a Prim. O cuando se enfrentan a la Policía, al ser descubiertos, Colt Navy calibre 36 en mano, en un tiroteo digno del OK Corral a pesar de que el escenario es, en realidad, una corrala madrileña donde se encuentra, según el dueño de la misma, la mejor pensión de Madrid. Difícil, sí, no acordarse en esos momentos de “Forajidos de leyenda”, de su inmediata antecesora “Sin ley ni esperanza” o de “El fuera de la ley” de Clint Eastwood.

Los escenarios sombríos de la película también recuerdan a la película que lanzó a ese director a la consagración cinematográfica: el Western gótico, y crepuscular, “Sin perdón”.

Y más allá del Western, stricto sensu, “Prim. El asesinato de la calle del Turco” también recuerda a la versión para el cine de “Desde el Infierno” o al reciente “Lincoln” de Steven Spielberg, del que ya les hablé por aquí a finales del año 2012. Porque habla de oscuras intrigas políticas destinadas a matar a un hombre, a un presidente del gobierno -Prim-, que ha ocupado el cargo en momentos críticos y quiere, como Lincoln, sacar adelante a ese país, siendo arrollado en el proceso por una serie de oscuras fuerzas que orbitan alrededor suyo.

En resumen, por lo que respecta a la altura a la que quiere moverse “Prim. El asesinato de la calle del Turco” hay que felicitarse -hay que darse albricias, en efecto- porque es dinero público gastado con verdadero esmero. Fíjense bien en la reconstrucción de época de un Madrid que acababa en la Puerta de Alcalá, en las interpretaciones de actores hasta ahora sólo conocidos por papeles cómicos, casi histriónicos, como el popular “Javivi”, que hace un trabajo actoral apabullante como el intrigante -en el mal sentido de la palabra- duque de Montpensier, aspirante al trono español vacante tras la expulsión de su cuñada Isabel II. Fíjense en esos y otros detalles como la vestimenta, las armas, la atmósfera en general de la película, y verán que, cuando se tiene intención y medios, se pueden hacer en España películas tan buenas como las que nos exportan desde el resto de Europa, o desde Estados Unidos, y que son perfectamente exportables a esos mercados, donde también pueden dejar a más de uno y más de una con la boca abierta.

¿Tiene algún defecto “Prim. El asesinato de la calle de Turco”?. Tiene varios, de hecho. Para empezar que esta gran película es como el chiste aquel de los 10.000 abogados en el fondo del mar: tan sólo un buen comienzo.

En efecto, quien la vea sin tener libros de Historia a mano como la biografía de Prim escrita por Pere Anguera o la obra de José Andrés Rueda Vicente, o la novela “Sangre en la calle del Turco” -de la que parece deudora muchas veces la película- se llevará una visión no demasiado clara de las razones por las que Prim fue asesinado y de lo que está en juego en la España, y la Europa, de la llamada “Era de las revoluciones”, que sólo se calman a partir de 1876, durante la llamada “Belle Époque”. Esa que saltará por los aires con la Primera Guerra Mundial hace un siglo.

Los que no hayan leído una novela “outsider” del panorama editorial español, “Historia lógico-natural” del profesor J. J. Merelo, tampoco se enterarán muy bien, por un módico precio, de lo que pudo y no pudo haber cambiado Prim de no haber sido asesinado.

En fin, es también una pena que la provisión de material gráfico de época de la película se haya adjudicado a delegaciones de empresas extranjeras, como Getty, habiendo fondos más próximos y adecuados, como se puede comprobar en alguna de las ilustraciones de este nuevo correo de la Historia.

Y ya que hablamos de esto, la película también olvida que el general era toda una “celebrity” en prensa internacional, hasta el punto de ser el primer personaje que aparece en una obra tan famosa como “El retrato de Dorian Gray”. O que Prim era masón y se le hizo una ceremonia masónica en la basílica de Atocha para despedirlo. Porque eso también era parte de esa historia que es nuestra Historia.

Pero, en conjunto, “Prim. El asesinato de la calle del Turco” es una gran película. Sólo se puede añadir que ojalá sea la primera de muchas otras y que sirva a muchos espectadores para ir a las bibliotecas a leer libros de Historia que -de verdad- no muerden, haciéndose así con una visión más completa de ese pasado que, como la película parece insinuar, no está muerto y aún repercute en nuestro presente, ahora mismo.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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