>

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

“Lo que este país necesita es…”. Una semana de reflexión, las elecciones generales del 20 de diciembre y la Historia como bien público

Por Carlos Rilova Jericó

Seguramente usted también se lo pregunta en esta semana de reflexión antes de las elecciones del 20 de diciembre. Qué es lo que este país necesita. Como se lo preguntaban en ese chiste de “Americana” -que pueden apreciar en la ilustración adjunta- varios vagabundos prototípicos de los Estados Unidos de la Gran Depresión que, en medio de una borrachera de alcohol seguramente muy barato, discuten entre ellos qué es lo que necesitaba esa nación hundida en la miseria por el “Crack” del 29.

El que lleva la voz cantante lo dice claramente: “Este país necesita cinco o seis buenos Mussolinis…”. Claro, qué menos para un país como Estados Unidos, que era cinco o seis veces más grande que la Italia fascista…

Sin llegar aún a extremos tan drásticos, llevamos meses, de hecho más de un año, desde 2014, dando vueltas a qué es lo que necesita España. La España de 2015 que no se ha hundido, otra vez, en el marasmo de 1934 (el mismo en el que sobrenadaban en alcohol esos pobres vagabundos de “Americana”) a pesar de la dureza de las condiciones que se han vivido -especialmente desde 2011 en adelante- pero que no termina de levantar cabeza en muchos aspectos.

Yo, por supuesto, no voy a decir qué opción política, qué partido de todos los que se presentan, es el que puede saber mejor qué es lo que necesita esa España que, aún sin ser la de 1934 otra vez, camina peligrosamente por el borde de un abismo muy parecido.

Lo que si voy a hacer es opinar de qué es lo que debería hacer el partido o partidos que ganen las elecciones del 20 de diciembre. Principalmente qué problemas estructurales -es decir: históricos- deberían tratar de resolver para alejarnos del abismo por cuyo filo aún caminamos. Problemas estructurales -es decir: históricos- de los que, desgraciadamente, no he visto ni oído nada en los programas de ninguno de los partidos -viejos o nuevos- que se presentan a estas elecciones. Extremada y preocupantemente vagos ante esas cuestiones que, por más que se las ignore, están ahí corroyendo, poco a poco, las estructuras sobre las que se supone debemos vivir.

Ese problema principal -aunque, por supuesto, no el único- del que adolece hoy en España la Política que sale elegida en las urnas, fue definido, precisamente en 1933, por ese Pío Baroja metido a historiador del que ya he hablado en algún que otro correo de la Historia. Es decir, el de la serie de artículos titulados “Siluetas románticas”.

En uno de ellos, “La vida de Chico”, Baroja define con bastante acierto ese problema de enfoque que la Política en general ha tenido en España, según parece, desde el siglo XIX. Dice Baroja, del modo abrupto que lo caracterizaba, que en España, desde esas fechas, no ha habido curiosidad histórica, que los que la han regido se han preocupado más de la aplicación de decretos y leyes, que de conocer un pasado que condicionaba el desarrollo del presente.

Como ejemplo sangrante de esa visión miope que cree poder resolverlo todo con la aplicación de leyes sin preocuparse de saber nada más, señalaba Baroja las palabras que le dirigió un ex-senador navarro, asombrado porque andaba haciendo averiguaciones en Vera de Bidasoa para saber de la expedición del general Mina en 1830, destinada a restaurar en España una monarquía parlamentaria. El resumen de lo que había que saber a ese respecto, según ese senador, era que a él, al senador, no le interesaba nada ese asunto y que ya sabía todo lo que tenía que saber gracias a lo que les había contado un viejo baserritarra de la zona de nombre -o apodo- Galchagorri…

Ese desdén por el propio pasado, ese reducir la propia Historia a una mera anécdota, parece ser que se ha convertido en un mal recurrente de nuestra Política y ya está, desde luego, pasando gruesas facturas. Como, por ejemplo, la descomposición del llamado estado de las autonomías, que no saben exactamente qué es lo que las une, ni de qué entidad histórica forman parte. Terreno abonado para que ocurra lo que desde noviembre estamos viendo ocurrir en Cataluña.

El partido o partidos que salgan victoriosos de las elecciones, harían bien en modificar esa grosera actitud del ex-senador que se burlaba de Baroja por querer escribir Historia de España en serio. Harían bien, por ejemplo, en buscar un mínimo común denominador -sin pisotear a nadie, sin obligarle a deglutir banderas ni a cantar zarzuelas- para que, desde Irún hasta Cádiz, se enseñase la Historia que hemos compartido durante cinco siglos.

Harían también bien dichos partidos vencedores en conseguir que se difunda otra visión histórica de España -más ajustada a los hechos y no a fantasías enfermizas- que no se base en los groseros -y falsos- tópicos de una leyenda negra inventada en el siglo XVI por un país, Holanda, que, lo que son las cosas, apenas treinta años después de su separación de la corona española estaba pidiendo a ésta que la protegiera, alternativamente, de Francia e Inglaterra.

Por cosas así harían también bien esos partidos vencedores el 20 de diciembre en crear una política científica que no pasase por el desmantelamiento y/o adocenamiento de instituciones de investigación científica como el CSIC, o unas universidades cuya indigencia económica e intelectual deberían conocer de primera mano, pues muchos de los posibles futuros presidentes, ministros, secretarios de estado, subsecretarios, etc… provienen de ese medio aunque, sorprendentemente, nada hayan dicho de arreglar ese problema en sus respectivos programas políticos.

Una reorientación que pasaría por detener el desprestigio asnal de la práctica de la Ciencia en España que, en el mejor de los casos, la reduce a querer que haya por aquí unos cuantos químicos, físicos y matemáticos haciendo “cosas” -no se sabe exactamente cuáles- y dando por inútiles (¡?), desaparecidas o inexistentes el resto de ramas de la Ciencia en una actitud sencillamente inconcebible en otros países “de nuestro entorno”…

Es claro que, a partir del domingo 20 de diciembre, este país va a necesitar muchos otros cambios, pero no estaría mal empezar a construir el nuevo edificio político por los cimientos -Ciencia, conocimiento, verdadero I+D+i y no un mero aumentar el número de puentes y obra civil en general mientras se cierran bibliotecas y centros de investigación en Ciencias Sociales- y no por el tejado de un Desarrollismo hortera y barato -y al final contraproducente- que parece engendrado por los guionistas de “¡Vente a Alemania, Pepe!”. Película muy divertida pero que, que se sepa, ha sido bastante inoperante para mantener en marcha, de manera viable a corto y medio plazo, un país con las responsabilidades internacionales de España…

Si los partidos vencedores este domingo tienen suficiente inteligencia política como para dar ese giro al timón del estado tendrán, aparte de un sólido éxito reconocido por muchos años -incluso siglos- el agradecimiento de muchos miles de españoles, del gobierno de Bruselas y, muy probablemente, del Departamento de Estado de Estados Unidos, que se ahorrará unos cuantos viajes a Madrid -y otros graves problemas- para proclamar lo necesaria que es una España fuerte y unida…

Ese mismo país que, sin embargo, lleva tambaleándose desde hace muchos, demasiados, años por sucesivas crisis y una economía semidesarrollada y también por carecer de un sistema de ciencia e investigación integral al estilo del de los países más avanzados de Occidente, de cuya lista, España y los que la han gobernado desde 1978, dicen querer formar parte con verdadero ahínco.

Algo que luego, la verdad, hasta ahora, no se manifiesta mucho en la práctica vista la estólida permanencia en España de políticas tan cortoplacistas e indocumentadas como las que acabo de relatarles aquí…  Elijan, pues, bien el día 20. Y después exijan.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


diciembre 2015
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031