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Carlos Rilova

El correo de la historia

Espías en la Bella Easo. La Historia y la última misión de Mata-Hari en San Sebastián (1916-2016)

Por Carlos Rilova Jericó

Hoy voy a intentar conjugar en este nuevo correo de la Historia mis deberes para con el público que lo sigue y para con la Asociación que lo respalda (la de historiadores guipuzcoanos Miguel de Aranburu. Como ya sabrán, si se han fijado en la información que aparece en la pantalla a mano derecha,).

Así pues voy a hablar de una figura histórica seguramente fascinante para la mayor parte del público que lee Historia: Mata-Hari, nombre artístico de una bailarina exótica de la “Belle époque” que, como veremos, acabó su vida trágicamente.

Voy a hablar de ella no sólo porque sea fascinante para un gran público sino porque es, en cierto modo, el eje de uno de los grandes proyectos de la Asociación de historiadores guipuzcoanos para este año: un ciclo de cinco conferencias que, financiadas por la Sociedad Municipal de Fomento de San Sebastián, empiezan este miércoles día 19, a las siete de la tarde, en el salón Zubia del Hotel María Cristina de esa ciudad. Uno de los lujosos escenarios de la vida de Mata-Hari, por cierto.

El objetivo de esas cinco conferencias es tratar de divulgar para un público diverso (tanto especializado como no especializado), entre otras cuestiones, qué hacía en un lugar, en principio tan fuera de lugar como San Sebastián, nada menos que una espía tan célebre, tan conocida en el Mundo entero, fácilmente identificable por muchas personas sin necesidad de pertenecer al reducido grupo de especialistas en la llamada “Primera Guerra Mundial”.

El origen remoto del proyecto tuvo como punto de partida un detalle que en la Asociación nos resultaba preocupante. A saber: que esa intersección entre la “Bella Easo” (hoy capital cultural de Europa junto con Wroclaw) y la celebre espía estuviese quedando a poco menos que el nivel de anécdota de Historia local, sin más explicaciones ni curiosidad científica (ni de otra clase) respecto a saber qué hacía realmente aquella mujer fascinante en el rutilante San Sebastián de la “Belle Époque”.

En efecto, que Mata-Hari anduviese por ese escenario privilegiado de la “High Life” de la Europa victoriana y eduardiana que agonizaba en los campos de batalla de Francia (como decía aquel tango de Gardel, “Silencio”), no podía ser una casualidad. Tenía que tener algún significado histórico trascendente.

Sin ánimo de agotar todas las posibilidades -eso se intentará en las cinco conferencias que empiezan este día 19 en el escenario privilegiado del Hotel María Cristina- vamos a tratar de explicar aquí qué hacia realmente Mata-Hari en San Sebastián meses antes de que acabase ante un pelotón de fusilamiento.

Javier Sada, cronista de la ciudad y, por supuesto, participante en este ciclo de conferencias, ya nos explicaba en su ahora imprescindible “San Sebastián en la Primera Guerra Mundial” que Mata-Hari fue, pese a toda su aureola novelesca posterior, poco más que una marioneta inocente manejada por los servicios secretos de los aliados y de los Imperios Centrales (Alemania, Austria-Hungría…).

En efecto, y no fue la única convertida en esa especie de marioneta, en aquella guerra secreta, más sucia y penosa aún que la que se libraba en las trincheras.

Hay que reconocer que dichos servicios secretos estaban a la última en cuestión de esa igualdad de sexos que muchas mujeres, como Emmeline Pankhurst y sus heroicas sufragistas, estaban reclamando en esas mismas fechas.

Bolo Pachá, otro espía menos conocido por el imaginario colectivo que Mata-Hari, corrió su misma mala suerte, siguiendo una mortal recta final muy parecida a la de la bailarina exótica.

Así es, al igual que Mata-Hari, Bolo Pachá aterrizó por el lujoso San Sebastián de la “Belle Époque” y se dejó ver por sus casinos, por sus salones y paseos elegantes, frecuentó a la buena sociedad, vio y se dejo ver e incluso se reunió con el conde de Romanones que, como el resto del Gobierno español, veraneaba, a todo tren, en San Sebastián.

El artículo del periódico “El Sol” de 6 de febrero de 1918 cuenta muchas cosas, pero no exactamente de qué hablaron el espía, Bolo Pachá, y el conde de Romanones, en aquel entonces jefe del Gobierno de España…

Lo único que quedaba claro es que el espía y el primer ministro español habían hablado, al parecer bastante amigablemente, después de que Paul Bolo (el verdadero nombre de Bolo Pachá que, en realidad, era tan francés como el queso Brie) conociera al segundo de Romanones en un viaje que éste hizo a otra de las capitales del lujo de la “Belle Époque” -Biarritz- cuando era gobernador civil de Guipúzcoa, en otoño de 1916. La fecha en que se verificó el encuentro entre el espía y el primer ministro que, al parecer, había prolongado un tanto el veraneo en San Sebastián…

“El Sol” decía poco más. Tan sólo que los abogados que defendían a Paul Bolo (alias Bolo Pachá) pedían que el conde de Romanones testificase en su favor después de que las autoridades francesas detuvieran a Bolo en 29 de septiembre de 1917 por espiar a favor de Alemania. Justo unos meses después de que Mata-Hari, recién llegada de San Sebastián, corriera la misma suerte, por las mismas razones…

A partir de ahí sólo nos queda especular, debatir, conferenciar. Javier Sada piensa, no sin razón, que Mata-Hari era en realidad una víctima propiciatoria, un chivo expiatorio para calmar la sed de venganza de una sociedad francesa frustrada por una guerra larga y sangrienta en la que la esperada victoria no terminaba de llegar nunca. Justo lo contrario que las cartas y telegramas que avisaban de un hijo, un sobrino, un marido… muerto en el Somme o en otro frente…

Resulta difícil calibrar qué cantidad y calidad de información habían sacado de sus intrigas donostiarras Mata-Hari y Bolo Pachá. Muy probablemente era mucho menos que la que sacaron espías menos rutilantes, menos conocidos pero más eficaces que aquellos dos aventureros que fueron dando tumbos por la vida fácil y lujosa de la “Belle Époque”, antes de acabar frente a un pelotón de fusilamiento.

Estos otros, los verdaderos agentes secretos, como denunciaba la ruidosa prensa francesa surgida al calor de la “Gran Guerra”, probablemente sí hicieron llegar información de calidad sobre el grado de desarrollo económico y tecnológico de la España neutral -por suerte para ella, pero también para todos los contendientes- de aquellas fechas.

Algo bien visible en el lujoso escaparate que era la San Sebastián de 1914 a 1918, cabeza de una industria que sacaba por vía férrea y portuaria, desde Molinao, desde Pasajes, desde Irún…, toneladas de suministros, armas y municiones esenciales para las potencias contendientes.

Un delicado asunto que, hasta la llegada de Estados Unidos a la guerra en 1917, dependiendo de qué lado cayese en el conflicto la corte que veraneaba en San Sebastián, podía romper la relación de fuerzas en aquella “Gran Guerra”. Justo lo que proclamaba a los cuatro vientos el número de 8 de septiembre de 1917 de la revista “J´Ai vu…”, indicando las causas, a su juicio verdaderas, de la huelga general de ese año en España. Inducida por agentes de los Imperios Centrales, decía esta publicación, para paralizar la industria que tanto y tan bien abastecía a los ejércitos aliados…

Ese parece haber sido el trasfondo real de todas aquellas evoluciones tan melodramáticas de Mata-Hari o Bolo Pachá en una ciudad, San Sebastián, que, desde sus remotos orígenes medievales, se había convertido en un polo de desarrollo económico y tecnológico que, a la altura de 1916, evidentemente interesaba mucho a aquellos que necesitaban tanto arduas maniobras diplomáticas para que el número de contendientes no se desequilibrase, como alimentos, equipos sanitarios, armas y munición para seguir disputándose la supremacía sobre Europa y el Mundo…

Algo de lo que hablaremos, largo y tendido, las cinco semanas siguientes en el lugar y las fechas que antes les indicaba. Allí esperaremos a todos los que quieran saber más sobre qué hacía Mata-Hari en San Sebastián ahora hace cien años y qué peso real tuvo en la Historia ese hecho sólo aparentemente anecdótico.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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