¿Y a mí que me importa? me diréis. Pues claro. Que un periodista después del partido de Anoeta se vaya de farra, poco debe importar. Además, os recuerdo que estaré ya de fiesta porque mi director me ha dado días de descanso. Quedaré con varios compañeros de la sección de Deportes y algunos de Cultura. Vendrán nuestras mujeres. Primero, cenita suave. Después, disco.

Me imagino que a esta altura del post ya estarán haciendo comparaciones con lo ocurrido con un grupo de jugadores de la Real después del partido del Bernabéu. Hay quien dice que en los días de descanso, cada uno elige su ocio. Otros sin embargo están quemados… pero que muy quemados.

Dos posturas, dos explicaciones sobre un comportamiento que sin ser criminal admite, desde luego, la crítica. La escena tiene un rasero opuesto si los resultados de la serie de tres partidos hubiese sido diferente. Si la Real hubiese ganado dos partidos de tres, o hubiese empatado al Madrid, todos estaríamos aplaudiendo ese desfogue nocturno “tan merecido”. Pero no ocurrió así. Fueron cero puntos más una imagen penosa ante el lider.

Con este planteamiento deportivo (cero puntos + poca actitud de entrenador y jugadores) los movimientos extradeportivos, incluídos los del tiempo libre, deben ser medidos con escuadra y cartabón. Es mi opinión. El periodista, o el albañil, o el mecánico,  no pasa por la lupa de la opinión de miles de socios y abonados que pagan elevadas cantidades al año por presenciar un espectáculo protagonizado por unos deportistas profesionales en la ficha, o en la nómina de final de mes… y no tengo duda seguro que también en el campo.

Desde luego tengo mis dudas de que la decisión de ser gatos pardos en Madrid fuera la más acertada. Pero tampoco soy de los que apuesto por cargar las tintas, por hacer de esas horas un cisma. Dejemos a los profesionales, empezando por el entrenador, realizar su trabajo, el deportivo y el de manejar los tiempos libres. Luego habrá tiempo de sacar conclusiones. En la Real campeona de los años 80, había salidas nocturnas en la misma capital guipuzcoana de algunos jugadores. Y después el rendimiento era máximo y efectivo. ¿Alguien lo criticó? Sí, pero después del partido sonrisa y todo olvidado.

Por cierto, yo creo que es mejor una salida ‘controlada’ y en grupo con buen rollo, que muchas juergas individuales descontroladas y continuas.

Esos mismos jugadores juzgados por el pulgar hacia abajo, podían haber vuelto en el avión con el resto de la expedición, muy txintxos, y a la llegada a San Sebastián organizar una orgía total hasta el día siguiente, eso sí, discreción total y sin enterarse nadie. ¿Qué era mejor? ¿El desgaste físico dónde hubiese sido mayor?… que es lo que importa a los que critican, me imagino. ¿O solo nos preocupa la imagen del club, de nuestro escudom de nuestros colores? ¿O nos molesta que los aficionados estuviésemos cabreados hasta el moño mientras los jugadores se iban de copas sin más preocupaciones? Pues yo ya sé lo que tengo que hacer en la próxima derrota dolorosa. Me importará menos. Y me importará menos lo que hagan los blanquiazules después del partido.

Repito no creo que fue la mejor decisiópn de unos profesionales, pero seamos coherentes y tengamos sentido común. Como bien decía mi compañero Jorge Mendiola, en un gran artículo en DV, que titulaba Libertad y responsabilidad. Decía que los jugadores pueden gestionar su vida privada como mejor estimen, sin olvidar que cuando visten el escudo de la Real la repercusión de sus actos se multiplica. Esa es la parte de Libertad.

Decía Jorge que después de la noche madrileña ahora corresponde cumplir (a la plantilla) su parte del acuerdo: asumir la responsabilidad, acercarse a la permanencia ganando el domingo al Rayo. Si ponen el empeño adecuado, se sentirán arropados por su gente. Si no, pagarán las consecuencias de una resaca insufrible. Es es la parte de Responsabilidad.

Sobre el campo la respuesta. Ellos sabrán.