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Antxon Blanco

Correr x correr

¿Trapichean los mánagers con los récords del mundo?

Los últimos dos kilómetros del maratón de Berlín disputados por los kenianos Mutai y Kimetto cuando corrían en tiempos cercanos al récord del mundo, abrieron muchos interrogantes en lo que ocurre en la trastienda de estas competiciones entre representantes y los atletas. La progresión y el ritmo de los dos corredores desde el medio maratón eran incuestionables. Los aficionados veían que se podía batir la plusmarca universal pero en esos 2.000 metros finales, y muy especialmente en el sospechoso último medio kilómetro, los africanos bajaron los brazos, las piernas habría que decir, y el récord del mundo se esfumó.

Es más, los dos atletas no dieron la sensación de plantear batalla para conseguir. Ahora explican que el reloj del coche no funcionó bien, que descontrolaron el ritmo y que terminaron muy mal, con calambres y tal y tal y tal. No me lo creo. Algo sucedió a partir del kilómetro 40 cuando solo llevaban un retraso de 7 segundos respecto a los tiempos del récord mundial y acabaron con 37 peor. ¿Quince segundos peor por kilómetro? ¿Y de los dos atletas a la vez? ¿Una pájara contagiosa por virus?

No me chupo el dedo. Ni yo ni los aficionados que tenemos cientos de maratones en la memoria. Hubo pacto de ‘no agresión’ con toda seguridad. Hubo pacto del mánager de ambos corredores (Van de Veen) por algún motivo. Puedo llegar a entender el no correr en un crono por debajo de la plusmarca mundial, pero de ahí a hundirse de tal forma y llegar aparentemente ‘enteros’, no puedo. Me cabe dar una explicación convincente. Hasta puedo mirar hacia otro lado (no sería la primera vez que sucede en ruta y en pista) porque el pacto fuera debido a que a un atleta le interesara el triunfo por los premios en metálico de la clasificación general de los WMM (World Marathon Majors, competición que se establece en dos temporadas 2011-2012). Tras ganar Mutai en Nueva York y Boston, su victoria en Berlín le aseguraba el premio final de 500.000 dólares.

Esos 500.000 dólares podían haberse esfumado de las cuentas corrientes de Mutai y de su mánager, si hubiese terminado segundo, porque estaba la posibilidad de que Wisley Korir, si ganaba Chicago esta semana, se llevara el triunfo final.

Es evidente que las órdenes funcionaron, o los pactos. Con el caso del domingo, se recuerda lo que sucedió en este mismo circuito en 2003 cuando Sammy Korir era la liebre de Paul Tergat y llegaron los dos atletas a meta y Korir recibió la orden de dejar ganar a Tergat ¡Con récord del mundo incluido! (2h.04.55 y 2h.04.56).

Yo recuerdo que Haile Gebrselassie en sus primeras de cross en Gipuzkoa no podía superar a su compatriota Fita Bayisa, entonces con rango de capitán en el ejército miestras el junior Haile era soldado. Era un pacto que iba más allá del mánager (no tenían) y del dinero (solo trofeos y un regalo, que luego cambiaron para llevárselo a Etiopía).

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