El deporte lleva muchos años luchando contra las trampas. Incluso cuando la única recompensa era la gloria de una victoria, los deportistas buscaban caminos fuera de la legalidad. El festival de las trampas aumentó exponencialmente con la irrupción del dinero. El dopaje fue uno de los primeros elementos distorsionadores de la competición limpia.

En los últimos tiempos el deporte recibe una nueva capa de contaminación, los amaños. Las apuestas provocan un segundo nivel de enriquecimiento de personas ajenas al deporte. Hasta ahí todo correcto. La situación se desmorona cuando las apuestas sirven de vehículo pare el engaño y llega la ilegalidad, el amaño de una competición, el beneficio de unos pocos o de mafias organizadas que falsean el deporte, incluso con apuestas ilegales, las realmente peligrosas.

En los últimos tiempos los episodios de amaños se están repitiendo con una frecuencia que preocupa a los dirigentes de Ligas y Federaciones Internacionales. El caso más reciente es del equipo de balonmano francés del Montpellier. Cantidades de dinero elevadísimas que se movieron después del chivatazo de deportistas profesionales “que aseguraban una derrota inesperada”. Apuestas muy altas, sospechosas, y de familiares directos. Ahora han llegado las detenciones y las manos a la cabeza porque los jugadores del balonmano eran el ojito derecho del gobierno francés después de una década espectacular de triunfos… y claro después de los desplantes de los gallos del fútbol, este deporte había recibido elcariño de todos, hasta ahora.

El tema de las apuestas en el deporte conlleva un riesgo. Pero la ‘rentabilidad’ oculta los temores. Y en la actualidad, con las nuevas tecnologías, la apuesta se convierte en global, masiva y jugosona para los intereses de muchos. El atletismo tuvo antaño la separación entre atletas aficionados y atletas que competían en un mundo ‘profesional’ ligado a las apuestas. Estaba muy mal visto, no solo la apuesta, sino el recibir cualquier cantidad de dinero por un logro. Esa época queda muy atrás. Incluso las apuestas han entrado poco a poco en el atletismo, más en el mundo anglosajón y países nórdicos que en el sur de Europa por ejemplo.

Evidentemente lo fácil es decir que el dinero lo mancha todo. Dopaje para ganar más y más, partidos amañados para beneficiarse a través de apuestas, atletas que se dejan ganar para que otro gane el premio… como ayer escribí en este blog. Sin embargo, las recompensas en metálico, la profesionalidad, las apuestas, son compatibles con la honestidad. ¿Por qué no? Es necesario girar esa cultura, malcultura de la trampa, el engaño y el pelotazo.

El deporte está siendo marcado con demasiadas muescas. No voy a escribir de una necesaria catarsis pero sí de tener las ideas claras y discursos desde todos los ámbitos mucho más pedagógicos y educativos… espero que ésto último, por el bien de todos, sea compatible con el actual deporte.

En twitter @AntxonBlanco