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Antxon Blanco

Correr x correr

“Mennea, se ha ido un trozo de mi vida”

Comparto las palabras de la gran saltadora de altura Sara Simeoni, otro de los iconos del deporte italiano: “Con la muerte de Mennea se ha ido un trozo de mi vida”.

Creo que varias generaciones de velocistas se han identificado con “la flecha del sur”. Su tipología era la de un atleta ‘normal’: no excesivamente alto, no musculoso, enérgico y con ese final que gusta a todo sprinter que pelea en los 200 metros: recta sublime, aterciopelada, golpeando en el rostro de los rivales cuando te escapas con la sexta marcha. El agotamiento no parecía existir para este sureño.

Imposible desligar a Mennea de su camiseta azul, de ese gesto de fuerza en su cara, subiendo excesivamente los hombros, de esa inclinacion que le hacía grande en las curvas y espectacular en la recta final.Esos dígitos clavados durante 17 años como récord mundial (19.72) (Vídeo de México) marcaron una época en esa prueba de l amedia vuelta al estadio. Luego llegaría Michael Johnson, y ahora los jóvenes solo tienen ojos para Usain Bolt. Pero existió un tal Pietro Mennea que fue grande, muy grande. El Italia le adoraban, no solo como deportista. Fue un luchador contra el dopaje, un tío muy cercano como profesor y político. Símbolo, icono, leyenda, mito. Todo eso y más para Italia y para el atletismo.

Ramón Cid, actual director técnico de la Española, recuerda el final de un relevo en un encuentro Italia-España en Venecia. “El equipo español iba con una diferencia enorme, quizás 8-10 metros. La última posta la corría Arnau, que era un gran velocista. Parecía imposible que pudiera perder aunqu estuviera allí el mismísimo Mennea. Pero fue coger el testigo y volar. Se llevó por delante a Arnau e Italia ganó”. Ramón también recuerda aquella Universiada de México y el récord mundial del italiano (19.72). “Yo competía en ese momento y fue una carrera tremenda. Inmensa recta final. Todo estaba a favor: altitud, viento a favor (1,8), presión baja previa a una tormenta… Y luego él era una locomotora. Estaba muy fuerte. Lo había preparado a conciencia”.

La anécdota de Ramón Cid llegó en su prueba. Saltó 16.71 en el último intento del triple salto. Válido y viento legal: récord de España. El donostiarra pagó ronda al equipo español en algún bar de la capital mejicana. Se dejó sus buenos cuartos. Pero al día siguiente, la organización actualiza los vientos y le da al salto de Cid una medición de 2,01 (centesimal, luego redondeado a 2,1). Por lo tanto viento no reglamentario. Se quedó sin récord y con la cartera vacía. La mala suerte fue tal que en todo el concurso el único salto con viento ilegal fue ese… y con 2,01. Al menos le quedó la satisfacción de haber visto a pocos metros una flecha con camiseta azul.

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