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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Esta Real huele a Europa

 

El Málaga llevaba seis partidos de Liga consecutivos sin conocer la derrota en casa. Es decir, una racha de seis encuentros sin perder ante su público: victorias ante Eibar, Athletic, Leganés, Sporting  y Deportivo, y un empate en el derbi andaluz ante el Granada. Sí, La Rosaleda era un fortín para el cuadro andaluz.

En el bando donostiarra, Eusebio afrontaba este importante partido con una lista de exigencias a sus hombres más decisivos, a aquellos futbolistas de la plantilla llamados a ser protagonistas. El técnico vallisoletano pidió aplomo, concentración, implicación, amor a unos colores y paciencia. Todo ello sin renunciar a su innegociable estilo de juego. Así, vimos a un Rulli concentrado; a Odriozola, Aritz, Iñigo y Yuri formando una línea de cuatro contundente, rocosa y con una espectacular salida de pelota; a Granero, Prieto y Zuru aportando jugadas triangulares, combinaciones y continuidad en el juego; y, arriba, a Juanmi, Willian José y Oyarzabal eficaces en la finalización. El mensaje del míster se ejecutó a la perfección.

Eusebio presentó un equipo con varios retoques, obligados por la plaga de lesiones y por la exigencia de las dos competiciones que la Real está jugando. El equipo va a por todas, con todo lo mejor que tenemos pero sin perder el sentido común. En Málaga salieron de inicio Álvaro Odriozola como lateral, Granero de medio centro (un futbolista más de canalización y organización que de contención, que es lo que le gusta al míster) y arriba Juanmi como sustituto de Vela, una decisión de lo más lógica.

Con estos jugadores, la Real se adueñó del balón desde el inicio del choque, merced a la calidad y talento de los tres hombres de la zona ancha del campo. Les explico: la sociedad Granero-Zurutuza aportó orden, posesión y equilibrio. Prieto aportó pausa y talento. El conjunto guipuzcoano desplegó una avalancha de juego, tanto por adentro como por los costados. Yuri, que se fue como un cohete por su banda, y Álvaro Odriozola, ese potrillo descarado, fueron una pesadilla para la defensa rival. El ‘Gato’ Romero no tuvo más remedio que modificar su sistema táctico, recolocando jugadores para tapar el juego desplegado por los realistas. Primero la tuvo Willian José con un tiro seco que salió junto al palo de Kameni. Más tarde fue Zurutuza, con un tiro con la derecha que se fue alto y otro con su pierna mala que blocó el portero. En esos momentos, el Malaga, adormilado y descolocado, fue un equipo inferior, dejando muchas dudas a sus aficionados. Sus imprecisiones y sus pérdidas de balón eran continuas. La Real Sociedad los dormía y los agotaba, haciéndoles correr de un lado para otro con una circulación lenta pero inteligente.  Los futbolistas malacitanos acabaron pidiendo el descanso a gritos.

En el segundo acto, los de Romero salieron más entonados. Sin embargo, en el minuto cincuenta, una falta tirada por Iñigo Martínez y desviada por la barrera descolocó a Kameni se coló en la redes del conjunto blanquiazul. A partir de ese instante al Málaga se le fue la luz, se quedó sin cobertura, se bloqueó, se apagó. Los donostiarras controlaron el partido a su antojo en todo momento, sin encontrar resistencia. Ante este aluvión de superioridad, llegó el segundo de la Real en otra jugada a pelota parada. Juanmi, en fuera de juego, aprovechó una prolongación de cabeza de Willian José para finiquitar el partido.

Si en la primera mitad la Real estuvo por encima de los malacitanos, a partir del segundo gol fue una superioridad manifiesta. En los 35 minutos que jugó, Illarra volvió a ser el maestro en el centro del campo. Liberó a Granero, permitiéndole actuar más arriba y ocupar su verdadero puesto. Xabi Prieto dio un recital de cómo se debe controlar los tiempos del juego. La Real dejó KO a un Malaga muy inferior y logró tres puntos en uno de los campos más complicado para sumar. Cada jornada que pasa huele mucho más a liga europea.

Ahora lo primero es el merecido descanso. Después, a por el Barsa. Hay que afrontar el encuentro con lo mejor que tengamos en ese momento. Eso es lo que quiere el aficionado donostiarra, que está enamorado de una Real que compite al máximo nivel tanto en Liga como en Copa.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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