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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Las penas sin goles son más penas

derbi

Fue un partido de máxima rivalidad. Es decir, un derbi como decía un futbolero, jugón. Es harina de otro costal, sí, no es un partido de solo tres puntos, porque estos encuentros pueden revitalizar a unos y desinflar a otros. Ya saben aquello de estados anímicos y situaciones complicadas más falta de confianza. Se enfrentaban dos estilos de juego muy diferentes y muy válidos. Un Athletic con un ritmo alto, una presión alta y agobiante, mucha intensidad, duelos individuales y entradas al límite de la ley con dos jugadores muy incómodos para los rivales: los veteranos Aduriz y el navarro Raúl García. Por parte donostiarra, una Real Sociedad al más puro estilo Eusebio. Es decir, muchos toques, no rifamos el balón, combinamos hasta que surja la ocasión, continuidad en el juego y con cinco centrocampistas de una técnica individual alta en la zona de creación y organización.

Eusebio es un entrenador fiel a unas ideas del juego y por ese motivo repitió el mismo once que ante el Girona, Las Palmas, Zenit en liga europea y el Málaga con un solo cambio: el de Kevin, lesionado, por De La Bella, y con un medio campo poblado de jugones. Se inició el encuentro y tácticamente la Real no sorprendió. Fue el equipo que le gusta al míster y salió con su equipo habitual. Por parte de los leones, el Cuco Ziganda salió con un sistema de juego 1-4-4-1-1, que hay veces que es más un 1-4-4-2, con un ritmo alto de partido y con una presión muy fuerte a la salida de balón de los realistas. En puestos específicos colocó a De Marcos en la derecha para tapar y desbordar en velocidad a De la Bella y, en la izquierda ,Markel Susaeta para tapar a Odriozola y hacer superioridades por dentro con sus diagonales. Para mí fue el mejor en este periodo junto a un gran central y al límite de la ley todo el partido: Núñez. En este primer acto hubo muchas peleas y poco juego con grandes pérdidas de balón por parte de los dos equipos, donde salió muy libre de marca Illarra ante la pasividad de Raúl Garcia. Hubo dos aproximaciones con peligro. Primero en una contra con un tiro de Oyarzabal fuera a pase de Januzaj y, posteriormente, una volea de Illarra de zurda junto al poste de Herrerin que se fue fuera. Desde el minuto treinta y tres para adelante el Athletic, con un derroche de trabajo inmenso, optó por recular unos quince metros y esperó más en su propio campo a una Real más dominadora en esos momentos. Pero fue Herrerín con un saque de semi volea a Susaeta el primer atacante con una galopada de este jugador que taparon con efectividad defensiva Llorente e Illarra. En una primera parte de muchas pérdidas de balón y con el miedo a encajar de los dos equipos, los leones la tuvieron en el minuto 46. Pero si es córner hay que sacar y terminó con un tiro de San José a las nubes de Bilbao. En este tiempo ni juego ni fúutbol de toque, ni ocasiones manifiestas de gol.

Comenzó el segundo periodo con un Athletic más intenso, más animado y más llegador a los dominios de Rulli. Primero fue Raul Garcia en un tiro de volea en saque de banda, que desvió Rulli. Más tarde se le apagó la luz a De Marcos, solo ante Rulli, y en esa jugada que acabó en saque de esquina Aduriz nos metió el miedo en un remate de cabeza junto al poste. Eran los mejores minutos de los del Cuco, pero la Real otra vez se apoderó del balón y fue el frío Januzaj, en un error en el despeje de Núñez, el que tuvo una buena ocasión de hacer gol pero su tiro se fue fuera. Continuó el partido con los mismos derroteros y la Real tuvo más el balón y en ese dominio tiró hasta tres córneres seguidos sin encontrar rematador. Y ese es el tema, mucho dominio pero muy pocas ocasiones de gol.

Eusebio, con el primer cambio con Canales, intentó jugar a lo mismo y con el segundo cambio en el minuto 84, Carlos Vela demostró que se habían desperdiciado sin él en el campo al menos veinte minutos. En una jugada de conducción larga tiró tres muñecos y fue placado antes de llegar a la frontal del área por los defensores bilbaínos. Con esto quiero comentar que, en mi opinión, la entrada de Carlos fue muy tardía y sonó más a despedida que a ser un jugador determinante. Más tarde la tuvo Prieto y su tiro lo desvió Herrerín, no dando ya el tiempo para más. Los dos equipos se fueron a vestuarios con un pensamiento en su cabeza y no fue otro que las penas sin goles son más penas. Fue un resultado justo por lo demostrado por unos y otros sobre el verde de San Mames ante casi cuarenta y seis mil espectadores, que dieron un colorido especial como siempre a la fiesta del fútbol vasco.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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