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Naiara Eizaguirre

Desmontado Manhattan

Si no te gusta tu vida, búscate otra

Me fui, ya está, lo hice finalmente y ésta puede que sea la última vez, o no. Tenía sed de vivir y no conseguía saciarme en Donosti. Amo mi tierra, la gente, la comida, su calidad, mi trabajo incluso, pero cada vez tenía más sed. Busque vivir en Nueva York, busqué desarrollarme, dar un paso más y elegí otra vida porque me cansé de ésta y quise aprender más. Había algo dentro de mí que me empujaba a perseguir esa idea. Como un muelle, ese impulso me lanzó fuera de mi zona de confort. En mi caso fue una catapulta más que un otra cosa, me aceptaron en The New School para estudiar Cine Documental y en mes y medio me planté en la Gran Manzana. Dejé mi trabajo y después de un torbellino de papeles, visados, y burocracias, que te quitan las ganas de venir, pase por una mudanza, y 6 despedidas con sus lagrimas y bailes de hielos. Salvado ese escollo inicial, lo que vino después no fue más fácil.

Buscar piso en el Nueva York es una experiencia agotadora, a veces da hasta miedo y no lo digo sólo por el precio. Un piso en Manhattan no baja de 2.500$ en una zona molona, que es siempre donde uno quiere vivir, obvio. En East Harlem, el precio es menor, pero el barrio no es de lo más recomendable, aunque eso no lo sabía cuando fui hasta la 114 east street. El anuncio decía 1.600$, studio en la 114, y allá que fui a verlo. Según pisas el lugar, sabes que no perteneces a ese sitio, y si no te has dado cuenta porque te siente ‘ciudadano del mundo’, no worries, alguien te lo gritará para que se disipen tus dudas. Llegas y un tal Mike te pregunta, qué piso quieres ver y uno responde que el del anuncio, y te dice pero con muebles o sin ellos. Empiezas a dudar y le ves impaciente así que dices ansiosa y miedosa ‘eehh el de los muebles por favor’. Le sigues, subes las estrechas y lúgubres escaleras y de un manojo de llaves coge la que abre la puerta de tu posible apartamento y  bingo, te enseña una pocilga, donde para entrar esquivas chancletas y objetos personales varios intentando echar un ojo al lugar. Sales espantada pero haciéndote la digna le dices educadamente a Mike que no te convence el barrio, por no decirle que la mierda que rodea el barrio y la del piso puede llenar un estadio.
Entonces llega la parte en la que te vuelves una neurótica new yorker porque el amigo te contesta ‘Eh nena no me hagas tiempo’. Y ahí una ya contesta, algo que no voy a reproducir hoy aquí, pero es que Mike despertó a la mini bestia que llevo dentro, porque si hay algo valioso para mi es el tiempo y ‘Mierda Mike’ lo estaba desperdiciando.
Lo que vino después de aquel piso resultó de lo más cómico, lo alquilaba la doble de Sara Jessica Parker a los 80, pero esa historia os la cuento mañana que tengo ir al cole!!!

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Sobre el autor

Vivo en Nueva York porque tengo sed de vivir. Después de diez años como periodista he vuelto al cole para seguir aprendiendo, esta vez a ser directora de documentales.


octubre 2014
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