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Hablemos de literatura

Cuando de pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor mi respuesta era inmediata: “dependienta de chuches para comérmelas todas”. Poco a poco fui madurando y entendí que si me convirtiera en una especie de Willy Wonka lo que menos podría hacer sería comer sin parar. Por lo tanto, cambié de opinión. Ahora quería ser periodista, ¡de guerra si hacía falta! Quería contar al mundo lo que estaba pasando, lo que me intrigaba y fascinaba. Después de una década, más o menos, entré en la carrera de periodismo en Barcelona y desde esta ciudad es desde donde os escribo hoy. A medida que iban avanzando los cursos supe que lo que más me llenaría sería escribir sobre cultura, animar a la gente a que saliera a la calle; al cine, al teatro, a la ópera o al parque acompañado de un buen libro.

Pero para recomendar un libro has de haber leído mucho y yo aún no llego al cuarto de siglo. Por lo tanto, lo que pretendo hacer aquí, en este espacio que hemos creado con tanta ilusión, es animaros a vosotros a coger ese libro y sentaros bien cómodos, con más razón ahora que llega el invierno, y disfrutéis de esas magníficas historias que os deparan esas páginas que tenéis delante.

Es muy difícil escoger entre tantos autores, tantos libros, tantos géneros, tantas historias… Por ello, no me queda otra que hablaros de aquellos libros que alguna vez dejaron huella en mí y que aún hoy recuerdo y también poneros al día con los libros que se llevan y que considere que puedan aportaros algo también a vosotros. Pero, por encima de todo, lo que quiero es compartir con vosotros mi pasión por la literatura; desde Homero hasta Paul Auster (Nueva Jersey, 1947), autor con el que quiero empezar este espacio que me han concedido.

Para mí, Paul Auster fue todo un descubrimiento. Recuerdo que era pequeña, tendría unos once años y mi madre, amante de los libros y a quién agradezco enormemente que me haya inculcado su pasión, me animó a adentrarme en los mundos del autor americano.
Paul Auster no es sólo escritor, guionista y director de cine. Paul Auster es un ilusionista. Sus historias, siempre sorprendentes, nos transportan a su mundo más interior, mostrándonos relatos que van más allá de lo que conocemos, en los que ficción y realidad van de la mano. La obra más famosa y leída de Paul Auster es La trilogía de Nueva York, publicada entre 1985 y 1986. Este libro está formado por tres novelas que originalmente fueron publicadas por separado: Ciudad de Cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986). Se trata de una trilogía en la que el autor presenta a unos personajes confusos de diversas identidades en las que el lector toma el rol de detective para poder seguir el hilo de la novela. Gracias y a partir de esta obra, se atribuyó a Paul Auster la calificación de autor posmodernista al sugerirnos, a través de sus relatos, que éstos se remiten a sí mismos. También se consideró a Auster un autor de dicha corriente por el tipo de lenguaje que utiliza en su obra. En éstas los personajes dudan sobre sí mismos; no saben quiénes son, ni cómo responder a dicha pregunta, están condenados al abismo.

No quiero hacer una sinopsis sobre la trama de esta genial novela, simplemente os diré que a medida que avancéis en el libro veréis que todo en él tiene un por qué y que, tal y como dice Quinn, personaje principal de la primera novela “lo que le interesaba de las historias que escribía no era su relación con el mundo, sino su relación con otras historias”.

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Todo el mundo habla de los jóvenes pero, ¿dónde hablan los jóvenes?

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