>

Blogs

Javier F. Barrera

Donostistorias

Donosti y sus playas: Surf, California y Hollywood

Para mí, hoy, Donosti es Surf, California y Hollywood. Son tres playas, unas fotos y tres historias. Seguirme.

San Sebastián tiene varias nombres y todos son preciosos. Lo explica muy bien la Wikipedia, para el que tenga curiosidad. Para los donostiarras, las tres playas a las que refiere la voz Irutxulo (Gros, La Concha y Ondarreta), nos permiten construir grano de arena, ola a ola, nuestra infancia y nuestra juventud. Lo de la madurez es ya más complicado, como todo el mundo sabe.

Uno era de toldos, de toalla o de carpa; es decir, de la Concha, de Gros o de Ondarreta. Y ahí, ya empezaba la toponimia local, que no sé si alguien alguna vez la ha recogido, pero que yo me afano, verano tras verano, en explicársela a mi enano y a sus primos.

A saber, la Concha se divide en diversas zonas donde se puede quedar. Se trata de la Rampa o de las Escaleras, que se diferencian por estar a la izquierda o a la derecha de los Relojes, que es a su vez otra zona. Luego están el Athlético de San Sebastián y, para los veteranos, los Eguzkis, aunque la Caseta de la Reina es desde hace ya años la Federación de Remo, creo.

Ahí mismo, entre los Eguzkis y antes de la Zona de Deportes había una Escalera de Caracol con un pasadizo que nombraba de esa forma esta zona. Todavía escucho en mis recuerdos el temblor de los escalones metálicos y el olor de la arena mojada cuando no es recogida por la marea y queda estancada tierra adentro, bajo el asfalto, en aquél túnel que salía bajo Maskor Gain.

Tras la Zona de Deportes, sube la marea, luego baja, el Pico del Loro, paraíso para los chavales con nuestro xalabardo y las gafas con tubo y las aletas.

Nace entonces Ondarreta y por ahí estaba la escuela de Wind Surf y el Club Tintín con su piscina y sus gabachos en un toque de modernidad transeuropea que ya ha desaparecido y se ha mudado a Gros, sí, a la Zurriola; lo sé. Luego viene la zona de la Reina y supongo que habrá más nombres, pero mis recuerdos terminan en la rampa del Tenis.

Luego estaba, al fondo, Gros. Que era gris. Y peligrosa, de eterna bandera roja, hasta que madrugaron los años ochenta y esa bandera roja significaba olas. Era el Surf. Y era el Muro. Ir al Muro era un plan. Y era un plan maravilloso. Había al fondo en Sagüés, cuando allí no había nada, un bar que se llamaba así, El Muro, con su máquina de marcianitos y su mesa de billar; su techumbre de paja en plan jagüaiano y su trozo de barandilla de La Concha. Me lo enseñó Javi Huércanos y mataría porque hoy, esta noche de noviembre, fuera 1984 y pudiera entrar en el bar El Muro y echarme unas birras, fumar unos cigarrillos y echar unos billares. Sonaba Marley, Bob Marley y afuera, la vida.

He encontrado en Facebook una página maravillosa que me sacia la nostalgia. Se llama La Vieja Playa de Gros y es un océano de recuerdos, de estampas de un mundo que desapareció y que solo nos dejó un pequeño agujero para escapar, como los ratones de Boris Vian en La Espuma de los Días. Maldito libro, no se puede tener más razón.

Ahí aparece la mítica Vespa Rosa, las fotos de la Escalera de la Muerte que bajaba al pico, el Pantxineto y el Comunista y el Insti de Gros. Tan importantes como las fotos, los comentarios de los protagonistas. Advierto, abriros un paquete de klinex, porque lo vais a necesitar, sobre todo si haces click aquí, que hay más de un centenar y medio largo de fotos del Muro y sus Olas y sus gentes durante los ochenta.

No fui un gran usuario de esta playa de Gros, la Vieja. Pero sí recuerdo que, precisamente, el primer día de mis prácticas en El Diario Vasco (1989), fui a darme un baño a la playa de Gros con Esther Casla y Mercedes y me picó un sabirón. La buena de Mercedes me llevó en bikini a la Casa de Socorro en su Ford Fiesta amarillo y no lo olvidaré jamás. El bikini, claro.

Ahora, llegan nuevos tiempos y al enano le quiero meter el aguijón de las olas y el Surf y en verano ahí andamos, pillando olas que según vaya creciendo espero que crezcan con él y disfrute como el campeón en ciernes que asoma, tras esa sonrisa pícara de dos abuelos, con un corazón todavía de oro. Y que siga.

Os había prometido en el titular tres playas, unas fotos y tres historias. Acabo de cumplir con la primera. Vayamos con la segunda, que corre pegada a la anécdota; sabrosa, pero ligera. Bueno, quizá no tanto. veamos.

Se trata de pasar de los mares del Surf de la Vieja Playa de Gros a California, la cafetería California de la calle Hernani frente a Alderdi Eder. Vale que había otra en la Avenida, pero la que molaba de siempre para nosotros era la de la calle Hernani. Tengo unos recuerdos de la década de los setenta y principios de los ochenta realmente gloriosos. Empecemos.

Tenía una decoración como de peli de gangsters donde el momento culminante es cuando una mujer, vestida ad hoc, paseaba entre las mesas y por la barra no sin zalamería con una enorme bandeja que sostenía con ambas manos y una cinta que le pasaba por el cuello en la que había todo tipo de tabacos. Era una  cigarrera, que yo sepa, la única de todo Donosti tú! A mí me extasiaba cuando salía de su cubículo, que estaba en la parte inferior del local, escaleras abajo, donde tanbién estaban los servicios. Entonces imaginaba, siempre, que cuando aparecía en el salón, inmediatamente empezarían los tiros entre los gangsteres importados de Chicago.

Una bala, fijo, perforaría siempre la vidriera que presidía el salón de la cafetería. Y, a continuacion, estrepitosamente, se haría añicos sobre el sobrero de fieltro gris del malo que había empezado la balacera.

Recuerdo vivamente esa enorme vidriera, que a los ojos de un chaval de no más de once años, le parecía una catedral de cristal y peces, porque era un acuarium lo que ilustraba.

He encontrado esta foto preciosa de California, con su larga barra y el salón. Al fondo se ve la vidriera de la que hablo. Aquí en California colmé sueños infantiles entre sandwiches y helados. Mi favorito era, cómo no, el sandwich California, aunque recuerdo que había siempre competencia con el Sandwich Club y, sobre todas las cosas, con el Gran Club, que incluía huevo y bacon. Recuerdo perfectamente cómo los hacían en la plancha tras la barra y cómo los cortaban en dos con un separador de aluminio y los trinchaban con dos espaditas de plástico, una blanca y otra azul. Más tarde, en el California de Zabalburu en Bilbao, me llamó la atención que las banderitas eran rojas y blancas…

También era el paraíso de los helados, con permiso de Los Italianos, justo a la espalda, en la calle Garibay. Pero es que en lo de Arnoldo lo que molaban eran los cucuruchos y en California las copas, la de Macedonia, la Melba o el Banana Split eran absolutamente deliciosas, no sé si comérselas o ver cómo las preparaban. Más adelante, un poco más joven, en COU, es decir, 1983, probé por primera vez las patatas bravas con Tabasco y el padre de Nicolás Gabarain, Ramón, hijo de Ventura, se tomó un Negroni, que es el trago que me pido cuando me pongo nostálgico de SS: Una media combinación (martini+ginebra seca con Negroni). Es amargo pero le va al Tabasco de las bravas como Dios. Doy gracias a los Gabarain por estas cosas.

De repente, como un dulce beso del Sur que se despide, California desapareció. Y nos hicimos tan mayores.

Hasta el otro día. Agosto. Un día de estos, quizá el 26, que sabes que todo cambiará y necesitas agarrarte a un fleco, un destello por favor.

Y ahí estaba, esa noche oscura de domingo, lloviznando, sobre el Aquarium de Donosti, completamente iluminado el local-fashion que se llama Bokado, la vitrina. Lloré. El niño que todavía llevo y ahora me hace sabio se emocionó. Y yo con él. Hay presente y futuro si has vivido. Si vives y estás vivo.

No es mala la lección: El que recuerda, encuentra.

Este Irutxulo de película con el que hoy nos topamos transita entre el Surf-Gros y una California-La Concha de buenas maneras hasta llegar ahora, a Ondarreta-Hollywood. Aquí aparece la Sirena de Hollywood con su marido, Esther Williams y Fernando Lamas.

La fotografía la he tomado de otra interesante página en Facebook que os va a encantar. Se llama San Sebastián desaparecida y tiene un éxito furibundo.


¿Por qué es importante esta fotografía? Es de 1961, cuatro años antes de que naciera. Pero ahí detrás, la tercera por la izquierda, con un bañador con bandas horizontales blancas, aparece Mayte Larzabal.

Sí. Es mi madre.

Mi estrella.

A su derecha, mi tía Marga.

La estrella Ciriquiain.

CRÉDITOS
-De la foto  de la cafetería California y de la de Esther Williams en Ondarreta, Kutxateka, como bien me piden en los comentarios.
-La de la vieja playa de Gros la he sacado de Google Images y aparece en decenas de sitios y no encuentro la fuente original. Si alguien la tiene, que me lo haga saber, por favor. En cualquier caso, el proyecto creado para contar la historia del Surf en Donosti la recoge.
-La foto del restaurante Bokado es de su página web
-La foto de mi hijo Andrés surfeando en la Zurriola es de Santi Sevilla 

Temas

Regreso a la ortodoxia punk

Sobre el autor

Nacimos en Donosti con el Baby Boom de los sesenta y nos encontramos en mitad de todo: de nuestra vida, de nuestros sueños y de nuestros fracasos. Es hora de recuperar la ilusión perdida y nada mejor que un regreso a la ortodoxia Punk para criticar todo con una sonrisa.


noviembre 2013
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930