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Tito Irazusta

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Ojo al fútbol, que le puede venir otro caso Bosman

Resulta increíble, visto desde otros deportes plagados de penurias, que son casi todos, que los dirigentes del fútbol se reúnan para presionar aún más a las instituciones políticas para sacar más tajada de los repartos televisivos, cuando la mayoría viven casi en la indigencia. Pero es la vida y dado uno se fija en lo suyo y sólo en lo suyo se pueden esperar cosas así. Porque dentro del mismo fútbol, los equipos de segunda B para abajo sienten una soledad tremenda, se ven indefensos, con tanta televisión futbolística desde el mismo viernes hasta el lunes casi de madrugada no hay quien vaya a los campos del fútbol modesto y su sustento está cada vez más en entredicho.

Eso se une al anuncio de tener que contratar y cotizar por esos voluntarios que lo hacen todo por amor al arte y a lo sumo les dan unos eurillos para pagar la gasolina de los desplazamientos. De ahí la reciente huelga que vivieron los clubs pobres en las diferentes autonomías y que no se sabe si ha generado algún resultado que les beneficie.

Pero entre dimes y diretes y amenazas de huelga que los grandes dicen posponer a otra fecha si no les dan lo que piden, provoca otra partida sobre la mesa cargada de presión y sin poder confirmar si cederá la otra parte. A la espera habrá que quedar para saber cómo siguen jugando sus cartas los unos y los otros.

Pero atención, porque en Alemania ha saltado otra bomba que puede extenderse al resto de países y alteraría, como en su día lo hizo el caso Bosman en otra vuelta de tuerca que tendrá a los clubes en otra situación  alarmante. Una juez alemana de lo laboral ha dado la razón al portero del Mainz, Heinz Müller de 36 años y dicta una sentencia según la cual cualquier trabajador de fútbol que lleve dos años en un club tiene derecho a un contrato indefinido en ese club. La señora Rutz Lippa, que así se llama la jueza, entiende, como en su día lo hizo otro juzgado con el caso Bosman, que “los futbolistas deben ser considerados como cualquier otro trabajador y, por lo tanto, tienen derecho, después de dos años en un club, a un contrato permanente, sin fecha de caducidad.

Sería una auténtica revolución, pero también lo fue la aplicación del caso Bosman, al equiparar el derecho de trabajo de los futbolistas al de las normas de cualquier otro trabajador que pudiera circular libremente por otros países en busca de una colocación.

Habrá que esperar reacciones y consecuencias si es que los anunciados recursos no consiguen que esta sentencia genere jurisprudencia y deba ser aplicada en toda la Unión  Europea.

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