ETA se ha muerto como Oscar Wilde: por encima de sus posibilidades. Abrumado por el indiscriminado reparto de méritos que cuelga de la solapa de esta proeza histórica en el que todo quisqui proclama haber jugado modestamente un papel esencial, enarbolo la bandera blanca, confieso mi irrelevancia vocacional en este asunto y me repliego a mis cuarteles […]