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Alberto Moyano

El jukebox

Hey Mr. Rain

Verano de 1982: tengo catorce años y estoy en casa de mis padres. Mi hermano entra en el dormitorio que compartimos. Me dice: “Mira”, mientras me enseña un pequeño espejo en el que aparece dibujado un rostro a modo de negativo de una película fotográfica. “¿Quién es?”, pregunto mientras contemplo la mirada ausente del espejo. “Lou Reed”. El retrato tiene algo de hipnótico o a mí me lo parece. “¿Quién?” “Lou Reed”. Sigo mirando. Supongo a algunos les pasa lo mismo con el retrato que Korda hizo del Che Guevara.

Otoño de 1982: alguien -y creo que es el autor del dibujo en el espejo, pero no estoy seguro- me pasa una cassette con una grabación del ‘Sticky Fingers’ de los Stones. Al acabar ‘Moonlight Mile’ aún hay sitio para tres canciones, así que mete ‘Crazy feeling’, ‘She’s my best friend’ y ‘Coney Island Baby’, del disco homónimo de Lou Reed. Me coloco con tan sólo escucharlas. Luego me enteré de que era un denostado disco de 1975, lo cual no impide que sus canciones me sigan colocando. Leo sus textos para encontrarme cuando me pierdo -y me suelo extraviar a menudo- y en cualquier caso, “Lou Reed” ya siempre me sonará a “You, Read”.

Otoño de 1984: me gasto mi asignación semanal y algo más -que no recuerdo de dónde saqué- en la entrada para el concierto de Lou Reed en el Velódromo de Anoeta. Aún conservo el ticket en alguna parte. A ninguno de mis amigos les gusta su música, así que voy solo. Hay 10.000 personas en el pabellón y cuando se apagan las luces, los cañones de luz realizan barridos sobre nuestras cabezas en medio de un gritería ensordecedor. Seguramente, muchos adolescentes han ido solos a un concierto, pero ha pasado el tiempo y nunca he visto a ninguna otro. Es una sensación extraña. La ventaja es que acabas creyéndote que están cantando para ti. Lou estuvo encantador toda la velada.

Invierno de 1988: redacto un trabajo sobre Baudelaire y Edgar Allan Poe para la Universidad. El traductor de ‘Las flores del mal’ en la edición de Alianza incluye entre los agradecimientos a Lou Reed, cuya música “me acompañó durante la procelosa travesía”. Necesito el dinero que comporta una matrícula de honor y la obtengo -la única de mi lamentable currículum. Me devuelven 10.000 pesetas de la matrícula, me compro billete y entrada para el concierto que Bruce Springsteen ofrecerá el 2 de agosto de 1988 en Madrid. Springsteen hizo coros en el ‘Street Hassle’ de Lou Reed. Décadas después, Reed publicará un disco, ‘The Raven’, sobre la obra de Edgar Allan Poe.

1992: Lou Reed publica ‘Magic and Loss’ y Eduardo Haro Tecglen reacciona con virulencia. “No hay ninguna magia enla muerte”, escribe en El País el padre de tres hijos a los que se han llevado el sida y las adicciones. Mientras, Lou Reed sigue cantando a la enfermedad. “Están probando un tratamiento nuevo que te saque de la cama / pero la radiación mata lo malo y lo bueno, no distingue. / Para curarte tienen que matarte. La espada de Damocles está sobre tu cabeza. / Ya vi morir mucha gente en accidentes de coches o por drogas. / Anoche en la calle 33, vi a un chico atropellado por un autobús. / Pero esta tortura a la que sobrevive parte de ti es muy difícil de sobrellevar, / para curarte tienen que matarte, la espada de Damocles está sobre tu cabeza. / Esa mezcla de morfina y dexidrina la usamos en la calle, acaba con el dolor y te mantiene en pie para protegerte el alma”. Sí, insoportable.

14 de febrero de hace unos años: la charla radiofónica dominical en la que participo nos pide a los contertulios que elijamos una canción de amor, aprovechando que es San Valentín. No me gusta el juego. Escojo ‘Perfect Day’ porque en cualquier canción de amor que se precie la única palabra vetada es ‘amor’, porque bajo su apariencia banal esconde una bomba-lapa emocional y porque sé que, puesto en tan apurado trance, mi elección nunca me abochornará. Y éste es un terreno tan resbaladizo…

27 de octubre de 2013: enciendo el tuiter y leo que Lou Reed ha muerto. Hay cierta confusión, pero “en la parte de atrás de mi mente tenía miedo de que pudiera ser cierto”. Faltan unos días para el ‘Halloween Parade’. “Esta celebración de alguna manera me deprime / Especialmente cuando veo que tú no estás cerca”. Escucho su voz cantando ” See you next year, at the Halloween Parade”, pero, sinceramente, ya no me lo creo.

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