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Alberto Moyano

El jukebox

Falacias, el noveno apellido vasco

Causa hasta estupor tener que escribir otra vez estas cosas, pero dado lo ‘verdes’ que en materia de libertad de expresión e instrucciones de uso se encuentran tantos -y no sólo entre los llamados’nativos digitales’, sino también entre algunos talluditos-, aquí van unos cuantos conceptos en la confianza de que puedan servir para aclarar las mentes:

1) En el momento en el que pones a disposición del público cualquier obra que hayas creado, eso se convierte en susceptible de ser criticado también en público, tanto de forma positiva como negativa. De la misma manera, esa crítica podrá ser objeto de elogios o reproches.

2) La libertad del creador a la hora de crear es exactamente la misma que la que ampara al crítico a la hora de criticar. Y la misma que protege a un tercero que desee ejercer su derecho a criticar la una, la otra o incluso las dos. Todas ellas son una sola libertad, con las mismas dimensiones e idénticas limitaciones.

3) Dar difusión por las redes sociales a una crítica devastadora es igual de legítimo que hacerlo con una elogiosa. Y entrando en el terreno de las meras especulaciones, a ninguno de las dos actos se le puede atribuir en rigor intenciones más nobles o más mezquinas que al otro.

4) Sostener que una crítica negativa coarta al objeto de la misma resulta obvio y, por lo tanto gratuito. Coarta, sí, pero hasta donde el sujeto se deje coartar. Siguiendo con esta línea, también el elogio refuerza, pero debilita. Tan demoledor para la libertad del crítico puede ser recibir ataques por parte de los lectores como para la del creador encajar los dedicados por el crítico.

5) Un inciso antes de continuar y seguimos: si uno no está dispuesto a aceptar todo lo anterior o simplemente no se ve en condiciones de soportarlo, mejor que se dedique a otra cosa -cuyos resultados permanezcan en el ámbito de lo privado-, y desde luego, que en modo alguno se plantee siquiera el salto de la crítica cultural a la crónica futbolística, donde todo esto es igual, pero mucho más y expresado muchísimo peores términos. Seguimos.

6) El éxito o el fracaso de cualquier creación artística en absoluto dicen nada sobre la calidad de la misma, ni sobre el talento de su creador. La recaudación no es una variable de la nobleza.

7) Como todo esto no es nuevo, sino que viene de muy atrás y crece cada día de forma exponencial a lomos de internet, produce carcajadas leer que las críticas al crítico se han convertido en la irrupción de una nueva forma de linchamiento, todo lo cual tan sólo constata hasta qué punto es gruesa la epidermis que gastamos con los demás y cuán fino se nos vuelve el cutis en cuanto el fenómeno apenas nos roza.

8 ) Caso aparte lo constituyen quienes operan bajo el anonimato que otorga el seudónimo que, en mi opinión, cuyo entusiasmo, lo mismo da en sus críticas que en sus elogios, debería ir siempre un peldaño por debajo del que exhibirían si firmaran con nombre y apellido, aunque todos sabemos que nada de eso va a pasar.

*PD: hay obras, pongamos por caso películas, que nunca iré a ver porque sería doblemente injusto: para el autor, dado que es tal mi desinterés que nada lo anularía por primorosamente que estuvieran realizadas; y para mí, que perdería dos horas.

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