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Alberto Moyano

El jukebox

Un poco xenófobo, pero en su debido contexto

«Buenos días, queridos conciudadanos, vecinos y residentes ilegales que succionáis nuestras prestaciones sociales,

Quiero aprovechar esta comparecencia pública para salir al paso de la tergiversación que se ha hecho de mis palabras, sacándolas totalmente de contexto, para que, justo en plena campaña electoral, dé la sensación de que aborrezco de  esta gentuza de la que he de hacerme cargo.

Y en primer lugar, deseo aclarar que en todo momento era plenamente consciente de que mis palabras estaban siendo grabadas de un dispositivo oculto, comprado con toda seguridad por cuatro duros en algún puto ‘chino’ de ésos que proliferan en nuestras calles. Dicho lo cual, pido disculpas por utilizar el término «mierda», pero es que tras barajar otras opciones, las descarté. Francamente, no me veía diciendo ‘los residuos orgánicos ya no vienen a mi pueblo’. No sé, me sonaba raro. En cualquier caso, que quede claro que cuando dije ‘mierda’ me refería exclusivamente a los inmigrantes delincuentes, no a los inmigrantes en general y muchísimo menos a los delincuentes vascos.

Por otra parte, me ha dolido especialmente que se me atribuyera la expresión ‘y si la mierda viene a Sestao, la echo yo; a base de hostias, claro’. Por favor: si se escucha la grabación atentamente, se observa con nitidez que en ningún momento digo ‘hostias’ (‘golpe fuerte’), sino ‘ostias’ (‘Hoja redonda y delgada de pan ázimo que el sacerdote consagra en la misa para el sacramento de la comunión’).

Otro ejemplo del uso retorcido que se ha hecho de mi declaración de mi principios es la amputación de la grabación cuando suelo lo de que ‘gitanos buenos, hay muy pocos’. A ver, que estábamos hablando de la práctica del golf. Ya me gustaría a mí saber cuántos gitanos con un buen hándicaps conocen todos estos progres de salón. Otro tanto podría decir de mi ya famoso ‘yo incumplo la ley todos los días y todas horas’. Obviamente, me refería a la ley de Murphy, la otra ni me la he leído, pero, claro… ¡qué fácil es manipular! Esto me pasa por hablar el lenguaje del pueblo, en fin…

No quisiera terminar mi intervención sin reiterar que acepto las disculpas de toda esas personas de fuera que viven en el pueblo, la mayor parte de las cuales, en absoluto son delincuentes, probablemente, por falta de tiempo ya que han venido a quitarnos el trabajo a los de aquí y el día sólo tiene veinticuatro horas… Como para encima ponerse a robar por las noches.

Y nada más. En la esperanza de que, esta vez sí, mis palabras sean recogidas con fidelidad, me despido de todos ustedes con un beso. Negro, por supuesto».

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