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Alberto Moyano

El jukebox

Basta de soluciones, queremos promesas

A la pregunta de si cree que la dimisión de Monedero restará votos a Podemos, Pablo Iglesias responde que no. E interrogado por las razones en las que se sustenta su diagnóstico, el profesor que hasta hace bien poco y con enorme paciencia nos explicaba lo que ya sabíamos como si fuéramos tontos -en lo que probablemente era un diagnóstico correcto- contesta: “Porque no”. Y en ese punto, amigos, termina el didáctico profesor universitario y comienza el autoritario maestro del colegio de curas.

Que Podemos es, antes que nada, un programa de televisión es algo que está costando encajar, en primer lugar, a sus propios presentadores. Sentado todas las semanas, cuando no a diario, ante una cualificada representación de los culpables de todos los males que afligen al país, más Eduardo Inda y Francisco Marhuenda, los mirlos blancos han puesto palabras a las sensaciones. Hasta la cabra de la Legión hubiera cosechado entusiastas adhesiones de haber conseguido que Inda le insultara con vehemencia en prime time. Durante meses, Iglesias y compañía han diagnosticado con tesón de curandero las dolencias que padece la sociedad española y han propuesto los más disparatados remedios, comprados con entusiasmo y fe de carbonero por una parte de la sociedad. A la caza de la otra parte, la propuesta ha mutado del esplendor que encierra “hacer las cosas de otra manera” al más ramplón “hacer otras cosas”.

Como todo programa de televisión, el periplo vital de Podemos es nacer, crecer y morir. No digo evaporarse, simplemente, equiparo morir a renunciar por la fuerza de los hechos a convertirse en el motor de una transformación política de fondo. Equiparar el interés por Pablo Iglesias al ansia social de revolución es confundir las audiencias del primer Operación Triunfo con el interés por la música. Como acertadamente se ha apuntado, la mayor virtualidad de Podemos ha sido acercar la política a las masas desencantadas. Otro sí podría decirse de Bisbal y Bustamante respecto de la industria del disco. Podemos no es la consecuencia del 15-M, sino su refutación, El primero jamás hubiera nacido si previamente no se hubiera extinguido el segundo. El auge de Podemos coincide con el declive de las movilizaciones. Lo que en un principio era una horizontalidad difusa sin líderes sustituida se ha convertido en una verticalidad férrea dirigida por carismáticos Se trata de una coexistencia imposible en formato simultáneo, por cuanto el 15-M es incompatible con una formación política al uso, por vaga que sea la formulación de sus principios. Que a estas alturas, el ‘triunfito’ que es Monedero culpe de sus tribulaciones a “la ponzoña de los medios” suena broma cuando su reacción a “estamos en el aire” ha sido durante meses tan adrenalítica como la de, pongamos por caso, Amedo al grito de “¡bingo!”. Lo siento, pero no voy a hacer autocrítica por el hecho de que unos hayan prometido el impago de la deuda, la jubilación a los 60 y una renta básica universal, otros se lo hayan creído y juntos hayan terminado por descubrir que nada de eso es posible. Por cierto, más vale que alguien empiece a pensar qué pasará con las expectativas de cambio una vez que en las elecciones generales Podemos haya gastado su única bala.

 

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