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Fernando Becerril

El bisturí

No rascaremos nada

Ha tenido que ser Iñigo Martínez, uno de esos jugadores que no tienen querencia por las excusas, el que haya puesto el dedo en la llaga tres días después del lamentable partido contra el Real Madrid. “Jugando así contra Osasuna no rascaremos nada”. Es una de esas verdades que desenmascaran el aquí no pasa nada porque jugábamos contra el Madrid y además estamos en agosto. Como si a los blancos no les faltaran cinco titulares y no hubieran tenido una pretemporada mucho más desestructurada que la nuestra.

La Real Sociedad ha podido trabajar con normalidad durante mes y medio sin más contratiempos que la lesión desde el año pasado de Agirretxe y las dificultades físicas de Vela. Los dos partidos en veinticuatro horas en Inglaterra frente a dos rivales de Premier, menores pero de la Premier, nos hizo pensar que este verano sí, que por fin se había trabajado bien. Y, de pronto, el castillo de nuestras ilusiones se empezó a venir abajo. Primero frente al Eibar y después ante dos equipos poderosos como el Bayer Leverkusen y el Madrid, este último ya en competición oficial.

La imagen de la Real en Alemania fue idéntica a la del primer partido de Liga. Un equipo romo, sin ritmo, desesperantemente lento y con una ocupación de los espacios inadmisible en un conjunto de esta Liga. Añadan el tradicional déficit de agresividad y comprenderán la causa de que el Madrid nos pasara por encima. Pero como bien dice Iñigo jugando así, no sólo el Madrid puede hacerte una avería. También Osasuna. Cualquiera que compita con energía y con un mínimo orden táctico.

Es evidente que el Real Madrid es un equipazo, campeón de Europa por ejemplo, que sus jugadores son más fuertes y tienen más calidad, pero que te den un baño táctico escapa de cualquier previsión porque los blancos no eran fuertes en ese aspecto y porque un equipo de la dimensión de la Real está obligado a rozar la perfección en ese apartado si no quiere meterse en líos.

No me digan, por favor, que el Madrid le puede meter  tres a cualquiera, aunque su rival juegue un partido de categoría. Claro. Puede que te lleguen tres veces y las tres a la cazuela. Puede que tú les metas en su área y no metas una ni por casualidad. Pero lo que pasó fue que la Real no les hizo ni cosquillas, que nuestro centro del campo vio pasar el balón una y otra vez sin llegar a interceptarlo nunca y que la presión arriba fue entre desordenada e inexistente. Luego las culpas se las llevan los defensas, que no estuvieron bien, pero que se encontraron abandonados por unos compañeros que estaban por allí, pero lejos. Jugando así no rascaremos nada, como dice Iñigo, ni con el Madrid ni en Pamplona ni en ninguna parte.

Así que poco importa quien fuera el rival del domingo pasado ni la fecha que marca el calendario, lo que importa es que nuestro equipo está lejos del juego que cabía esperar hace sólo veinte días. Por eso tampoco es relevante la alineación que opuso Eusebio al Real Madrid, por mucho que los pocos minutos decorosos llegaron con Willian José y Prieto sobre el césped. Ni sirven de gran cosa las descalificaciones individuales cuando nadie estuvo bien y a algunos no se les vieron ni las ganas. La verdadera crítica que se puede hacer esta semana a Eusebio es el enorme desbarajuste táctico de sus jugadores y digo jugadores porque llamar equipo a la Real del pasado domingo se me antoja un regalo demasiado grande. Tanta preparación, tantos partidos para que todo el mundo termine toreando fuera de cacho… No es de recibo.

Si entre todos no lo arreglan, el sábado sin ir más lejos, Eusebio saldrá en otoño como les sucedió antes a Arrasate y a Moyes. La experiencia me dice que cuando esa circunstancia se repite año tras año la aventura suele terminar en Segunda División. Ya sé, ya sé, siempre habrá tres peores… Aunque saben lo que les digo, que en la primera jornada desde luego no.

Una visión afilada de la vida

Sobre el autor

Han sido muchos años en los que me ha tocado ver, leer y escribir de un deporte y de otro, del fútbol a la pelota pasando por el baloncesto y unos cuantos más. Me apetece contar lo que veo, lo que me sorprende y lo que admiro sin tener que pensar en un resultado. Pero no sé si seré capaz de hablar sólo del resto de la vida... Porque hay semanas en las que parece que el mundo entero es un terreno de juego. Veremos.


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