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Asier Manrique

El fotograma

'Viva', quien mucho abarca poco aprieta

VIVA

Título original: Viva

Año: 2015

Duración: 100 minutos

País: Irlanda

Director: Paddy Breathnach

Guion: Mark O’Halloran

Música: Stephen Rennicks

Fotografía: Cathal Watters

Reparto: Héctor Medina, Jorge Perugorría, Luis Alberto García, Renata Maikel Machín Blanco y Luis Manuel Álvarez

Productora: Treasure Entertainment

Género: Drama

Jesús, un chico cubano de 18 años, intenta encontrar su verdadera identidad. Sobrevive peinando a señoras del barrio y arreglando pelucas en un cabaret de La Habana. Pero su vida cambia por completo cuando su padre, un famoso boxeador al que daban por muerto, sale de la cárcel y regresa para vivir con él. Desde ese momento, lucharán por volver a ser padre e hijo. (FilmAffinity)

Hay películas que parten con una premisa tan potente que parece que van a volverse peliculones imprescindibles en la filmografía de cualquier aficionado al cine. Hay, sin embargo, muchas de esas que solo se quedan en la expectativa y no cumplen nada. Y, también las hay, que cumplen con algunas de las expectativas puestas en ellas, pero dejándote a medio gas. Así es como deja ‘Viva’ a sus espectadores, con la sensación de que abarca demasiado para lo poco que aprieta.

Esta expresión tan castellana, “quien mucho abarca poco aprieta”, es la que mejor consigue resumir lo que es la cinta irlandesa, sí, irlandesa, ‘Viva’. Es imprescindible esa aclaración de que se trata de una película irlandesa, puesto que está rodado en cuba, con actores cubanos e íntegramente en español. Ahí es nada, cine irlandés en la patria de los Castro.

No esperes que ‘Viva’ destaque por su compromiso político, ni su mensaje anti o pro castrista, no, nada de eso. En esta película, dirigida por Paddy Breathnach, se aborda la situación de la homosexualidad y de la transexualidad en la Cuba más pobre. Cuenta la historia desde la perspectiva de Jesús, un chico de 18 años que de la noche a la mañana tiene en casa a su padre, un exboxeador que llevaba en la cárcel desde que él era apenas un niño.

Jesús, que durante el día se dedica a la peluquería, tendrá que hacerse cargo de su padre mientras trata de perseguir su sueño, dedicarse al transformismo. En un pequeño club conseguirá realizar sus primeras actuaciones entre tacones, vestidos, pelucas y lentejuelas.

El drama de padre e hijo es, en todo este batiburrillo de añadidos, lo que más interés despierta. El pulso entre Héctor Medina (El Rey de la Habana) y Jorge Perugorría es la base sobre la que se asientan la multitud de historias que lo único que hacen es desdibujar un lienzo que se las prometía muy felices. Ni la historia de la vecina abandonada por su chico y embarazada, ni la del amigo prostituto, ni la de la vecina mayor que va a la peluquería o la del resto de intérpretes de ese divertido club están a la altura de lo que es el núcleo de la historia.

Nos importa muy poco lo que le pase a Jesús con los secundarios de la cinta, queremos saber cómo resuelve el conflicto de reencontrarse con su padre, de tener que hacerle entender que su camino es el del travestismo y que a él le gustan los hombres. El choque generacional en una Cuba donde no es fácil para nadie salir adelante, pero mucho menos para la minoría LGTB perseguida por el régimen durante años.

Lo mejor: El pulso actoral que mantienen Héctor Medina y Jorge Perugorría.

Lo peor: Se diluye en demasiadas historias y capas que vienen a aportar relativamente poco.

Cine de ayer, hoy y de siempre en El Fotograma

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