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Begoña del Teso

Gasolina, agua y arena

Ibrahim, mecánica general

La tercera gran etapa del XI BMW HUMMER RAID se planteaba de y con un poderío abrumador: una circular de 200 kilómetros Merzouga-Merzouga que representaría para los expedicionarios su primer contacto 2013 con las estribaciones de las grandes dunas, les haría pisar las más chicas, les permitiría rodar por pistas casi rápidas y les llevaría cerca de una colina mítica, llamada La Portuguesa porque, a no olvidar, los navegantes de la antigua Lusitania ocuparon largamente Tetuán, Tánger y Orán y no echaron cuentas a descender hacia el interior del país. La Portuguesa es más que una colina, es un monte verdadero, un monte hueco por dentro, horadado. Bajaron los lusos navegantes porque quien aquí está nunca olvida, porque así se lo recuerdan fósiles y flora viva, esto fue antes del Hágase la Luz bíblico un gran mar. La etapa  habría de terminar en el café Panorama, en la calle central de Rissiani, de donde es originaria la dinastía alauí, tomando madfouna, excelente y aromatizada empanada bereber.

Pero no estaba de Alá ni de los dioses de la Lluvia, la Arena y el Viento. El día amaneció con el Cielo henchido de Agua y el Firmamento gris, opaco, sucio por millones de motas de arena en suspensión. Pronto llovería, pronto soplaría el Sur, pronto se desencadenaría la Tormenta de Arena. Pronto arreciaría lluvia llegada de Canarias. Pronto dos chavales de la kasbah que rodeaban las dunas en un scooter 49 cc dejarían su moto entre unos matorrales y se protegerían de esa arena que si no vas bien tapado puede llegar a desollarte. Llovía entre las dunas y el viento despeinaba las matas de arbustos resistentes a todo. Algunos expedicionarios cayeron, tres veces, tres, en las  primera acumulaciones de arena cercanas a la Kasbah Le Touareg. Otros lograon ascender al Mirador, entre un pasillo de rocas negras pero cayeron allá, rompiendo, en parte, el tubo de escape. El espectáculo era impresionante, los jeeps reculando, los Panda tuneados al máximo (llantas del 13, por ejemplo) buscando, fieros, un refugio que no encontrarían ni siquiera al anochecer pues el Viento  hizo volar las jaimas donde los pilotos planeaban descansar.

Algunos expedicionarios, por supuesto, navegaron con bitácoras y brújulas, escaparon a la tierra convertida en arcilla por el agua y cuando atravesaron terrenos arenosos pusieron en práctica la gran máxima del piloto del desierto: se frena con el freno trasero para no perder nunca el rumbo y la trazada y se  evita el delantero porque te hunde la horquilla en la duna. Algunos navegaron. Por supuesto. Bajo la Lluvia. Sobre la Arena empapada. Envueltos en Viento. El  camión del BMW  HUMMER RAID, Ese MAN con motor de 8.000 cc vio anochecer en el taller de Ibrahim, Mecánica General, a unos pasos de los hoteles de adobe. Había que recomponer sus basculantes tras los saltos y los aterrizajes forzosos de la etapa segunda. También se lamió allá sus heridas el bravo Nissan de la  organnizacón: simple reglaje de tuercas y paliers. Ibrahim , Hassan y los suyos trabajaron muy fino hasta bien entrada la Noche. Entre chavalas que correteaban por la arena negra, gallos altivos que dormitaban sobre un quad  y mujeres que preparaban la cena moteada de tormenta.

Dentro de unas horas, a las 9 A.M, los expedicionarios partirán hacia Zagora. Entraremos en la Hamada, una planicie oscura, con polvo rojo en suspensión. La etapa es rigurosa. Extrema. Atraviesas pasos entre montes y cruzarán ríos de arena apelmazada por la lluvia de ayer.