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Begoña del Teso

Gasolina, agua y arena

Cuando la arena avanza hacia tu máquina

 

 

Ríos desbordados. Todos. Sus cauces anegados. Las señalizaciones cubiertas por el agua embarrada. Los invictos expedicionarios del XI BMW HUMMER RAID hundidos en la corriente por encima de las estriberas. Los bravos  automovilistas del Panda Raid vadeando arroyos desbocados y surfeando sobre aguas turbulentas. Hummeristas y pandistas ayudándose, aplaudiéndose y maravillándose los unos de y con los otros.

 

La etapa  quinta que llevó a los  motoristas de Merzouga a Zagora fue una odisea acuática que también luchó, a lo grande, con vientos crueles que soplaban de frente y ululaban entre los filtros, el carter y los cilindros de las motos. Los pilotos  sintieron a lo largo de cientos de kilómetros el mismo asombro abismal que experimentó Macbeth cuando vio que el bosque de Birnam se movía hacia las puertas de su castillo; ayer la arena avanzaba hacia nosotros movida, impulsada, azuzada por una fuerza invisible a la que oías aullarpor los intercomunicadores de tu casco de enduro.

 

La tormenta de arena era tal que no veías al compañero que hasta hacía 50 metros había rodado a tu lado. La caja del camión, que había vuelto a degollar sus tornillos a pesarde haber sido soldada al amanecer, lanzaba gemidos metálicos y junto a la nontaña negra cubierta de arena dorada un muchacho bereber limpiaba la bujía de su Motobecane. Una joven aapareció junto a las rocas, su silueta difuminada entre todos los colores del desierto (puede ser negro, blancuzco, verdoso, níveo con costra amarronada, rojo…) y ofreció unos frutos secos a unos aventureros alemanes que vivaqueaaban en el oasis de Remlia tras haber roto sus máquinaas. Uno de los nuestros tenía la clavícula y el brazo tocados tras haber caído de su sueño dakariano, la Husqvarna número 94, esa que hace prácticas en las rutas saharianas para poder licenciarse en Atacama yse porta regio aunque hay que  endurecerle un poco la suspensión trasera.

 

Algún rodamiento se rompió, de los cascos de los hummeristas caían chorros de agua y las viseras eran de puro barro pero en el refugio de Marabout, las naranjas ofrecidas a los expedicionarios estaban recién traídas del Valle de las Rosas y aun hubo tiempo para hablar de mecánica y aprender cómo pulsar el botón del arranque eléctrico si está cubierto y envuelto en arena gris. Pistearon algunos entre pueblos chicos y hermosos, Alniz, por ejemplo, y otros, los tacos de su ruedas sobre el asfalto, vieron en el cielo el Cinturón de Orión.

Denttro de unas horas, pocas, emprenderemos  una nueva etapa desde el Riad Asmaa de Zagora. Las pistas, los vados,los ríos que nos llevarían a y por la Pista Prohibida acaban de anegarse y desbordarse. La idea es refugiarse de nuevo en La Montaña  Hueca. Inch Allah, Andullah, amigos porque acaso despertemos a una de las criaturas que la habitan. Allí se rodó La Momia. ¿La de Karloff? No. ¿La de Christopher Lee? Tampoco. La de Brendan Fraser.