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Begoña del Teso

Gasolina, agua y arena

En los bajos del elefante

00.00 del domingo 10. En El Estrecho. En un salón (casi) privado del ferry. Se acaban de entregar los premios y las placas conmemorativas del XI BMW HUMMER RAID. Las placas están grabadas en esa piedra que a lo largo de diez días hemos encontrado una y otra vez en las rodadas, los cortados de arena, las montañas huecas y los campamentos: piedra oscura, incrustada de pequeñas criaturas milenarias fosilizadas.

00.OO del domingo 10. Al embarcar en el vientre de la gran bestia náutica, empezó a llover., un chaparrón rápido y seco. Al embarcar, cuando el imponente MAN Elefant Camper que ha sido nuestro camión de asistencia ya había sido escaneado por una gran grúa sostenida por el no menos gigantesco Scannia último modelo para detectar cambios de temperatura, volumen o movimiento que avisarían de la presencia de un ser vivo no identificado, un chavalín se ha intentado colar entre los ejes de la de la cabina y la caja. Le han pillado. La zona estaba rodeada `por toda clase de vigilantes. No se la detenido, no se le ha zarandeado. Simplemente, se le ha puesto de cara a Nador cuano él ya miraba hacia la costa negra de Almería.

00.15 minutos. Dos motos han entrado en punto muerto en el vientre de la bestia marina. Una, la G 4 y medio, empujada por su piloto, un canario, Héctor que nos ha descubierto el secreto del ’matahambres’, un dulce isleño elaborado con los restos, sabrosos, de los pasteles, donuts, vienesas y la bollería que no se vendía en el día. Formaba una cubo delicioso pero denso que, literalmente, tapizaba las paredes del estómago y quitaba la gazuza hasta el día siguiente.

La máquina de Héctor se negó a arrancar tras repostar en la gasolinera de Merzouga el viernes. Fue arrastrada atada a una cuerda por una 800 también isleña y luego subida a una furgoneta donde ya descansaba la GS 800 de Iñigo Zabaleta, el piloto de la pierna crujida por tres sitios, el gran homenajeado en estas pequeñas horas del domingo. Pero no se le homenajeó por compasión. Al fin y al cabo, el buen motorista lleva cincelado en su mapa genético, en su cerebro reptiliano, la sabiduría de que la caída aguarda en cualquier revuelta. No, a Iñigo se le aplaudió en la ausencia por su arte en la navegación, por su pundonor para redondear y rematar las etapas, por haber bajado desde Donostia a las dunas no en coche con la moto detrás en el carro sino en esa misma 800 y por otras muchas cosas que solo sus compañeros de team, de equipo, conocen.

00.30 del domingo. Los patrocinadores del raid, BMW Motorrad España, Vexiafinder (gracias a ellos hemos estado localizados para el resto del universo kilómetro a kilómetro aunque nosotros nos sintiéramos perdidos en medio de la gran Nada que, curioso, curioso, está llena de todo: escarabajos, amigos, cabras, vacas, pollinos, niños)… satisfechos, han hecho regalos y ofertas a los hummeristas y en los corrillos ya se hacen planes de altura como participar, a lo grande en el Merzouga Rally. Aparte de la moto que corrió dos Dakar y de la que sueña con hacerlo en 2014, las Challenge ´fueron piropeadas por los organizadores del Raid debido a que, como siempre, esbeltas y resistentes cual dromedarios de fibra de carbono, flirtearon bonito con dunas y gargantas.

En las televisiones permanente me encendidas en los salones del ferry ofrecen un resumen del partido del Barça, En el entreacto, Puyol bebe cava y Xabi prepara los 125 gramos de rigor de La Gula del Norte. Los expedicionarios reímos recordando la entrada triunfal del canión frigorífico en nuestro hotel almeriense hace una semana y el festín con el que iniciamos la aventura: gulas a la norteña, a la andaluza y en ensalada. En recuerdo de eso, de todos los tajines comidos, de todas las naranjas compradas en los arcenes, del olor a gasolina en nuestra piel y de la arena que se ha (in)filtrado por cada poro de nuestras motos brindamos con ron canario, gentileza de los amigos guanches que chatean en Canarias en moto y con los restos de la queimada con la que Miguel, de Quiroga, invocó el favor de las meigas en un akelarre que tuvo lugar bajo las estrellas, sobre la hamada.

01.26 del domingo. Los expedicionarios duermen en los camarotes. El ambiente huele a desierto, cuero, klevar, sudor y huesos y músculos zarandeados.

07.30. Amanecemos en el puerto de Almería. Las sierras caen sobre el mar a cuchillo. No somos los únicos en volver con los neumáticos bajos y remendados. Un trailer desembarca una docena de buggies, esos coches que parecen de juguete pero planean y maniobran por carreteras y pistas indomables de todo el mundo. Cuando embarcaron serían de color (es), hoy tienen la gama de tonos de la piel de los dromedarios y las cabras del desierto. Son pura arena. Como los durísimos Panda que salieron hacia el Norte por Tánger tras haber dormido en el prodigioso pero inhóspito Plateau de Rekkam.

El sanitario de la expedición, Asier Gil, no solo arregló clavículas y entablilló piernas sino que terminó la ruta atendiendo en la frontera al perro herido de un agente aduanero.

09.00 horas. Grúas Indalo carga la 800 de Zabaleta para subirla a Donostia. Desayunamos pan con aceite y jamón en El 21. Las mochilas están descargadas, la máquinas en los carros. Partiremos en breve, abandonando hasta 2014 Níjar y Cabo de Gata pero aun quedan diez horas de aventura. Tal vez una paella en Valencia. Algún restop. Mucha gasolinera. Continuará (lógicamente…)